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La Sala de Teatro Blanco y Negro: teatro desde la periferia para Colombia

Por: Miguel Ángel Rubio, Coordinador Escuelas de Liderazgo Juvenil

Línea Jóvenes en Riesgo y Participación Juvenil


Me parezco al hombre que lleva en la mano un ladrillo

Para mostrarle al mundo cómo era su casa

Bertolt Brecht

En la ciudad de Pereira, en el barrio Las Brisas; quizá uno de los más estigmatizados y marginalizados por sus problemas de inseguridad, violencia, microtráfico y pobreza extrema, aislado del centro de la ciudad por una montaña a la que hoy solo se puede llegar en un viaje en buseta que dura unos 40 minutos o en el nuevo Megacable que reduce el viaje a solo 15 minutos, proporcionado calidad de vida a sus habitantes; existe, en una humilde y pequeña casa, una sala de teatro para obras de pequeño formato llamada Sala de Teatro Blanco y Negro, dirigida por el maestro, dramaturgo, actor y director pereirano Alonso Marulanda Álvarez.


Alonso se dedica al teatro como profesión, vocación y oficio desde hace más de cuarenta años, no lo conozco haciendo otra cosa que no sea teatro. Su teatro es un teatro con un fuerte raigambre político, reivindicativo de lo ancestral, lo telúrico y la memoria, es un teatro para la reflexión política, para entender nuestra historia y orígenes, para consolidarnos en una tradición que parecemos estar olvidando.


Es un teatro militante, pero no por eso menos importante; su enfoque es más brechtiano que de cualquier otro tipo, reivindica figuras históricas de las luchas sociales como Bolívar, Guaicaipuro, Manuelita Sáenz, Policarpa, la mujer en la lucha política.


El maestro Alonso Marulanda convirtió su casa en una sala de teatro, sacrificó la comodidad de una casa tradicional con sala y comedor para convertir el pequeño salón de apenas siete metros en una sala para obras de teatro de pequeño formato, esto es monólogos, u obras donde no hayan arriba de cuatro o cinco actores, un mínimo de escenografía y un máximo de expresión.


Pero lo realmente significativo de la apuesta del maestro, es resistir con esta salita de teatro en el barrio más peligroso, marginal, aislado, pobre y periférico de Pereira. Una quijotada afortunada que permite a los jóvenes del sector y a las demás gentes, disfrutar de teatro a pocos metros de sus casas, en un lugar donde este tipo de cosas son totalmente extrañas, estigmatizadas y percibidas como innecesarias. Alonso se ha puesto a la tarea de reeducar desde la poética teatral a la gente del sector y de hacer ir a Las Brisas a gente del centro de la ciudad que, por miedo y prejuicios económicos y culturales, no se atreven a ir.


La noche de ayer, 15 de julio, en esa sala, que está en proceso de remodelación y restauración, se inauguró una temporada de presentaciones que van hasta fin de año.


Se presentó la obra Recuerdo y Olvido, del grupo de teatro el Escondite de Manizales, una obra monológica sobre el drama de las madres de Colombia y sus hijos desaparecidos, en ella se cuenta la historia de una madre que vive una cotidiana angustia en la búsqueda de su hijo y todo lo que la violencia perturba su vida diaria, el hambre, la pobreza y el olvido del Estado a quienes sufren los embates de la violencia.


Con esta obra se dio inicio en la sala a una temporada de presentaciones que tiene como propósito concitar a la gente del barrio a otras alternativas distintas, que vayan a teatro, que discutan temas de país y que movilicen cambios estructurales.


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Dialogamos con el maestro Alonso Marulanda para Pares.

Miguel Ángel Rubio, Fundación Paz & Reconciliación (Pares): ¿Alonso por qué el teatro?


Alonso: porque el teatro hace mejores ciudadanas, mejores ciudadanos, hace una cosa muy importante, hace mejores profesionales, y otra cosa mucho más importante es que construye mejores seres humanos, y eso nos ha hecho instalarnos en esta comunidad, y pensar que desde el teatro podemos ayudar y ser un concepto que ayude al mejoramiento del tejido social de Las Brisas, en la comuna Villa Santana.


Pares: ¿cuánto lleva este proyecto Sala de Teatro Blanco y Negro, en Las Brisas?


Alonso: nosotros, a pesar de que tenemos 27 años de presencia teatral en el departamento de Risaralda, nos hemos alojado en la periferia, en el extramuro, acá en las orillas de esta ciudad, para ser un concepto que construya, que ayude, ser un concepto que lleve al hombre y a la mujer de este sector a tener fe y a construirse como una mejor ciudadanía.


Pares: ¿qué le espera al sector cultural, a los artistas, a los creadores del país y de la región con la nueva ministra de cultura Patricia Ariza, quien viene del grupo de teatro más importante del país, el Teatro la Candelaria?


Alonso: yo creo que la presencia de Patricia reconforta un poco, esperamos que también ella tenga muy en cuenta esos insumos históricos de ese quehacer de ella, porque es una mujer que siempre ha pensado también en la periferia, en esos territorios no habitados por el Estado, donde ha estado ausente, y pensamos que nosotros tenemos que abrigar una esperanza y un buen trato como gremio, y obviamente con todos los sectores de las artes del resto del país.


Pares: ¿cómo ha sido la recepción de una comunidad con problemas de seguridad, convivencia y microtráfico respecto a la sala de teatro, teniendo en cuenta el estigma que históricamente ha pesado sobre el teatro en este país?


Alonso: yo creo que es un desafío, un hermoso desafío, yo diría que uno forma parte de la poética del arte en este sector, porque no es fácil en un territorio tan agreste como este donde los niveles de cultura y educación son muy lánguidos. Nosotros sabemos que a través del arte podremos mejorar esa circunstancia. Yo creo que con educación y arte tiene que jugarse un papel importante en esa cualificación, en esa formación.


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El proyecto cultural Sala de Teatro Blanco y Negro del sector Las Brisas no ha recibido apoyos de ninguna instancia de administración de cultura. Las secretarías municipales y departamentales solo piensan en cultura y arte para el centro y los barrios no periféricos de la ciudad, se han tocado puertas sin recibir respuestas, es por esto que, de su propio esfuerzo, pecunio y gestión, el maestro Alonso ha logrado mantener la sala, invitando a la gente a que vaya a teatro, invitando a grupos y a artistas a presentarse allí.


Uno ve por las calles de Pereira al maestro Alonso como el hombre del epígrafe de Bertolt Brecht que abre esta nota, con un ladrillo en la mano mostrándole al mundo cómo es su casa, respirando teatro, hablando de teatro, soñando teatro, resistiendo desde el teatro.






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