Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
El proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) está pasando por uno de los peores momentos en el período de la Paz Total. Desde febrero de 2024, la dinámica de realizar ciclos de negociación para acordar temas y avanzar en la agenda, se ha parado. Y hoy lo que más se espera es que muy pronto se realice el séptimo ciclo de negociaciones.
Las razones para este congelamiento son variadas, entre ellas, según la dirección del ELN —quien ha insistido en la no continuidad de los diálogos mientras se toman unas acciones— está en la disposición del Gobierno de incumplir con la implementación de los acuerdos parciales firmados con ellos. Por ejemplo, el sacarlos de la lista de los grupos armados organizados (GAOS).
Entre las consecuencias de esta decisión unilateral por parte del ELN ha sido la imposibilidad de discutir y acordar nuevamente temas fundamentales para el país. El más importante y prioritario es, en estos momentos, la continuidad de pactar un tercer Cese al Fuego Bilateral Nacional y Temporal, por lo menos, por otros 180 días más.
Durante este proceso de paz se ha logrado avanzar —sin precedentes en la historia de las negociaciones con el ELN— en la firma de dos ceses al fuego: uno desde el 3 de agosto de 2023 y otro hasta el 3 del mismo mes en 2024. Pero la no firma de otro cese ha obligado al Estado a reanudar las operaciones militares, como es su deber constitucional, contra la organización ilegal.
De parte del ELN, la no firma del nuevo acuerdo parcial la ha conducido a alargar por 20 días más el cese de operaciones, hasta el 23 de agosto. Esto mientras decide si definitivamente entra en enfrentamiento con la Fuerza Pública. Además, como una estrategia de mostrar su disposición a la paz y presionar al Estado a cumplir los acuerdos.
En las tres semanas que lleva, luego del límite del Cese al Fuego Bilateral Nacional y Temporal, los avances han sido pocos. La dinámica del ELN ha sido la de insistir en el cumplimiento de acuerdos, y la del Gobierno de tratar de abrir ventana de oportunidades para nuevamente sentarse a dialogar.
Una de las ventanas abiertas la propuso la Delegación del Gobierno en la Mesa. A Vera Grave e Iván Cepeda se les ocurrió invitar al ELN a sentarse y discutir el tema de las transformaciones económicas necesarias para superar el conflicto. Un asunto, sin duda, espinoso y difícil en toda negociación de paz en el país.
La idea es que en muy pronto se discutan en la Mesa aspectos del sistema económico que son muy sensibles para los empresarios y dueños del capital en Colombia. Además, uno de los asuntos que ha hecho que muchos procesos de paz no avancen y finalicen tempranamente.
El Gobierno tomó la decisión arriesgada de proponer el tema a la guerrilla. Lo hizo de forma reservada y confidencial, para incentivar el reinicio de los diálogos con el ELN. Sin embargo, ante la insistencia del ELN de que se hiciera de forma pública y de cara al país, hoy lo conocemos todos.
La propuesta, que sigue allí, está basada en el contenido del Acuerdo parcial número 28, que contiene los lineamientos que la sociedad civil le entregó a la Mesa de Negociaciones para participar en el proceso de paz. Allí se habla de la necesidad de abordar el importante tema de una reforma económica.
En ese punto, se recomienda por parte de la sociedad discutir el cambio del modelo extractivo y avanzar en una transición energética. Igualmente, fortalecer la economía popular y la formalización del trabajo informal. Además, introducir cambios a la política económica exterior, la distribución de la tierra y a las economías ilegales.
Es decir, la propuesta de Petro es abordar de inmediato la cuestión económica. Un tema que según él “se acordó con el ELN, que se firmó como primer punto de acuerdo, con el empresariado del país y el movimiento social de Colombia para discutir los mecanismos de su implementación”.
Lo que significa que novedad en el ofrecimiento tanto de la Delegación del Gobierno como del mismo Gustavo Petro está tanto en discutir el tema fundamental del modelo económico como en vincular de manera prioritaria a la sociedad civil en el proceso. La apuesta del Gobierno es discutir lo económico y vincular a la sociedad en la negociación. Que se le invite a identificar los problemas que causan el conflicto y lo mantienen. Además que diseñen las transformaciones necesarias para la reconciliación del país y la consolidación de la paz en los territorios.
Con ello, el Gobierno le está diciendo al ELN que ya es tiempo de continuar con las negociaciones, pues se tiene un primer punto chuleado, y es momento de pasar al segundo, donde se hablará de los problemas y las transformaciones económicas. Incluso, es necesario abordar los temas que causaron está crisis y adoptar los cambios necesarios para no volver a pasar por una situación similar.
Sería un desatino del ELN perder la oportunidad de negociar la paz con este Gobierno. Dialogar y acordar transformaciones con un presidente que desde el inicio de su mandato ha insistido en que el eje de su gobierno es la paz. Y que está dispuesto a trabajar por los territorios más excluidos y abandonados del país.
También resultaría una muy mala decisión no continuar con el tema económico. En este componente están los asuntos centrales del conflicto, como la alta concentración de la tierra, la gran brecha de riqueza entre regiones, la enorme disputa violenta por las rentas criminales, la destrucción de la naturaleza por el narcotráfico y la minería ilegal, entre otros temas.
Finalmente, lo peor sería dejar a la sociedad civil esperando en la puerta de la Mesa para entrar a discutir. La idea es llegar a un gran acuerdo nacional, donde se involucre a toda la sociedad, donde los temas centrales se discutan de cara al país y se acuerden entre todos las transformaciones necesarias para superar los conflictos.
El ELN debe ser consciente que el respaldo a las conversaciones de paz se viene reduciendo. Que con la parálisis se está dando argumentos a la oposición para que critiquen la manera como se está buscando la paz. También deben ser sensatos y reconocer que tiene al frente a un Gobierno que reconoce como ellos que se requiere acordar e implementar reformas profundas con una gran participación de la sociedad.
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflictos del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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