top of page

“La Luchona”: un lamentable homenaje a las madres solteras

Por: Ghina Castrillón Torres

Politóloga feminista



“La Luchona”, así llamaron al monumento más grande del mundo hecho a una ballena y su ballenato que se encuentra en el parque de Buenaventura. Me emociono cada que veo la enorme escultura, pero su nombre me generó indignación, molestia y mucha pena, y quiero aprovechar esta columna para compartirles mis razones.


Se acaba de inaugurar este gran homenaje a las Yubartas que cada año llegan a las aguas del Pacífico. Este monumento, que mide 9,8 metros de alto y 13 de largo, sin duda alguna es de esos símbolos que nos hacía falta en la ciudad.


Según explica la curaduría expuesta en la obra “la artista Carolina Jaramillo quiso hacer un homenaje a la familia y a las mujeres madres cabeza de hogar. Esas mujeres que a veces quedan solas y sacan adelante a sus hijos y que popularmente se les reconoce como ‘Las Luchonas’”.


Sin embargo, el término “mamá luchona” no es un simple reconocimiento “popular”, sino que ha sido empleado de manera peyorativa, misógina y despectiva para referirse de forma burlesca a mujeres que han sido abandonadas por los padres de sus hijos e hijas que sienten el respaldo del sistema patriarcal para no asumir la responsabilidad de su paternidad.

Esta etiqueta se ha usado de manera clasista y sexista para denigrar a mujeres, en su mayoría pertenecientes a sectores empobrecidos, que han tenido que asumir la crianza de sus hijos e hijas sin el apoyo de una pareja y que continúa disfrutando de su vida social y sexual, lo que es una afronta a la imagen de la madre sacrificada. Esto lleva a una carga de prejuicios sociales que recae sobre estas mujeres, señalándolas como si fueran responsables de su situación y, a menudo, este término mezcla prejuicios de género, clase y raza.


Bien lo dijo bell hooks en su obra El Feminismo es Para Todo el Mundo, “hace treinta años, las feministas no pudieron anticipar los cambios que tendrían lugar en nuestra sociedad (…) no sospecharon que las mujeres solteras sin recursos serían demonizadas y culpadas por su precariedad económica”.


En mi camino como feminista he aprendido de la importancia de la redefinición y resignificación de términos que históricamente se han utilizado para oprimir a las mujeres. Sin embargo, el nombre asignado a la ballena “La Luchona” no parece contribuir a esta resignificación, sino más bien a profundizar el estigma que ya pesa sobre las “mamás luchonas”. Estas apuestas por homenajear deben revisarse detenidamente porque se podría estar reforzando la discriminación y la burla.


Es válido destacar que esta elección de nombre no parece estar en línea con la intención de homenajear a las “mamás luchonas”. Se menciona que la artista hace el monumento en honor a “la familia y a las madres cabeza de hogar”, pero no dice que precisamente estas mujeres, que se han enfrentado a desafíos inmensos en la crianza de sus hijos e hijas, no siempre encajan en el concepto tradicional de “familia”, y que popularmente el término “madres cabeza de hogar” se comprende desde una perspectiva positiva, destacando a las madres que se esfuerzan por sacar a sus hijos e hijas adelante, a diferencia de la carga negativa que se le asigna a las “mamás luchonas”.


El lenguaje no es solo una herramienta de comunicación, sino también un reflejo de la sociedad en la que se utiliza. Al nombrar la escultura de esta manera, sin una argumentación más elaborada, se está contribuyendo a la estigmatización de un grupo de mujeres víctimas del sistema patriarcal.


Más allá de una simple reflexión, esto debería llevarnos a una conversación más profunda sobre cómo podemos resignificar los términos despectivos dirigidos a las mujeres, de una manera que realmente resalte su fortaleza y dignidad, porque las madres solteras han existido siempre. A lo largo de la historia, las mujeres han enfrentado la maternidad en solitario, por múltiples causas, en su mayoría sustentadas en el mismo sistema que juzga a las madres por cómo viven su soltería, y no a los hombres por abandonar su paternidad.


La argumentación que acompaña el nombre de la ballena termina representando justamente lo superficial del enfoque de género que defiende la gobernadora, quien habla de género, pero deja de lado la discusión sobre las complejidades reales que enfrentan las madres solteras.


A la Gobernación del Valle y a la artista les pido que, si no le cambian el nombre a la ballena, por favor elaboren una mejor argumentación, porque, así como está expuesta, no contribuye a la reivindicación, por el contrario, profundiza el estigma de "la luchona".


*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.


 

bottom of page