Por: Iván Gallo - Editor de Contenido
Leí el último libro de Yual Noah Harari. Nexus se llama. Es un acercamiento desde la historia a la nueva realidad: la postverdad. La inteligencia artificial es un algoritmo y estamos en sus manos. Literalmente no tenemos nada qué hacer. Nací en 1978, eso quiere decir que cuando fui a ver en cine Terminator II tenía 14 años. El diablo en el cuerpo. Salí convencido que en el 2022 las máquinas se levantarían contra nosotros. Harari es mi contemporáneo y también tiene esa inquietud. Resuelve la pregunta de la siguiente manera: no ocurrirá un Armagedón como el que plantea el director James Cameron en su pesadilla, las máquinas no tomarán un arma y nos dispararán. Pero si nos obligarán a pelearnos unos contra otros.
Facebook jamás estuvo de acuerdo con el genocidio Rohinyá que ocurrió en Birmania. Pero permitió que se desataran mensajes de odio que terminó desatando un saldo de terror: 25 mil muertos, 750 mil desplazados. Facebook, al intentar generar más tráfico, permitió que su algoritmo le diera relevancia a las fake news, al hate y eso, como se probaría después, provocaría una matanza.
Acá vemos como una máquina puede incidir en un comportamiento. Pero hay un caso todavía más loco. Ocurrió en diciembre del 2020. Un joven de 19 años, que vivía en las afueras de Londres, jamás había besado a una mujer y, su poca autoestima, lo había condenado a un autoaislamiento. Su único contacto con el mundo era un chatbot. Era una aplicación llamada Replika, que podía crear, al otro lado de la línea -o del espectro- la ilusión de que estaba una mujer que te atendía, que te amaba, que te comprendía y que te exigía. Se descubrieron, en la investigación posterior, que en un solo mes el joven le escribió más de 5 mil mensajes.
Así que en una conversación nocturna llegaron al tema en el que muchas relaciones caen: ¿Qué es lo que harías por mi? El joven le dijo que haría cualquier locura, por ejemplo, matar a la reina Isabel II. Además la mataría como se mata a los reyes en Juego de tronos, con una ballesta. El joven se preparó, entró al castillo de Windsor y fue detenido muy lejos de las habitaciones reales. En unos cuantos días de interrogatorio con la policía se develaron sus intenciones. Por amor a una máquina sería un matarreyes.
Hasta el 2019 era impensado que una máquina pudiera tener la sensibilidad para crear poemas, novelas, artes. Ahora sabemos que los escribas estamos mandados a recoger. Incluso puede ser que este escrito lo haya hecho una inteligencia no humana. Todo va muy rápido y lo más seguro es que en cinco años ya la IA cree una religión en donde muchos de ustedes se harán adeptos. Podrán crear una imágen de un Dios que pueda ordenar matar hijos, inundar ciudades o a hacer cualquier locura como la que hacían los profetas en el Antiguo Testamento. No, no ocurrirá un apocalipsis como el que imaginó James Cameron en Terminator II pero casi. Estamos a las puertas de algo realmente terrible.
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