"Duele la niñez y la juventud reclutada, cooptada, asesinada…
Duele la inercia disfrazada de diálogo
Duele la guerra camuflada en la paz
Duele la vida y también la muerte cuando nos la siguen imponiendo", Consejo Regional Indígena
En Colombia la guerra nunca ha respetado edades, han sido miles y miles de niños, niñas y adolescentes que durante años han tenido que sufrir los hechos de violencia que se han vivido en el país, y que aún, después de la firma del Acuerdo de Paz, siguen siendo una realidad que sigue golpeando a muchas familias y comunidades.
Según información entregada por la Unidad de Víctimas, en el país 3.416.283 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas durante los más de 50 años de conflicto armado, siendo los departamentos de Antioquia, Bolívar, Valle del Cauca, Nariño y Chocó, donde más se concentraron las afectaciones a menores.
A pesar que el país guarda esperanzas de transformación, y de que se han abierto caminos para la reconciliación y reconstrucción del tejido social que tanto se ha afectado, el contexto de muchas regiones no ha permitido que la historia cambie. Por el contrario, se han venido agudizando los escenarios de violencia que, en muchos casos, perpetúan las vulneraciones a la integridad y derechos de niños, niñas y adolescentes.
Lo anterior se ha mostrado como una realidad latente, pues en los primeros días de este año ya han sido, al menos, 03 los casos en los que menores han perdido la vida o han visto su bienestar en riesgo a causa de la presencia de dinámicas de guerra, en zonas donde el conflicto armado no ha dejado de ser parte del día a día.
Una de esas zonas es el Catatumbo, donde, como ha investigado Pares, los Grupos Armados mantienen una disputa por la búsqueda del control de territorios y corredores fundamentales para su movilización, expansión y fortalecimiento, así como en el interés por las dinámicas financieras basadas en las economías ilícitas. En esta región de Norte de Santander se presentan enfrentamiento entre diversos grupos armados,, especialmente en las zonas de la frontera colombo venezolana, específicamente el sur del municipio de Tibú y el norte de la zona metropolitana de Cúcuta, donde se identifican otros actores armados de origen paramilitar como Los Rastrojos, las AGC, y de accionar internacional.
Además, en esta zona resalta la presencia del Clan del Golfo, el ELN, el EPL y el Frente 33 de las disidencias de las Farc. De las dinámicas de estos actores sobresale, por ejemplo, que , el EPL o Pelusos han ido disminuyendo su expansión en el territorio, y que el ELN y el Grupo Armado Pos Farc del Frente 33 mantienen un pacto de no agresión.
Esta zona, además, ha sido uno de los epicentros de la violencia sistemática contra la población civil, en donde, por ejemplo, durante el 2021 y según datos de la Secretaría de Posconflicto Y Cultura de Paz de Cúcuta entregados a Caracol Radio, se registraron más de 3000 personas desplazadas de esta subregión del Norte de Santander. Esto sumado a otros hechos victimizantes, como los constantes ataques y enfrentamientos entre grupos armados, en donde los habitantes de esta zona son quienes quedan en medio del fuego cruzado.
Uno de esos hechos se presentó iniciando este año, el 8 de enero, en el municipio de El Tarra,, cuando, según informó el Ejército, tropas del Comando Operativo Energético No.1 fueron atacadas con ráfagas de fusil por el Frente 33 de las disidencias de las Farc. En medio de este hecho, los uniformados respondieron y en medio del cruce de disparos una menor de edad fue impactada por una bala, por lo que fue trasladada a un centro asistencial de Ocaña, donde permanece.
Por otra parte, el pasado 17 de enero se conoció que en el corregimiento Dipurdú de Andagoya, en el departamento de Chocó, tras una incursión armada, al parecer por integrantes del 'Clan del Golfo', una menor de 10 años, Valeria Murillo Murillo, murió al ser víctima de un impacto de arma de fuego, pues este traspasó su vivienda, en donde se encontraba en compañía de su madre.
Hay que señalar que este hecho se habría presentado como parte de los repertorios que estos grupos usan para implantar miedo en la comunidad y reafirmar su control en el territorio. Según informó Semana: “En medio de la jornada violenta la comunidad también reporta que de una de las casas los hombres armados sacaron a un joven, identificado como Jesús Lerma Murillo, quien lamentablemente apareció sin vida sobre una playa del río San Juan”. Además, se agrega que “Medio San Juan es un municipio en el que los niños no solo han sido golpeados por los problemas de orden público sino por las necesidades sociales. En estos primeros días del 2022 el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar evacuó de la zona a menores que presentaban altos grados de desnutrición”.
Por otra parte, vale la pena precisar, y recogiendo el seguimiento de Pares, que el Clan del Golfo es uno de los grupos que más presencia tiene en el departamento del Chocó junto con el ELN, los cuales están en al menos 22 municipios del departamento. La disputa que hay entre estos dos grupos ha afectado a la población de varias zonas del Chocó. Incluso, en los últimos días y tras los recientes hechos, pobladores del municipio Medio San Juan, al sur departamento del Chocó, han abandonado sus hogares.
A estos hechos se suma el asesinato del joven indígena Breiner David Cucuñame, un comunero de 14 años, quien fue asesinado el pasado viernes en la zona conocida como Las Delicias, en Buenos Aires, Cauca, tras un ataque armado el cual habría sido perpetrado por hombres armados pertencientes a la Columna Móvil Jaime Martínez de las disidencias de las Farc.
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Sobre este hecho, vale la pena mencionar, como explicó Harvey Moyan Polindara,
enlace regional del norte del Cauca de Pares, que desde el 2017 en este municipio del Cauca se ha estado viviendo un proceso de reconfiguración de grupos armados ilegales. Justamente, uno de esos grupos que ha surgido tras la firma del Acuerdo de Paz es la columna móvil Jaime Martínez, que en sus inicios fue integrada por algunos excombatientes de las Farc-ep, quienes conformaron este grupo con el interés de disputarse el control de la zona, la cual es geográficamente estratégica, pues es el corredor que se dirige desde el departamento hacia la Costa Pacífica, lo que permite un constante tráfico de economías ilegales y además permite la conexión con la cordillera occidental. Adicionalmente, en este municipio hay una alta concentración de cultivos de hoja de coca y de minería ilegal, otros factores que potencian el interés y disputa de los grupos armados.
Asimismo, como señaló el investigador, esta columna móvil hace parte del Comando Coordinador de Occidente, en el cual confluyen estructuras emergentes de grupos armados posfarc que se han aliado por el control territorial de diferentes zonas del Cauca y del suroccidente del país. También hay que mencionar que en ocasiones anteriores, a la columna móvil se le ha relacionado con amenazas y persecuciones contra la población civil y defensora de derechos humanos y territoriales.
Así las cosas, y con este contexto vale la pena traer a colación el relato que fue dado al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), por parte de una de las personas que estaba en la zona de los hechos:
“Seguimos, nos dividimos en varios grupos, hasta que nos encontramos con Samuel Cucuñame y su hijo que venían de laborar, de construcción. Ellos nos indican que el grupo armado va adelante de nosotros y que tengamos cuidado porque van muy armados. Diez minutos más adelante nos agarran a bala. Nos tocó tirarnos por un peñasco, rodamos. Después nos comunican en la radio de la guardia que habían dos heridos. Salimos a la carretera, pasó el carro de la guardia y nos alzó. Más abajo nos encontramos con los compañeros que estaban heridos. El compañero Guillermo iba demasiado herido, creo que los disparos fueron directamente en el estómago, venía muy mal. El compañero Fabián de la guardia también venía herido. Los logramos sacar en medio de la balacera y después nos llevamos la sorpresa, que más acá arriba, el compañero Samuel, que habíamos encontrado con su hijo, también está herido. Creemos que fue a consecuencia porque los armados tiraron bala a lo que se moviera, a lo que cayera, no tuvieron en cuenta que había caminos, que había personal y que habían niños. Y desafortunadamente cayó un niño de 14 años…”.
Tras estos hechos y a pesar de que fueron auxiliados, se informó que tanto Breiner David Cucuñame como Guillermo Chicame perdieron la vida a raíz de las heridas producidas, mientras que las otras personas que se encontraban en el lugar, entre las que están el padre del menor, se encuentran en recuperación.
Hay que señalar que el menor, además, adelantaba labores de defensa del medio ambiente, uno de los liderazgos que más se ven expuestos a hechos victimizantes en el país, y en uno de los departamentos que presenta los mayores índices de violencia contra las personas defensoras. Al respecto, vale recordar que Colombia lleva dos años siendo el país más peligroso para líderes y lideresas ambientales, según la ONG Global Witness, la cual reportó que 227 líderes ambientales fueron asesinados en el mundo durante 2020, de los cuales, 65 eran colombianos. Incluso, en el informe se estableció que el Cauca es el departamento con mayor número de casos, 20.
Frente a esto, Moyan Polindara añadió que desde el 2020 se ha agudizado la situación de vulneraciones contra menores de edad en el Norte del Cauca. Esto ha tenido que ver con que: “en esta zona hay comunidades indígenas, campesinas, afrocolombianas; comunidades que juegan un papel muy importante en el ejercicio de protección y control del territorio, son figuras de poder local. En ese sentido, siempre han procurado y han luchado por la defensa de la vida, de los derechos humanos y del medio ambiente. Es por esto que vemos que jóvenes, niñas y niños desde muy temprana edad se vinculan a este ejercicio de protección de la Madre Tierra y del territorio; se convierten en líderes y lideresas que ejercen un control y defensa. En ese sentido, y con este contexto, se puede decir que defender el territorio muchas veces es motivo de persecuciones, que en ocasiones terminan en asesinatos por no estar alineados con los intereses de los grupos armados ilegales. Esto no es nuevo, es una situación que se repite en el Cauca, donde líderes, jóvenes, niños, que vienen de todo un proceso histórico, de formación, de sentipensar la tierra que habita, son perseguidos, estigmatizados y asesinados”.
Adicionalmente, y siguiendo lo expuesto por Moyan, estas victimizaciones también se dan por medio de reclutamiento forzado, una de las problemáticas que más afectan a los menores de edad, y que en gran proporción tienen como perpetrador a la la columna móvil Jaime Martínez, el grupo al cual pertenecerían los presuntos responsables de este reciente hecho, quienes ya habrían sido capturados, según se comunicó en la W Radio.
El Consejero Mayor del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, Mauricio Capaz, dijo al medio de comunicación que “las capturas se presentaron en recorridos de la guardia por la zona donde se presentó el ataque. Hay una absoluta reserva sobre el ejercicio de la justicia y los niveles de investigación. No es posible afirmar que los implicados tengan un nivel de responsabilidad directa. (...) Las investigaciones avanzan y los implicados serán sometidos a la jurisdicción especial indígena y de ser encontrados responsables, se les impondrán castigos relacionados con las prácticas y costumbres de las comunidades”.
Sobre toda esta situación vale la pena señalar que según el seguimiento que ha hecho la Coalición contra la vinculación de niños niñas y jóvenes al conflicto armado en colombia (COALICO), durante el primer semestre de 2021, 14.321 menores fueron víctimas de hechos relacionados con el conflicto armado; siendo el desplazamiento forzado el tipo de violencia que más les ha afectado, con un total de 6.951 NNA afectados.
Por último, Julia Castellanos Medina, investigadora del Observatorio de Niñez y Conflicto de la Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico), puntualizó que desde la organización de la que hace parte: “Hemos insistido desde hace mucho tiempo que el recrudecimiento de la violencia ha sido permanente, las dinámicas de confrontación armada han estado aumentando de manera significativa en varias zonas del país, y una de las causas es la disputa entre los grupos armados que pelean el control en los territorios, además, de la débil presencia del Estado, pues esta se ha limitado a movilizar tropas, Ejército y Policía, lo que en lugar de mitigar los escenarios de riesgo para la población, los profundiza. Esto es problemático porque los repertorios de violencia que se han agudizado, vulnerando los derechos humanos de la población civil especialmente de los niños, niñas y adolescentes. Desde la Coalico hemos insistido y llamado la atención sobre esto, pues tan solo en el primer semestre del 2021 logramos registrar 121 eventos de violencia que tuvieron una repercusión directa contra menores. Hacemos un llamado a las instituciones a amparar la vida de los niños, niñas y adolescentes”.
Todos estos hechos, sumados a los que ya han ocurrido en este 2022, son la radiografía de un país en el que la violencia día a día cobra vidas; vidas de líderes y lideresas, vidas de indígenas, vidas de personas afrocolombianas, vidas de menores de edad; vidas que hacían parte de comunidades que hoy siguen enfrentadas a una guerra que les tiene en el medio, sin respuestas y acciones contundentes para parar estos hechos.
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