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Las guindas del 20 de julio: una oposición dispersa, un gobierno mesurado y la independencia fragmentada

Por: Oscar A. Chala.

Investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad




Nadie se esperaba 3 situaciones que ocurrieron en la instalación de la tercera legislatura del Congreso de la República: un presidente pidiendo perdón por un caso de corrupción que acontece durante su gestión; una oposición que se dividiera el tiempo de intervenciones en pequeños lapsos más cortos que una canción convencional; y que, a pesar de aquel sonado caso de corrupción, el gobierno pudiera mantener sus mayorías en una de las cámaras, al menos en plenaria.


Los análisis más conservadores y prudentes de la prensa indicaban que posiblemente el gobierno tendría dificultades serias para mantener los acuerdos que permitieran a Jaime Raúl Salamanca llegar a la presidencia de la Cámara, especialmente luego de que Noticias Caracol filtrara dos vídeos de Olmedo López dando sus declaraciones ante un magistrado de la Corte Suprema de Justicia, y en el que ensució a dos de los ministros más cercanos al presidente y a 6 congresistas que conforman la Comisión de Crédito Público del Congreso, además de señalar que parte de los dineros de la Unidad para la Gestión del Riesgo se fueron a contratistas vinculados con el ELN.


Frente a estas declaraciones, el mismo presidente del Partido Liberal, César Gaviria, ya había salido a indicar que su partido no se iba a prestar para el juego de poder del “emperador”, así como varios congresistas salieron a denunciar las estratagemas del gobierno para negociar con los parlamentarios para obtener votos a cambio de recursos. No obstante, y a pesar de las filtraciones y del ruido que generaron en la opinión pública, el gobierno tuvo los votos que por matemática ya conservaba desde la anterior legislatura y salvó una noche en la que el presidente se dirigió al legislativo con un aire distinto a su discurso de hace un año.


El Acuerdo Nacional descafeinado


El ambiente del 20 de julio en el Congreso estaba enrarecido. Horas antes, el presidente había llegado tarde a los desfiles militares que se suelen realizar en conmemoración del Grito de Independencia de 1810, vestido con una camisa guayabera y un pantalón para el calor que generaron la crítica más aireada de varios sectores políticos independientes y opositores, que consideraban que el presidente, de nuevo, estaba irrespetando los símbolos militares con sus desaires.


No obstante, la instalación del Congreso no tuvo mayores retrasos y el presidente, a diferencia de hace un año, no se demoró tanto tiempo en dar su discurso.


A diferencia del discurso del 20 de julio de 2023, el gobierno se salió de la explicación ideológica de su programa y de los principios desde donde partía, para exponer de manera mucho más práctica sus intenciones de cara a la tercera legislatura, especialmente frente a la búsqueda de un Acuerdo Nacional que permita discutir y pactar las reformas sociales y aprobarlas a través de un fast-track que permita su rápida discusión y debate.


Sin nombrar de manera explícita la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, ni apelando al poder constituyente con el que ha englobado la acción política de sus bases sociales, tal parece que el gobierno ha buscado construir una relación mucho más fluida con el Congreso cediendo en evitar presionarlo con la herramienta de la radicalización democrática y buscando no generar ninguna suspicacia sobre cualquier intento de ruptura institucional.


Es posible que este cambio en el lenguaje y en el mensaje político que envía al parlamento devenga de la gestión de Juan Fernando Cristo como ministro del Interior, quien ha sido encargado por el gobierno para aterrizar la idea de un nuevo Acuerdo Nacional y que ha buscado alejar cualquier conclusión que se salga el marco de la Constitución de 1991, tal y como fue contado en esta nota.


En Colombia hay tres oposiciones: no se conocen entre ellas


A pesar de que en la legislatura pasada la mayoría de los partidos que componen la oposición se articularon alrededor de ciertas estrategias para romper el quórum (especialmente el ausentismo) y coordinaron acciones para evitar hasta último momento que el gobierno pudiera aprobar la reforma a la salud y la pensional, en el papel cada una de ellas responde a sus propios intereses y tiene diferentes lecturas del momento político del país, tal cual quedó demostrado en las intervenciones que realizaron cada uno de los partidos que la integran.


La primera de ellas es la oposición uribista, integrada por el Centro Democrático y por algunos congresistas cercanos (como Miguel Polo Polo), que refleja las posiciones más radicales de la derecha fuerte. La segunda es la oposición de derecha liberal, representada por Cambio Radical, que representa el discurso moderado desde posturas liberal-conservadoras, y la tercera es un sector mucho más gaseoso, integrado por sectores de los partidos independientes que son de facto opositores al gobierno, partidos opositores que han acompañado en algunos momentos proyectos del gobierno, y sectores independientes minoritarios más cercanos al centro político, pero cuyos partidos se declararon en oposición.


Lo importante del discurso de la oposición era observar el grado de coordinación existente entre cada uno de los bloques y su grado de integración dentro de un discurso común que pudiera contestarle y controvertirle al gobierno nacional. Sin embargo, lo observado en sus intervenciones demostraron varias cosas:


1. La oposición liderada por Cambio Radical, y que es el ala moderada dentro del bloque declarado en oposición, ha consolidado su mensaje alrededor de un discurso mucho menos catastrofista y apocalíptico frente a la situación del país. Tanto las intervenciones de David Luna como de Óscar Ocampo, representante por el departamento del Cauca, parten de una lectura mucho más ponderada frente a la situación económica y de seguridad en el país, pues reconocen que el gobierno ha tenido voluntad para hacer cambios, pero cuestionan la capacidad de ese gobierno para lograrlo, lo que ha llevado a la crisis de seguridad y a la desaceleración económica. No obstante, están abiertos a la posibilidad a potenciales negociaciones futuras como un Acuerdo Nacional.

 

2. Por otra parte, la oposición uribista sigue sin encontrarse más allá del legado del expresidente Álvaro Uribe y se mantiene sumergida en los claroscuros entre el ocaso del uribismo en la política colombiana y la construcción de una nueva identidad que aún se encuentra en un estado emergente. El discurso de Miguel Uribe fue un repaso general del programa político del uribismo de antaño, sin profundizar las críticas comunes frente al gobierno, lo que denota que, más allá del programa político del uribismo, no tienen claro una hoja de ruta en la cual plantearse como alternativa frente a la gestión Petro.

 

3.  No obstante, aunque Cambio Radical y su mensaje moderado sean hoy la cabeza del bloque opositor en el parlamento, en las calles es el discurso reaccionario el que se ha impuesto en la mayoría de la gente, especialmente en las marchas opositoras, que se han convertido en el refugio desde donde libertarianos, militares retirados y fundamentalistas religiosos han estado consolidando un nuevo mensaje político, mucho más cercano a las nuevas derechas latinoamericanas que hoy gobiernan en El Salvador, Argentina y Ecuador, y que ya gobernaron en Brasil.

 

4.  Los sectores independientes sugieren críticas válidas, pero les cuesta ubicarse políticamente, lo que les quita agencia y pertinencia. La intervención de Daniel Carvalho demostró que hay un sector de congresistas independientes que no se sienten cómodos con que sus partidos se encuentren en la oposición, especialmente cuando no se comparten premisas ideológicas con aquellos partidos ubicados a la derecha del espectro. Al mismo tiempo, las votaciones en Cámara demostraron que también hay independientes que se encuentran incómodos de pertenecer a bancadas que hacen parte del bloque de gobierno, cuando políticamente se encuentran en su contra.


La desconexión y la incapacidad de construir un mensaje conjunto con capacidad de unificar la vocería de la oposición en una serie de críticas y demandas que pudieran convertirse en un nuevo manifiesto político de cara hacia los escenarios electorales de 2026 demuestran que los partidos que integran este bloque no tienen mayor interés en consolidarse, más allá de compartir estrategias conjuntas para actuar contra las agendas legislativas del gobierno.


Cada bloque tiene su propia interpretación de la situación del país y a partir de esa lectura actúan dentro de las dinámicas parlamentarias, pero es claro que no tienen un consenso a nivel ideológico y político que les permita convertirse en opción de poder. De hecho, es claro que cada bloque tiene sus intereses electorales particulares que, en muchos casos, puede ser antagónico.


Sin una oposición unida, es probable que la posibilidad de un bloqueo político no devenga de estas fuerzas, más cuando uno de los bloques está dispuesto a negociar con el gobierno.


Las independencias son campos ocupados de facto por los bloques políticos más grandes


Las elecciones a Cámara estuvieron cantadas cuando la mayor parte de congresistas de algunas bancadas indicaron sus votos desde un día antes de la sesión plenaria en la que se iba a elegir la mesa directiva. El Partido Verde, el Partido Liberal, el Partido de la U y el Partido Conservador votaron de manera fragmentada, aduciendo a la libertad que estos partidos entregan a sus congresistas para votar independiente de la posición de su bancada.


La derrota de Katherine Miranda debe observarse como la manifestación de que los partidos independientes se han convertido en el campo principal de disputa entre el bloque de gobierno y el bloque de la oposición, y que estos partidos independientes fluctúan en su relación con el gobierno a partir de la repartición de burocracia, la negociación con los grandes barones de los partidos y la entrega de cupos indicativos.


Esto puede observarse en la composición del legislativo al cierre del segundo año de la legislatura, en la que prácticamente no existen sectores independientes que no sean cercanos ni al bloque de gobierno ni a la oposición.



Fuente: Elaboración propia.



Si estos datos se contrastan con la votación que obtuvo Miranda y Salamanca para la presidencia de la Cámara de Representantes, se puede ver que los votos por Salamanca se corresponden casi de manera exacta con los votos del oficialismo y los votos independientes cercanos al gobierno, mientras que los votos por Miranda vinieron de la oposición interna dentro del Partido Verde y Liberal, de los independientes distantes de la U y del Conservador y de la oposición misma en sí.


Fuente: Elaboración propia con datos de la Cámara de Representantes.



Lo que implica que, en la realidad, las atomizaciones que se han sucedido dentro de los partidos y su fragmentación han anulado la existencia de un bloque independiente real, y que en la realidad existen sólo dos bloques políticos en el Congreso, frágiles y fluctuantes debido a la capacidad del gobierno de negociar con estos actores para evitar que terminen engrosando las filas de la oposición.


En esa correlación de fuerzas en Cámara de Representantes, el gobierno sigue conservando su mayoría frágil (113~114 votos) frente a una oposición dividida, también fragmentada y desconocida entre sí, que conserva un poco más de un tercio de la plenaria (69~75 votos).



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