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Las cuatro conclusiones que deja una grave crisis

Foto de EFE


La liberación del general Álzate, el cabo Rodríguez y la abogada Urrego, así como la liberación de los dos soldados hace unos días en Arauca, marcan el fin de lo que se podría considerar la crisis más fuerte que ha vivido el proceso de paz en los últimos dos años. No se debe olvidar que en la primera parte de la negociación, cuando estas eran confidenciales, hubo una crisis similar que llevó a que la delegación de las FARC amenazara con levantarse de la mesa. En todo caso, después de estas crisis quedan al menos cuatro grandes conclusiones.

En primer lugar, las FARC logran demostrar que aquel rumor y aquella versión de algunos analistas sobre una supuesta división, o insubordinación de algunas estructuras, quedan totalmente descartados. De hecho, lo que logran demostrar es que tienen mando y control sobre sus estructuras. Incluso, las treguas unilaterales declaradas por la guerrilla durante el año 2014 vienen a confirmar esta situación.

De lo anterior se puede hacer una segunda conclusión, la cual tiene una doble realidad: Por un lado, las FARC salen muy debilitadas ante la opinión pública, ya que el secuestro del general no hizo otra cosa que aumentar el rechazo al grupo guerrillero por parte de la ciudadanía, pero a la vez, salen fortalecidas en la mesa de negociación, ya que no sólo muestran que no están divididas, sino que además sacarán ventaja de la suspensión de la negociación de La Habana realizada por el gobierno nacional luego del secuestro del general Álzate.

La negociación de La Habana se basa en tres grandes principios. El primero se refiere a “lo que suceda en Colombia se resuelve en Colombia y lo que sucede en La Habana se resuelve en La Habana”, el segundo principio es que se negociaba en medio del conflicto y el tercero es el de la confidencialidad. El primero de ellos fue violado por el presidente Santos, cuando anunció la suspensión de los diálogos. Si bien el presidente no tenía otra alternativa, debido a la presión social y política, lo cierto es que tal decisión fue una violación de uno de los principios del acuerdo. De este hecho, las FARC intentarán sacar ventaja y lo cobrarán en la mesa.

Por su parte, el gobierno nacional sale con la situación contraria a las FARC, es decir, fortalecido ante la opinión pública, la cual le venía exigiendo mano dura y además le manda un mensaje a la posición que lo acusaba de ser demasiado laxo. Pero sale debilitado ante la mesa.

Una tercera conclusión es que se demuestra que la guerra de micrófonos entre las FARC y el gobierno nacional ha hecho mucho daño al proceso y a la imagen del mismo. Se comprueba que es mejor solucionar las diferencias con la participación de Noruega como país garante, o Venezuela, Chile y Cuba como veedores. La intermediación de estos gobiernos permitió que el general, sus acompañantes y los dos soldados de Arauca fueran liberados rápidamente.

Una última conclusión se refiere a que el gobierno del presidente Santos no ha logrado desarrollar una estrategia o una pedagogía para la paz. Por ejemplo, explicarle a la población por qué se negocia en medio de combates, emboscadas o ataques guerrilleros; explicarle a la población los beneficios que traerá la firma de la paz, o al menos explicar lo que se está negociando que ha sido imposible para el Gobierno. Esto a su vez ha llevado a que la comunicación del proceso esté en manos de la oposición, es decir, del uribismo, que ha logrado que varios de sus mensajes, en muchos casos falsos, tengan réplica en la población civil, como aquel mensaje de que en La Habana se está negociando la propiedad privada.

Incluso se podría hacer una conclusión adicional, y es que la entrega del general de forma rápida por las FARC y sin mucho show mediático, así como la voluntad del gobierno Santos de enviar rápidamente la comisión negociadora a La Habana, muestra la voluntad de ambas partes por retomar el diálogo y llegar a la firma de los acuerdos.

Publicado también en Semana.com


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