Por: Redacción Pares
La Línea de Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Fundación Paz y Reconciliación presentará una actualización del inventario de organizaciones delincuenciales que hacen presencia en algunas áreas metropolitanas y territorios priorizados para el análisis, sobre ello es preciso advertir varios aspectos que se desarrollan en este documento.
De entrada se nota que existe cierto grado de incidencia de grupos armados en el escenario de la delincuencia organizada, un ejemplo de esto es el ELN que aunque sigue siendo una guerrilla rural, cada vez es más notoria su presencia en ciudades. Según datos de Pares este grupo armado tiene presencia en 231 municipios. En algunas capitales, como en Cúcuta, el ELN tiene una presencia histórica, al igual que en Quibdó en donde se disputa algunos afluentes del Atrato con el Clan del Golfo palmo a palmo. En algunas ciudades como en Cali y en Bucaramanga, si bien no tienen una presencia directa, si se deja ver su influencia.
Por su parte el Estado Mayor Central -o Estado Mayor de Bloques- como se hacen llamar desde el cisma, tiene presencia en 209 municipios colombianos. Pero en departamentos como Norte de Santander, Cauca y Valle del Cauca su poder en delitos como la extorsión va en ascenso. La Segunda Marquetalia, el grupo que formó Iván Márquez con comandantes que abjuraron de los acuerdos de paz, se hace sentir con fuerza en 65 municipios colombianos.
Al Clan del Golfo es más difíicil rastrearlo porque opera como un holding criminal. En el informe se enumeran su actividades ilícitas: el lavado de activos, el tráfico de estupefacientes y la minería ilegal se han convertido en sus principales fuentes de financiación. Asimismo, también coordina actividades delictivas como la extorsión, las amenazas y, más recientemente, el tráfico de migrantes. Estas actividades, además del enriquecimiento económico, también les ha permitido construir una base social a partir de la cual intervienen en decisiones cívicas y comunitarias.
El control económico que ejercen en zonas como Antioquia, Córdoba, Sucre y los Montes de María es evidente. Según este informe de Pares su presencia se hace visible en 316 municipios. En Bogotá su pisada se hace cada vez más notoria.
Las razones por las que escogieron las ciudades estos grupos armados fue para diversificar su portafolio criminal, además de que algunas de estas ciudades, como Bucaramanga, Cúcuta, Cali y la misma Bogotá, son corredores por los que puede transitar con mayor eficacia sus mercancías.
En localidades como Los Mártires, Santa Fe y la misma Chapinero en Bogotá, las disputas territoriales han aumentado desde el 2022. Se habla ya incluso de una gobernanza criminal en estos sectores de Bogotá: Tunjuelito, Los Mártires, Antonio Nariño, Puente Aranda, Santa Fe, Teusaquillo, Chapinero y Barrios Unidos.
La presencia del Clan del Golfo en la capital es innegable mediante estructuras subcontratadas como lo son La Oficina de San Andresito, Los Boyacos, Los Paisas, Los Costeños, Los Camilos y Los Pereiranos, esto en el marco de una lucha territorial que los enfrenta directamente con el Tren de Aragua y sus aliados presentes en la ciudad.
Desde la línea de Convivencia y Seguridad Ciudadana se han identificado al menos 86 organizaciones que han hecho presencia en Bogotá y su región área metropolitana, de estas, 3 corresponden a GAO (ELN, Segunda Marquetalia y Clan del Golfo), 3 GDO entre los que destacan La Oficina de San Andresito, el Tren de Aragua y la Nueva Junta Directiva del Narcotráfico, y un total de 80 GDCO que se dedican principalmente a rentas como el microtráfico, al hurto en varias modalidades y la extorsión.
Así mismo se presenta el mapeo de organizaciones delincuenciales en varios puntos del país, como el Valle de Aburrá, Cali y el Valle del Cauca, Barranquilla y varias ciudades de la costa atlántica, el eje cafetero, la costa pacífica, entre otras.
Lo que muestra esta radiografía que presentaremos a continuación es un nuevo capítulo de una guerra que parece no extinguirse y un escenario complejo que tiende a agravarse con el paso de los años. Después de pandemia los grupos armados tejieron sus nidos en las grandes ciudades. Lo que podría pasar sería que, si no se toman medidas, las calles de las capitales podrían ser, de nuevo, escenarios de guerra. Este, más que un informe, es una alerta.