Por: Redacción Pares

Antes de la reforma de Álvaro Uribe la ley estipulaba que desde las 6 de la mañana hasta las seis de la tarde era considerada una jornada de trabajo como diurno. Esta ley estaba desde 1950 y estipulaba que la jornada nocturna iría desde las 10 de la noche hasta las seis de la mañana. La ley 789 del 2002, promovida por el gobierno Uribe lo cambió todo. La jornada diurna iría desde 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Se eliminaban de tajo el pago de las horas extras. La excusa era que había que combatir un desempleo que estaba en el 16% y esto serviría para atenuarlo. Las metas del gobierno contemplaban un aumento de 60 mil puestos de trabajo. La tragedia sobrevendría para la gente que trabajaba en horario nocturno ya que dejaron de percibir un recargo nocturno equivalente del 35%.
Según un artículo de Las 2 orillas titulado “La reforma laboral de Uribe lleva jodiendo a los trabajadores colombianos los últimos 20 años” se explica de qué manera esta medida del ex presidente hundía a los trabajadores y beneficiaba a los empresarios:
“El trabajador debió sacrificar el 66,6 % del valor total que por el dominical percibía antes de la reforma. Así, de no existir la reforma, este trabajador recibiría $14.457 adicionales al valor de su día ordinario de trabajo.
Al desaparecer todo tipo de recargo, el impacto negativo para el trabajador es doble: se limita a recibir sólo el valor de un día ordinario de trabajo, además que no goza del derecho al día compensatorio, dejando de percibir un 33,3 % en dinero y otro 33,3 % en especie.
Las mismas implicaciones tiene para el trabajador la ampliación de la jornada de 6 horas diarias y 36 semanales. Esta modalidad ya existente para actividades iniciadas a partir de la Ley 50 de 1990, fue extendida por la Ley 789 de 2002, sin distinción de antigüedad, a todas las empresas que laboran sin solución de continuidad y a todos los días de la semana.
Según el OMTSS, durante el segundo semestre de 2003 solamente 62.000 asalariados del sector privado urbano trabajaron 36 horas semanales (1,3% del total), y no de todos ellos se tiene la certeza de que hayan sido vinculados bajo la modalidad de turnos continuos de 6 horas diarias”.
Los horarios actuales de la jornada laboral, que quedaron en el 2017, jamás volvió al horario diurno original, el de 1950. Quedó fue de 6 de la mañana a nueve de la noche. Otro de los cambios que trajo la reforma de Uribe fue la disminución de los recargos dominicales y festivos, que pasaron de remunerarse con un cargo extra del 100 por ciento al 75 por ciento.
Los ocho congresistas que están buscando hundir la reforma laboral sin que esta pase por un debate en el congreso tienen algo en común, sus profundas raíces uribistas. Uribe sólo está enfocado, desde hace meses, en hacerle campaña contra una reforma que beneficia a los trabajadores y afecta a los empresarios. Esa es la razón del encono contra la reforma que acabaría con una ley que ayudó a que los ricos en este país fueran más ricos y los pobres más pobres.