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La noche en la que a botellazo limpio sacaron corriendo a Hector Lavoe del Campín

Por: Iván Gallo - Editor de Contenido



Hector Lavoe es el santón patrón de los rumberos colombianos. Si los hippies norteamericanos veneran a Jim Morrison y los ingleses a Brian Jones, en la cuenca del Pacífico hay un ídolo absoluto, y es Hector Lavoe. Su voz impresionante, con la que podía cantar desde el guaguancó más arrebatado hasta un bolero, y su vida corta, cruzada por la tragedia, lo pusieron en la senda, ¿Quién lo duda? De los rock star. Además les gusta por igual a los intelectuales pretenciosos como al pueblo honesto. Exitos como Hacha y machete, por ejemplo, se escuchaban en mitines del Partido Comunista Colombiano como en prostíbulos.

 

Pero hubo una noche en donde todo salió mal. En 1980 se presentaba la Fania en el estadio el Campín. En realidad el grupo más famoso de la salsa de todos los tiempos se presentaría en tres ciudades: Cali, Bogotá y Barranquilla. Los responsables de los shows de la Fania en Colombia eran los empresarios Larry Landa y Asdrubal Jimbol. Para el concierto en Barranquilla -que se llevó a cabo en el mítico estadio Romelio Martínez- se asociaron con la empresa Ravis de Capi Visbal, para el de Cali Landa lo hizo solo y en Bogotá el socio fue Interarte del empresario Francisco Marafioti.

 

El primer concierto en Colombia lo dieron el 6 de agosto de 1980. Fue en Barranquilla. Los que asistieron recuerdan que lo mejor fue “La descarga Fania” interpretada por Salvador Cuevas, además del extraordinario Ruben Blades con su “Pedro Navajas” una canción que en ese momento llevaba apenas dos años de ser estrenada. El show se lo llevó Cheo Feliciano quien era muy querido en Barranquilla, sobre todo en el barrio El Revolo. En ese paso por Curramba la agrupación fue contratada para una fiesta privada de un hombre que andaría en negocios raros.

 

El 7 de agosto la agrupación llega a Bogotá, se presenta primero en el Hotel Tequendama, en donde lo esperaba Julio E. Sánchez Vanegas para hacerles una grabación que presentaría en su programa Espectaculares JES, la que no asistió fue Celia Cruz. Su amigo, el célebre bolerista Miguelito Valdéz, había muerto dos años atrás en un concierto en ese hotel. Celia le tenía pavor a la altura. En una jornada maratónica visitaron la cárcel Modelo de Bogotá y después se fueron al Campín.

 

Había gente esperando desde hacía dos días. En Bogotá se vivía el fervor de la salsa a pesar del frío y de los Cachacos. Los teloneros de la Fania era el grupo de Willie Salcedo, uno de los grandes de la salsa colombiana. Pero en ese momento comenzó el apocalipsis salsero. Alguien, deliberadamente, un saboteador, lanzó una colilla de cigarrillo al equipo de amplificación de sonido mientras tocaba Salcedo. Hubo un cortocircuito. Tuvieron que arreglarlo y unos minutos después el músico, con su conjunto Clásico, terminaron su show. Así que ahora venían los de la Fania. Los bogotanos querían sentir a Héctor Lavoe, a Ruben, a Cheo. Pero justo cuando Santos Colón cantaba su primer son el sonido colapsó. La espera fue de cuatro horas, cuenta el blog Los desvelados literarios. La gente, a las dos de la mañana, cansada y con frío, empezó a arremeter contra el escenario y contra las estrellas de la Fania. La gente reaccionó mal, empezó a lanzar botellazos contra Hector Lavoe y demás integrantes de la agrupación. Tuvieron que dispersarlos los carrotanques de la policía con gases lacrimógenos.

 

Willie Salcedo afirmaría muchos años después que esto ocurrió debido al sabotaje de un empresario local. El punto es que fue una frustración tanto para los cantantes como para los más de cincuenta mil espectadores que abarrotaron El Campin. Al otro día viajó la agrupación para Cali y luego volverían a Bogotá a tocar en la plaza de toros de la Santamaría pero, debido al estropicio generado ese viernes, decidieron cancelar esa presentación. Fue una pena y una verguenza mayúscula.

1 komentář


babuinsobaka
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