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La razón por la que las feministas se fueron contra la estatua de Luis Carlos Galán

Por: Redacción Pares



En agosto de 1989, en la plaza de Soacha, fue asesinado por orden de Pablo Escobar y el paramilitar Henry Pérez Luis Carlos Galán Sarmiento. Su posición sobre mantener el tratado de extradición contra los carteles de la droga fue determinante para que se ejectura este crimen. Galán era el precandidato a la presidencia por el partido Liberal con más opciones de ganar las elecciones. El político santandereano se convirtió durante años en la cara más representativa del horror de la guerra que Escobar le levantó al Estado Colombiano.

 

Por eso muchas personas se preguntaban ¿Por qué la marcha del 8 de marzo tuvo como uno de sus objetivos atacar la estatua de Galán? Esto no se dio de manera aleatoria. En el año 2023, gracias al escritor paisa Sergio Ocampo, se conoció la historia de María Isabel Corredor Barrera, una empleada doméstica que trabajaba en la casa de los Galán Sarmiento y con quien Luis Carlos tuvo un hijo a los 22 años. Ese hijo se llama Luis Alfonso Galán Corredor. Durante años duró Luis Alfonso en una lucha constante intentando ser reconocido como uno de los hijos del líder inmolado. En el libro de Ocampo titulado Las distancias, el escritor hace esta reflexión: “La paradoja absoluta de esta historia es que un hombre no le tuviera miedo a expulsar a Pablo Escobar de su grupo (político) y a mantener un pulso con el narcotráfico como el que le costó la vida, pero sí temiera lo que iban a decir de él las élites bogotanas por haber tenido un desliz con la muchacha del servicio”.

 

Las distancias justamente habla de eso, de una historia de clasismo, de exclusión, en una época en la que era considerado normal que un joven se iniciara sexualmente con la empleada doméstica. Eso fue una de las razones por las que el pasado sábado 8 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, las feministas decidieron mostrarle al país que las estatuas en este país -en las que por lo general se honra la memoria de un macho- tienen pies de barro. A pesar de que Galán respondió económicamente por su hijo Luis Alfonso no tuvo la voluntad para aceptarlo plenamente en su familia. Carlos y Juan Manuel, los dos hijos que tuvo con Gloria Pachón, han afirmado repetidamente que ellos sabían de la existencia de otro hermano pero igual las distancias siempre se mantuvieron.

 

El relato de Ocampo, que se realizó después de una investigación que duró años, se muestra como, por el consejo de una bruja a la que visitó en Cali -ciudad a la que la envía la familia de Galán para que la gente de bien de Bogotá no se entere de “la tragedia”-, María Isabel esconde al niño en el campo porque corre el riesgo que se lo puedan quitar. Cada cierto tiempo recibe la visita de Luis Carlos que se va convirtiendo en una figura prominente de la política colombiana. A los 27 años ya era ministro de educación.

 

El contraste -la distancia- no podía estar más marcada entre ambos. Galán era un abogado de la Javeriana formado para ser presidente, Martha era una campesina boyacense que no sabía leer ni escribir.

 

Luis Alfonso creció como un campesino, al margen de la política, cercando, ordeñando vacas. La historia la conoció Sergio Ocampo cuando en el 2012 Mincultura le pidió que escribiera un perfil sobre uno de los secretos mejor guardados de la historia del país.

 

Un secreto que ya es ampliamente conocido y que el movimiento feminista quiso poner al descubierto el pasado 8 de marzo. Más allá de la indignación del alcalde de Bogotá por lo que consideró un acto de vandalismo contra la memoria de su padre, está una verdad irrefutable: los abusos a los que eran -y siguen siendo- sometidas las empleadas domésticas por parte de los niños bien de la casa de mamá y papá. 

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