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La generación que cambió al movimiento estudiantil

Por: Daniela Quintero. Redacción Pares


El 10 octubre de 2018 miles de estudiantes salieron a las calles para pedirle al gobierno más presupuesto para el sector de la educación. Fueron tres meses intensos entre movilizaciones, disensos y consensos. Hasta que a finales de enero de este año las partes pudieron mantener una mesa de negociaciones y concretar 19 puntos.


Aquel miércoles se llevó a cabo una gran marcha, señalada como histórica por muchos líderes juveniles y hasta por los medios de comunicación.


“Yo creo que ha sido la marcha más grande de la historia reciente de Colombia con el objetivo de que en el mes de octubre se aprobara un presupuesto distinto”, contó a la Fundación Paz y Reconciliación-Pares Alejandro Palacio Restrepo, representante estudiantil del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Colombia en la sede Medellín.


La fuerza del estudiantado


Palacio, con 20 años, fue uno de los jóvenes que lideró esta gran movilización. En ese momento, el Gobierno Nacional en cabeza del presidente Iván Duque había asignado ciertos montos de dinero para cada uno de los rubros en el presupuesto general de la Nación.


“Tras la manifestación nos ignoraron por completo, estuvimos al frente de la Plaza de Bolívar denunciando todo este tipo de actos, pero el Congreso lo aprobó”, agregó Palacio, quien actualmente cursa séptimo semestre de Ciencia Política y también es el presidente de la Asociación Colombiana de Representantes de Educación – ACREES.


La omisión del gobierno a las manifestaciones del movimiento estudiantil motivó aún más a continuar la lucha por la educación.


“Lo que hace especial a la movilización del semestre pasado es que fue esporádica. Nosotros siempre habíamos estado poniendo el tema sobre la mesa. La raíz del problema siempre terminaba siendo la falta de recursos, entonces nosotros siempre habíamos estado denunciando el tema”, agregó.

Poco a poco fue tomando fuerza el movimiento, por lo tanto, un giro en el proceso de movilización juvenil. El 17 de octubre regresaron a las calles, pero fueron ignorados nuevamente y ya se había aprobado el presupuesto.


Entonces tuvieron que buscar un mecanismo para encontrarle una solución al paro, y al mismo tiempo, unos profesores iniciaron una huelga de hambre para solicitar una mesa intersectorial con todos los actores del sector para resolverlo.

Ante la protesta social, presión por parte del estudiantado y la suma de los profesores y trabajadores, el gobierno aceptó negociar con el movimiento. “Si no hubiéramos tenido la fuerza de los estudiantes quizás hubiéramos perdido esta batalla”, apuntó Palacio.


“Luchar sí sirve”


A lo largo de la historia los movimientos estudiantiles se habían caracterizado por movilizar a grandes cantidades de estudiantes, sin embargo, a la hora de sentar una posición firme al gobierno salían a relucir los egos e ideas políticas opuestas. En ese sentido, había muchas propuestas, pero poca unión de los estudiantes.


Es por eso que el movimiento estudiantil Frente Amplio por la Educación que se logró consolidar el semestre anterior, sacudió al Gobierno Nacional, puesto que además de mover masas también había un pliego de peticiones sustentadas con respecto a las necesidades del sector educativo.


“Al principio fue difícil, pero tuvimos que aprender a deponer las diferencias y gracias a esos puntos mínimos de acuerdo fue que logramos darle al gobierno en la mesa de negociación unas exigencias conjuntas para decirle al gobierno algo específico. Fue un proceso difícil, primero de reconocernos entre nosotros mismos, de saber que podíamos ser diferentes, pensar diferente sin ser enemigos y lo logramos” agregó.

Para Lorenza Bordamalo Guerrero, estudiante de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia y representante estudiantil ante el observatorio de género, el rol de los estudiantes en la movilización fue protagónico porque los representantes estudiantiles junto a toda la comunidad universitaria lograron vincular a profesores, trabajadores, a padres de familia y poner el debate nacional sobre la educación y vincular en últimas a los colombianos y colombianos a esa defensa de la educación.


“Enviamos un mensaje histórico y es que luchar sí sirve porque logramos no solo ganarle el pulso al gobierno con este gran acuerdo que alcanzamos, sino sentar el precedente histórico de que todas las movilizaciones por la educación en la historia reciente en el país eran para frenar políticas lesivas del gobierno”, expresó a Pares.


Afuera la violencia


El estigma del movimiento estudiantil ha estado enmarcado en casos violentos entre las partes. Algunos acusan a los estudiantes de promoverla desde el interior con los llamados “encapuchados”, otros critican al uso excesivo de fuerza por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios – ESMAD.

Sin embargo, a pesar de los episodios que se alcanzaron a registrar entre las partes enfrentadas, el movimiento estudiantil logró contrarrestarlos con propuestas culturales enfocadas en la reconciliación y la paz.


“Este movimiento estudiantil logró hacer cosas que no se habían dado antes. Yo creo que ha sido un movimiento abiertamente pacífico, masivo, bastante creativo, y esas eran cosas que no se habían realizado en otros escenarios como en el 2011”, resaltó la líder estudiantil de 23 años.


En esta oportunidad se presentaron algunos casos aislados de violencia, pero no era el sentir del movimiento estudiantil, y tampoco representó al movimiento en su conjunto. Según Bordamalo, lograron ganarse a la opinión pública porque la movilización siempre fue creativa y buscaba llamar a todos los colombianos y colombianas.


Cabe destacar que también hay muchos infiltrados en las marchas, pero nunca fue una mayoría del movimiento estudiantil. De acuerdo con la joven, hubo momentos en los que la prensa y a veces el gobierno utilizaban esa estrategia de tomar esos casos aislados para hacerlos ver como si esa fuera la generalidad del movimiento.


“Otro aspecto importante del movimiento fue la cualificación que tuvo, porque esta vez no solo nosotros buscábamos decir sí a la educación pública gratuita, sino que logramos desarrollar de manera técnica, académica y científica cada uno de los aspectos que nos permitieron lograr golpes certeros de negociación”, remarcó.


Por su parte, Palacio aseguró que en ACREES y otros movimientos han tenido una postura muy clara y es el rechazo a toda forma de violencia, provenga de donde provenga.


“Quizás dentro del movimiento estudiantil todavía hay gente que cree en las estrategias del foquismo, y creen que la mejor forma de ganar la atención del gobierno es ocasionar un daño y nosotros no creemos que deba ser así”, agregó.


Según él, este movimiento estudiantil radica en los argumentos y en la movilización pacífica y creativa.


Luego de horas sentados en una mesa estable con el Gobierno nacional para tramitar las reformas del sistema, se acordó el aumento en el presupuesto para la educación, el seguimiento a la implementación de los puntos la mesa y a los temas tratados en la mesa, dentro de los cuales están las garantías.


Así las cosas, aún falta que el gobierno cumpla en dos puntos. Sin embargo, ha sido un avance en la historia de la educación colombiana. Los líderes de este movimiento que movió a miles de personas en todo el territorio colombiano, le apuntaron al diálogo y a la construcción de la protesta social desde una perspectiva pacifista, que según ellos, ha sido clave para que de ahora en adelante los colombianos y colombianas continúen apoyándolos en cada paso que den en la lucha por la educación.

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