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La influencia de la iglesia católica en el ELN

Por: Iván Gallo




Ha diferencia de las FARC, que surgió como grupos de campesinos cansados de los abusos de los gobiernos de turnos, el ELN arrancó como un movimiento de universitarios y sacerdotes. Si, el ELN surge en 1964. Al principio fueron los hermanos Fabio, Manuel y Antonio Vásquez Castaño, acompañados de Ricardo Lara Parada y Víctor Medina Morón, quienes se conocen en La Habana, en 1962, cuando estaban becados por la entonces naciente Revolución Cubana. Según un artículo publicado en la fundación Paz y Reconciliación en el 2016 “Este grupo de  estudiantes inician su actividad revolucionaria  participando  en la lucha en la Sierra del Escambray, lo que sería su primer entrenamiento y  al regresar a Colombia,  toman  la bandera roja y negra como su principal símbolo, y el Valle del Magdalena Medio como  base de operaciones. En esta zona hasta finales de los años cincuenta había operado una guerrilla liberal, la de Rafael Rangel. Muchos de sus ex combatientes se habían convertido en dirigentes campesinos y podían iniciar acciones armadas. En esta zona se encuentra el principal centro petrolero de Colombia”.


Sin embargo, esta guerrilla no hubiera sido la misma sin la influencia del pensamiento de Camilo Torres. Precursor de la Teología de la Liberación, Camilo Torres promulgó lo que se conocería como “El amor eficaz”, que es un concepto que determina que la salvación no se debe dar en una vida ultraterrena sino que debe suceder “aquí y ahora”. Los pobres no tenían que esperar a portarse bien en esta vida para ser compensados en otra. Deberían tomar acciones inmediatas. “Cuando el amor se torna eficaz, comienza a ser un amor con poder que moviliza por el reconocimiento del sujeto amado, lo apoya incondicionalmente en su autorrealización, asume la autorrealización del otro y la otra como su propia realización. Es un amor con resultados, uno que urge al cambio de estructuras políticas, económicas y sociales, que exige una revolución”.


Camilo Torres, acorralado en Bogotá por su pensamiento desafiante, decide dejar la sotana y unirse al Ejército de Liberación Nacional el 7 de enero de 1966. Poco más de un mes duró su aventura. El 15 de febrero de 1966 en la vereda de Patio Cemento, en Santander, fue asesinado en una fallida emboscada. Su pensamiento siguió vivo y le planteó a la iglesia católica unos retos profundos. Su sacrificio fue fundamental para entender que la iglesia tenía que abrazar el amor eficaz.


La Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Medellín, en 1968, a dos años de la muerte de Camilo, sería fundamental para el viraje que dio una parte de la iglesia. La CELAM de ese año pasaría a la historia porque en ella la iglesia, siendo consecuente con el mensaje de Cristo, optó por el camino de preferir por encima de cualquier cosa, a los pobres. La iglesia debía su existencia al proteger al que no tenía nada, no para arrodillarse ante el poder. En el libro La rebelión de las sotanas, el periodista Javier Darío Restrepo se refirió a la actitud ladina de la iglesia de esta manera: «Su mayor tentación no fue la riqueza sino el poder… su mayor infidelidad fue con los pobres y los desposeídos… el alejamiento del clero de los asuntos políticos era asentir en la política de los poderosos, cuando la lógica del Evangelio impone estar del lado de los pobres».


El artífice de este viraje de la iglesia fue Juan XXIII conocido como “El papa bueno”. Uno de sus legados fue afirmar que “La iglesia es de todos, sobre todo de los pobres” A principios del siglo XX el sacerdote daba la misa de espaldas a sus feligreses y la daba en latín. Todo esto cambió en la década del sesenta. En la CELAM de Medellín se criticó directamente el subdesarrollo de ´los países latinoamericanos, derivado de una escandalosa desigualdad y la parsimonia que había asumido la iglesia a la hora de criticar este estado de las cosas.


La respuesta en Colombia no se hizo esperar. Unos días después de la CELAM, en junio de 1968, se reunieron en Viotá, Cundinamarca, llamada Golconda, un grupo de sacerdotes que se pusieron a estudiar la encíclica de Pablo VI llamada El progreso de los pueblos. Luego se reunirían en Buenaventura para discutir sobre la problemática social que sacudía a Colombia. El grupo lo conformaron 48 sacerdotes y la consigna era una: luchar por un cambio social en el país. En diciembre de 1968 lanzan una declaración criticando la injerencia de organismos extranjeros.


Entre estos sacerdotes habrían tres que serían fundamentales para la historia del ELN. Los sacerdotes españoles Domingo Laín, Manuel Pérez y José Antonio Jiménez. Por haber firmado la declaración de Golconda serían expulsados de Colombia en 1969. No se fueron, se sumaron a las filas del ELN. Domingo Laín moriría a los 33 años en un combate en el sector de Montañas. Jiménez moriría de fatiga en 1974. Manuel Pérez sería uno de los sobrevivientes del terrible exterminio que significó la batalla de Anorí y sería el encargado de darle vida a esta guerrilla después de varias derrotas terribles. Era un tipo empecinado, una especie de fanático religioso que veía a la lucha armada como una forma de redención. Murió en 1998. Después de llegar de un viaje a Cuba su salud se deterioró dramáticamente. La razón fue que contrajo hepatitis C.


Han sido innumerables los sacerdotes que han apoyado ideológica y materialmente al ELN. Uno de ellos fue Bernardo López Arroyave. Era un tipo valiente. Una vez supo que un mayor del ejército dijo sobre él la siguiente frase “A esos curas guerrilleros lo que hay es que darles bala”. López Arroyave fue entonces al batallón y encaró al militar «si me va a matar, hágalo ahora y aquí, delante de todo el pueblo».


Era párroco en Puerto Boyacá y en 1972 se salvó de un bombazo que le pusieron saliendo de su iglesia. Lo intentaron asesinar tres veces pero se encontró con la muerte en Sincé, en mayo de 1987, cuando dos sicarios lo acribillaron saliendo de la iglesia. Apenas vieron al sacerdote caído las campanas de la iglesia empezaron a sonar, el pueblo reaccionó, iban a linchar a los asesinos pero la policía intervino y se los llevó. López Arroyave, a finales de los años setenta, cuando el ELN estaba en una crisis profunda, organizaba bazares para mandarles plata a este grupo guerrillero.


Con el correr de los años y la degradación de la guerra, el ELN ha perdido un poco su ideología cristiana. Sin embargo esta pervive en la actitud, a veces indeclinable, de alguno de los integrantes del COCE. Por eso es tan diferente negociar la paz con ellos que con las FARC.

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