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La tarde en la que mataron al guardian de los loros orejiamarillos en el Tolima

Por: Redacción Pares




En el año 2022 fueron asesinados en Colombia 60 líderes ambientales. Esto ponía al país como el lugar más peligroso para ejercer algún tipo de iniciativa para preservar la fauna, la flora. Por eso es tan importante la ratificación por parte de la Corte que hizo el pasado 28 de agosto del Acuerdo de Escazú. Hay que blindar a los líderes. Uno de los casos más dolorosos fue el de Gonzalo Cardona, el guardián de los loros orejiamarillos, una especie llamada Ognorhynchus icterotis, que es endémica en Colombia y está en peligro de extinción. Cuando Gonzalo empezó esta tarea en 1999 esta ave andina tenía 81 individuos. El 11 de enero del 2021, cuando lo encontraron en una vía entre los municipios de Tulua y Sevilla en el Valle del Cauca, con dos tiros en el pecho, había 2.600 de estas aves.


Llevaba dos días desaparecido. Había viajado al Valle a visitar a su familia en las fiestas de fin de año pero, en realizado, Gonzalo vivía era en Roncesvalles, Tolima, exactamente en el páramo Yerbabuena, hogar de esta ave única. El loro orejiamarillo se creyó extinto durante buena parte del siglo XX. Según Mongabay sólo se había visto en Ecuador y en Colombia. El investigador Paul Salaman reportó en 1997 la vista de 24 individuos, así lo escribió en su investigación De Regreso al borde de la extinción.


Pero fue la labor de Gonzalo la que salvó a una especie que creía perdida la guerra contra el género humano y sus cambios. El era un ganadero que decidió abandonar todo para dedicarse a la conservación de esta ave. Por eso hizo, junto con su esposa, la ayuda necesaria para que la fundación Proaves pudiera rescatar el loro.


Más que un ganadero era un campesino que nunca terminó el colegio pero se convirtió en un experto con dotes incluso de biólogo. A las cuatro de la mañana salía en su caballo páramo arriba a buscar más loros. Los fue contando, uno a uno, hasta que se dio cuenta que ya tenían un buen número, que la especie podría tener una oportunidad sobre la tierra. Se quedaba hasta las siete de la noche, esperando que los pájaros volvieran a sus nidos. El problema surgió cuando aparecieron las parcelas. Habían avivatos que querían quitarle metros al páramo y poner sus fincas.


Además estaba la huella que había dejado las FARC. Roncesvalles fue víctima del conflicto e incluso varias veces el pueblo había quedado desocupado por las constantes tomas guerrilleras. Los habitantes de este lugar fueron estigmatizados como guerrilleros. Durante el gobierno de Álvaro Uribe, según Verdad Abierta, fueron detenidos más de 80 campesinos tildándolos de colaboradores de las FARC. Uno de ellos fue Gonzalo quien fue víctima de esa calumnia en el 2004.


A todo esto se repuso Gonzalo por su amor a las aves. Las quería tanto que las empezó a fotografiar. Se compró una cámara, él que jamás había tomado fotos, y se ganó incluso un concurso de fotografía. Lo que le jugó en contra a Cardona fue la riqueza del suelo. Desde hace más de un siglo se han querido apropiar de esta tierra los codiciosos, las grandes empresas mineras y energéticas, la venta de bonos de carbono.


Pero, a tres años de su muerte, nadie sabe quien lo asesinó. Gonzalo desapareció el 8 de enero, justo cuando salió de Sevilla, en el Valle del Cauca y cuando apareció tenía dos balas en el pecho. Aún lo llora la comunidad en Roncesvalles y sobre todo Proaves. La determinación de Gonzalo, como la de tantos otros líderes ambientales, hay que protegerla a toda costa. Por eso de él, en donde esté, también es el triunfo de haber conseguido aprobar en Colombia el Acuerdo de Escazu. No queremos otro líder ambiental asesinado.

 

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