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La revolución energética de Petro: ¿transición o ruptura?

Por: John Correa




Colombia está presenciando un giro sin precedentes en su política energética. El presidente Gustavo Petro ha tomado una bandera que ningún otro mandatario se había atrevido a levantar con tanta fuerza: transformar el sistema eléctrico desde sus bases. Y no lo está haciendo desde los pasillos técnicos, sino desde el escenario político más visible: el Consejo de Ministros transmitido en vivo para todo el país.¿Estamos frente a una verdadera transición energética o ante un intento de ruptura con el modelo eléctrico vigente desde hace más de tres décadas?


En el último consejo de ministros, Petro fue claro: el actual sistema eléctrico es injusto, regresivo y feudal. Acusó a las grandes generadoras hidroeléctricas de enriquecerse con tarifas que afectan tanto a hogares como a empresas productivas. En su narrativa, no se trata solo de una crisis tarifaria, sino de un modelo que perpetúa desigualdades.Tras semanas de intentar negociar una fórmula tarifaria transitoria con las generadoras —sin éxito—, el gobierno anunció la expedición de un decreto para estabilizar tarifas. Una decisión que promete enfrentar el poder del mercado energético centralizado.


Como parte del nuevo enfoque, el presidente lanzó el programa “Colombia Solar”, con el que busca llevar paneles solares a los techos de familias en estratos 1, 2 y 3. La propuesta rompe con la lógica tradicional de subsidios a las empresas y pone los recursos directamente en manos de los usuarios.La energía ya no será solo un servicio, sino también una forma de propiedad y autonomía. Una apuesta arriesgada, pero necesaria si se quiere avanzar hacia una transición justa y descentralizada.


Este viraje político viene acompañado de una revolución regulatoria. La CREG aprobó la resolución 101 072 de 2025, que habilita legalmente la creación de Comunidades Energéticas en el país. ¿Qué cambia con esta norma?


·      Más de 500.000 familias podrán autogenerar, usar y vender su energía.

·      Se abre paso a la agregación virtual, permitiendo unir usuarios desde diferentes lugares.

·      Se proyecta la instalación de 1 GW nuevo en fuentes renovables.

·      Y lo más importante: la energía se democratiza.


Esto no es menor. La participación ciudadana en el sistema eléctrico ha sido casi inexistente. Ahora, barrios subnormales y zonas excluidas podrán convertirse en productores de energía limpia, con apoyo estatal directo.


La transición energética no se limita al sector eléctrico. Petro también volvió a insistir en su propuesta de revivir la red ferroviaria nacional, ahora con miras a electrificarla. Aunque el arranque será con locomotoras diésel, la meta es clara: trenes limpios y transporte público eléctrico que reduzca tarifas y emisiones.


Todo esto suena bien, pero plantea desafíos enormes. ¿Tiene el Estado la capacidad técnica para implementar y escalar estos proyectos? ¿Se resolverán las deudas con empresas del sector para evitar un colapso operativo? ¿Qué rol jugarán las alcaldías, que deben liderar las comunidades energéticas? La transición no será solo tecnológica, será profundamente política y territorial. Por primera vez, Colombia discute su modelo energético desde el poder, con propuestas estructurales que buscan devolverle la energía a la gente.


No sabemos aún si esta apuesta de Petro marcará el inicio de una nueva era o un choque de trenes con los intereses establecidos. Pero algo es seguro: Colombia ya no es espectadora de la transición energética global. Ahora quiere ser protagonista.La revolución energética no se verá solo en las plantas o en las redes, sino en los techos de los barrios populares y en las asambleas de vecinos que decidirán cómo generar su propia energía.Y eso, más que una transición, es una transformación.



 

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