top of page

La verdad sobre el asesinato de Elsa Alvarado y Mario Calderón la tiene Mancuso

Por: Redacción Pares


Foto tomada de: RTVC Noticias


Mario Calderón nunca tembló ante nada. En 1989 la Compañía de Jesús, orden a la que pertenecía, le encomendó una misión: regresar a Colombia a coordinar el programa por la Paz al Magdalena Medio. Tendría que vivir en una zona de alta presencia paramilitar, Tierralta Córdoba. Antes que ser sacerdote era un intelectual con doctorado en Sociología en la Escuela de Altos Estudios de París. Estaba convencido de su vocación. Si había que dar la vida pues así lo haría. En Tierralta era visto con desconfianza. Los jesuitas no son curas común y corrientes. Mario pertenecía al Centro de Investigación y educación popular CINEP, creado en 1988 por Javier Giraldo, su amigo y compañero en la orden. Alvarado se involucró en la comunidad.


Sabía y denunciaba el horror. A la parroquia llegaban las noticias. Era seguido que aparecieran cuerpos tirados al lado de la carretera de campesinos. Alvarado usaba el jeep de la parroquia para irlos a recoger. Vinieron las amenazas. Estas se cumplieron el día en el que mataron, al pie de la iglesia al sacerdote y también investigador Sergio Restrepo Jaramillo. Calderón entró en una crisis profunda que lo llevó a dejar de un lado sus votos y convertirse en un civil. Eso sí, el interés por el otro nunca cesó. Se fue al Sumapáz a defender el agua, una actividad que puede llevar a la muerte en un país como Colombia.


Elsa trabajaba en el CINEP. Periodista acuciosa, comprometida, se metía de lleno a indagar los hilos detrás de los medios de comunicación. En 1997, su último año de vida, trabajó con el ministerio de comunicaciones del gobierno Samper.


Elsa y Mario eran una pareja muy conocida en Bogotá. Eran una fuerza de la naturaleza. Y los mataron. Una semana antes de su asesinato Elsa y Mario regresaban de la pequeña finca que tenían en Sumapaz cuando un retén del ejército los detuvo. El investigador se dio cuenta que los oficiales del ejército sabían demasiado sobre él y sus actividades en el Sumapaz. La defensa del páramo afectaba a gente poderosa. Ese retén, las preguntas, alertaron a Mario: había que exiliarse, no tenían otra posibilidad.


Pero el tiempo no les dio. El 19 de mayo de 1997, pasada la medianoche, cuatro hombres se apostaron frente a su apartamento en el edificio Quintas de la Salle en Chapinero. Iban en un Renault 9 de color blanco. Vestían con overoles negros. Ante las preguntas del portero del edificio respondieron que eran hombres del CTI, cuando el portero los deja pasar, los hombres lo ponen en el piso y lo amarran. Luego suben al apartamento de Elsa y Mario.  Era el 702, irrumpen tumbando la puerta. En ese momento están en ese apartamento los dos investigadores, Iván, el pequeño hijo de ellos y los padres de Elsa. Los hacen arrodillar y les disparan a mansalva. La madre de Elsa sobrevive de milagro y es la que cuenta detalles de lo que sucedió.


Poco a poco y no precisamente por las pesquisas judiciales se supo los determinantes del crimen. Después de su desmovilización Ever Veloza, alias H.H afirmó que la muerte de los investigadores empezó a gestarse en 1996, en una reunión entre Mancuso y Carlos Castaño en la hacienda San Nicolás. Ellos, según H.H, le dieron esta misión a la banda La Terraza.


En el año 2021 la Fiscalía declaró este crimen como de lesa humanidad para que no prescribiera. Sin embargo le faltó rigor a este ente para dejar claro que se trataba de un crimen hecho con método y que correspondía al mismo tipo de crimen en el que cayeron Jaime Garzón, el abogado Eduardo Umaña Mendoza y el defensor de derechos humanos Jesús María Valle. Su amigo Javier Giraldo, a quien aún le duele la muerte, le dijo hace unos a El Espectador que él no cree en que los paramilitares tuvieron algo que ver. Que todo fue un tema montado y perpetrado por el ejército: “Meses antes del crimen, Mario me contó que el Ejército pasaba y les preguntaba a los campesinos de Sumapaz de quién era la finca, cuándo iban, cómo se llamaban, dónde vivían, sus números de contacto (…) La teoría de los paramilitares es un montaje de la Fiscalía. El crimen va a quedar impune, la investigación sigue abierta, pero no avanza. Si la muerte de Gaitán no se descifró, imagínense qué va a pasar con este caso”.


Sobre este caso sólo hay una condena. Se han absuelto a diez personas. En su compromiso con la paz Salvatore Mancuso podría ser una pieza clave para develar la verdad sobre un crimen que sigue pesando. La voluntad del ex comandante paramilitar es innegable. Esta semana anunció que se reunirá con otros ex comandantes de las AUC para dar con los lugares donde están enterrados más de doscientas personas en la frontera con Venezuela. Está listo además para entregar algunas de las propiedades que despojó de manera ilegal. Dar luz sobre el crimen de Elsa y Mario sería un gran paso a la verdad y a la justicia. Es una deuda que se tiene con Iván Calderón, el hijo que sobrevivió en esa noche aciaga y que vive en el exilio desde hace veinte años.

 

bottom of page