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La valentía de Helena Urán Bidegain, la mujer que le quitó las condecoraciones al general Arias Cabrales

Por: Editor de Contenidos Fundación Paz y Reconciliación.


Fotos tomadas de: El País y El Espectador



Cuando lo vio en la JEP, lejos de cualquier tipo de arrepentimiento, Helena Urán Bidegaín vio en los ojos del general Arias Cabrales la mira fría de un tiburón. Incluso, como lo reconoció en una entrevista dada el 18 de enero del 2024 a Nestor Morales en Blu Radio, el general se ufanó de sus medallas. Para muchos en Colombia, el general que lideró la sangrienta retoma del Palacio de Justicia, es una especie de héroe. En su pecho, al menos de manera simbólica, reposaban distinciones como la medalla de servicios distinguidos en orden público. Esto se lo ganó por su acción el 6 de noviembre de 1985, buscando repeler la toma del Palacio de Justicia por parte de un comando del M-19. La retoma duró 28 horas y dejó un saldo de 101 muertos. Entre ellos estaban 11 miembros de la Corte Suprema de Justicia, uno de ellos era Carlos Urán, el papá de Helena.


Tenía 10 años y estudiaba en el colegio La Enseñanza cuando su vida se partió en dos. Ella no sabía que su papá tenía enemigos en el ejército. Carlos Urán pertenecía a la sección tercera del Consejo de Estado. Acababa de condenar al estado por la tortura de una médica junto a su hija de seis años. El ejército, según palabras de Helena Uran en una entrevista en el 2020 a la DW “estaba poco contento con esa condena”.


En noviembre de 1985 los Urán vivían en el barrio La Macarena. Así que cuando su mamá la recogió al mediodía en el colegio Helena pudo ver los tanques, el humo, el ambiente enrarecido. Su mamá, la intelectual uruguaya Ana María Bidergain, daba clases en la Universidad de los Andes. Ahí le llegó una llamada, la última de su esposo, quien se alcanzó a despedir de esta forma: “Se escuchan tiros cada vez más cerca a nosotros mi amor. Adiós, te quiero mucho” Y se apagó.


Quedaron en vilo, la profesora de los Andes y su hija, pendientes del cubrimiento que se hacía en televisión sobre la toma. Sin despegarse de la radio y mirando con desesperación el teléfono. En un momento de ese 6 de noviembre, antes de que todo ardiera, Ana María creyó ver a su esposo, durante unos segundos, en la pantalla del televisor. Salía del Palacio de Justicia, cojeando, herido, pero vivo. No fue una alucinación. Amigos suyos como el padre de la televisión en Colombia, Fernando Gómez Agudelo y el periodista Germán Castro Caycedo, afirmaban haber visto la misma imagen. Igual, el cuerpo del magistrado Urán apareció el 7 de noviembre, asesinado de dos balazos, una en el pecho y otra en la cabeza. El tiro de gracia. La versión oficial afirmaba que había sido ejecutado por los miembros del M-19 que se habían tomado el Palacio. Sin embargo, habían varias inconsistencias. Una de ellas es que su billetera, que siempre llevaba en el bolsillo de su camina, nunca apareció.


Existía una prueba reina, las tomas que había hecho el noticiero PROMEC. Ana María Bidergaín tuvo que esperar 22 años, hasta el 2007, para que los camarógrafos Nelson Vargas y Álvaro Freddy Acevedo, le entregaran a Ignacio Gómez, acucioso periodista de Noticias Uno, el video en donde quedaba claro que ni Castro Caicedo ni Gómez Agudelo, habían sido víctima de un extraño caso de alucinación colectiva. La Fiscalía entonces ordenó el allanamiento a la Brigada 13 en donde encontraron la billetera del magistrado Urán. Ya no quedaban dudas de quien había dado la orden.


El principal responsable de este asesinato fue el general Arias Cabrales, cerebro de la retoma al Palacio. En el 2011 se convirtió en el primer general colombiano en ser condenado por un crimen. Caerían sobre él 35 años de prisión. Hasta ese momento la única sanción que caía sobre Arias fue cuando en 1990 fue destituido por orden del entonces procurador general -en ese momento ese cargo se llamaba Inspector General- Alfonso Gómez Méndez. Años después ejercería sin problema la rectoría de la Universidad Militar.


En el 2020 Arias Cabrales fue puesto en libertad condicional después de acogerse a la JEP, algo en lo que no estuvieron de acuerdo víctimas del Palacio de Justicia como Helena Urán, quien se convirtió en una académica de peso en Alemania y regresó al país luego de que el canciller Álvaro Leyva le ofreciera un cargo en Cancillería.


El presidente Gustavo Petro el pasado 17 de enero, amparándose en un decreto del 2015, le quitó las condecoraciones a quien es considerado por muchos un criminal de guerra. Helena Urán afirmó que en otras partes del mundo criminales de guerra no portan sus condecoraciones ni se ufanan de ellas cuando se sientan en el banquillo de los acusados. La ACORE y políticos ligados a la derecha, se mostraron indignados por lo que ellos consideran un atropello a un héroe de la patria. Para Urán y otras víctimas del Palacio, éste es sólo un paso más hacia la justicia.

 


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