top of page

La tragedia de la deforestación llega a Chibiriquete. Las fotos que demuestran el horror

Por: Laura Bonilla, Iván Gallo




En 1988 Carlos Castaño Uribe, entonces director de Parques Naturales, quería visitar Amacayu, una población en el extremo sur del país. Tomó una avioneta muy pequeña y en el aire la tormenta lo sorprendió. Se tuvieron que ir desviando, hacerle la gambeta al aguacero, de pronto entraron en un claro y descubrieron un mundo perdido. Era Chiribiquete. Carlos no era un vulgar marinero caza fortunas y despojador como Cristóbal Colón. Carlos era una antopólogo-arqueólogo con vasta experiencia. El hombre ideal para dimensionar la maravilla que se acababa de descubrir. Nadie estaba preparado para ver esos tepuyes, esas formaciones rocosas en medio de la llanura del Amazonas que tuvieron su formación hace 200 mil millones de años en el escudo guayanés. Parecía que hubieran sido puestos ahí, como huevos de un animal prehistórico. Lo primero que habría pensado Carlos Castaño-Uribe es que éramos más viejos de lo que pensábamos. Lo mejor es que todo estaba intacto. No sólo había descubierto América, también había descubierto la tumba de Tutankamón para la ciencia.


Se hicieron varios sobrevuelos antes de ser declarado parque natural en 1989. Un año después hizo su primera expedición. Viajaron por uno de los ríos que lo surcan, el Ajaju y entonces descubrieron algo que cambiaría para siempre la concepción del hombre americano: los grabados que están en los tepuyes. Algunos, en sus paredes de 150 metros de alto, tienen 19.000 años. Esto cambiaba para siempre la concepción que teníamos de cultura. Eramos más antiguos que los propios egipcios, que a su vez ya eran antiguos para los antiguos. En las expediciones Castaño se dio cuenta, además, que a los alrededores de los tepuyes no habían asentamientos humanos. Desde hace 50 siglos han estado viniendo a este lugar miembros de tribus del Amazonas a rendirle culto a unos dioses que no entendemos y que los blancos hemos ido matando sin que tiemble el pulso: los jaguares. Las formaciones naturales más antiguas del planeta eran la maloka de los hombres jaguar.


La prensa empezó a ponerle epítetos. Decían que era “La gran capilla sixtina del Amazonas” como si se pudieran comparar ambas cosas. Castaño-Uribe empezó a convertirse en el gran profeta de Chiribiquete y nos enseñaba algo: la mejor forma de preservarlos es no conociéndolo. Todo era muy frágil. Sobre todo lo que lo rodeaba. Flora, fauna y recursos hídricos que le traerían a la humanidad la seguridad de tener aire durante varios siglos más si esto se preservaba. Por eso una de las tareas de Castaño-Uribe fue ampliar el parque natural.


En 1989 su extensión era de 1.250.000 hectáreas. Esta superficie se localiza entre los departamentos de Guaviare y Caquetá. Los cascos urbanos más cercanos y los que podrían afectar directamente a la zona son San José del Guaviare, Miraflores, Calamar, San Vicente del Caguan, Solano y Cartagena del Chairá. La lucha de Castaño -Uribe era poder ampliar esta zona para aumentar su protección. Porque a pesar de que la mano del hombre ya la estaba rodeando, aún, en el año 2018, seguía siendo la zona de extensión de selvas, humedales y recursos hídricos más grande del planeta. Estaba preservada también por la guerra. Este era un territorio FARC y la guerrilla se ocupó  de impedir que multinacionales mineras no llegaran a destruirla.


El área se amplió en los últimos años. En el 2013 Santos decide que el parque tendrá 2.7 millones de hectáreas y en el 2016, después del boom que causó Colombia Magia Salvaje, se amplió a más de cuatro millones. Pero la gente quería ir. Sobre todo después de que terminó el conflicto con las FARC. Para ellos una selfie era más importante que el equilibrio de un ecosistema.  Algunos su único motivo fue el ego y tomarse fotos con las huellas de nuestros antepasados. Otros simplemente querían llevarse la riqueza. Hasta el 2.017 se tenían estos datos sobre su flora: había 2.138 especies de plantas, pertenecientes a 143 familias. 16 de estas familias sólo se dan en el área del parque. Si se destruyen jamás volveríamos a ver una. Este lugar además alberga el 15% de los mamíferos que hay en Colombia, 82 especies distribuidas en ocho órdenes, 18 familias, 10 subfamilias y 63 géneros. Este es el territorio del jaguar y el puma, considerados sagrados, este es el reino del mono araña, el cotudo y chucuco, de edentados como osos hormigueros, armadillos, pero además hay venados, marsupiales, murciélagos, 374 especies de ave y sus tres ríos, entre los que se cuenta el emblemático Apaporis tienen 63 especies de ave. Y todo esto está en peligro.


Hace unos días nos llegó a la fundación Paz y Reconciliación una denuncia. A comienzos de esta semana la FDSC realizó un sobrevuelo por la zona y encontraron la evidencia que los apropiadores de tierra, quienes son en su mayoría pertenecientes a grupos armados, ya están desforestando muy cerca a los tepuyes de Chiribiquete. Las advertencias de Castaño-Uribe están lejos de haber sido escuchado. En Colombia se desforestan alrededor de 200 mil hectáreas, con el gobierno Petro se bajaron estas cifras a 160 mil. El gobierno celebró pero no hay muchas razones para hacerlo. Estas fotos demuestran lo cerca que están del Chiribiquete, el corazón de la Amazonía, el más protegido que hay en Colombia. Es vital para el tema del agua y para conectarse con la Orinoquía. Pero los aparadores de tierra ya están acá y sería el final de este paraíso.


Según un funcionario de la Contraloría las acciones que ha tomado el gobierno han sido insuficientes: “Las últimas operaciones que se llamaban las burbujas donde la Fuerza Pública coordinaba con otras instituciones para parar la desforestación no se han vuelto a hacer y ya en la Amazonía hay evidencia de siembra de palma africana y eucalipto además de presencia de ganadería”. El fin estaría más cerca de lo que pensamos.


Para Laura Bonilla, subdirectora de Pares, “detrás de la desforestación, de mover la frontera agraria, es que la gente, pese a la crisis del precio de la coca, extiende los cultivos de coca porque considera que ahorrar en pasta de coca es una especie de salvamento para cuando mejore el precio. Los grupos armados ilegales vienen detrás de esto y del comercio ilegal de madera que se suma a las ya fuertes economías que alimentan la guerra hoy”.


Estas fotos demuestran el horror en el parque natural Tinigua:


Fotos de parque natural Tinigua



bottom of page