Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Desde hace seis semanas comenzó a construirse en Colombia el rompecabezas de la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Son varios los actores que hasta el momento han manifestado su respaldo completo y decidido al reinicio de los diálogos de negociación con la última guerrilla del continente. Hacen parte de este grupo visible de amigos de la paz –hasta el momento– el Gobierno Nacional, la Iglesia Católica y la Comunidad Internacional.
El primero en manifestarse fue, por supuesto, el Jefe de Estado, Gustavo Petro, a quien le corresponde la responsabilidad constitucional de iniciar o no este tipo de procesos. Desde el primer día de mandato presentó su propuesta de construir una Paz Total para el país. Abriendo con ello, una inmensa ventana de oportunidades para el reinicio del proceso con el ELN, la cual estuvo cerrada por casi cuatro años durante el gobierno de Iván Duque.
Como muestra de su apuesta decidida por la paz, el Gobierno Nacional hizo dos cosas: mandó una delegación de acercamientos a La Habana, Cuba, compuesta, entre otros, por el ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva Duran, y por el Alto Comisionado de Paz, Camilo Rueda, para que le dejaran claro a la contraparte el deseo de negociar la paz durante su gobierno.
Además, expidió un decreto que levantó las órdenes de captura y de extradición de la delegación de paz del ELN que se encontraba en el exterior. Lo que significó, también, la reactivación de los protocolos firmados entre el Estado y esta organización y que les permite a los delegados de la insurgencia regresar al país para hacer las consultas y ajustes necesarios para decidir si desean o no continuar con el proceso.
Un segundo actor que se sumó a la defensa de la paz con esta guerrilla ha sido la Iglesia Católica. Desde 2021 esta organización delegó a varios miembros como gestores de paz, entre ellos al padre Luis Mariano Montemayor y a Monseñor Héctor Fabio Henao. Y este año la Conferencia Episcopal de Colombia, en su asamblea anual, decidió apoyar la salida política negociada al conflicto colombiano con el ELN, convirtiéndose en ficha clave para reabrir los diálogos y permitir las negociaciones en el país.
De manera similar también se unió a este grupo de amigos de la paz la Comunidad Internacional. A través de Carlos Ruiz Massieu –quien encabeza la Misión de Verificación en Colombia– la Organización de las Naciones Unidas manifestó su interés en hacer seguimiento y acompañar las voluntades de las partes para reanudar la mesa de conversaciones. Apoyo internacional que nunca se ha ido y que ha quedado claro con la presencia de países garantes como Cuba y Noruega.
Un importante actor internacional que se unió la semana pasada es el gobierno venezolano de Nicolás Maduro. Luego de que el Gobierno colombiano mandara la delegación diplomática y anunciara la reapertura de la frontera y las relaciones comerciales, el país vecino aceptó la invitación de unirse al grupo de países garantes del proceso de paz. Un interés que se acrecienta con la idea que maneja el ELN de ser una guerrilla binacional.
Finalmente, se le han unido otros actores, entre ellos, un grupo de políticos que desde el Congreso de la República vienen presentando y defendiendo la idea de Paz Total. Han sido muy visibles el presidente del Senado, Roy Barreras, y el presidente de la Comisión de Paz del Congreso, Iván Cepeda Castro, al igual que muchos de los miembros del Pacto Histórico.
Sin embargo, aún faltan más actores importantes por involucrarse. El primero de ellos, por raro que parezca, es el mismo ELN. Luego de la suspensión de las órdenes de captura, la delegación de paz que estaba en Cuba regresó al país con el objetivo de hacer las respectivas consultas internas sobre la conveniencia de retomar los diálogos con el Gobierno y para recoger los consensos sobre los temas de la agenda, los miembros de la nueva comisión negociadora y las responsabilidades de representación.
Esto significa que un actor clave que debe involucrarse en la construcción de la paz es el mismo ELN. Deberá ser su Comando Central (COCE), sus mandos medios y toda su conglomerado de estructuras regionales –con distintos niveles de desarrollo y autonomías– los que deberán entrar pronto a demostrar su voluntad real, tal como lo hizo el Gobierno Nacional. Se espera con ilusión que esta decisión colectiva de retomar el camino de la paz se tome de manera rápida y segura.
Y el segundo actor relevante que debe manifestarse colectivamente y rodear el proceso e involucrarse en él es la sociedad civil. A pesar de que algunos académicos y líderes de opinión han manifestado su deseo del reinicio de las negociaciones, faltan por hacerlo muchas organizaciones de la sociedad, pues sin ellas este proyecto sería muy difícil. Esto último debido a la experiencia en el anterior proceso con las desmovilizadas FARC-EP y además a que es un deseo profundo del mismo ELN.
De allí que el Gobierno Nacional quiera impulsar este apoyo convocando a los llamados Diálogos Regionales Vinculantes, que inicialmente se convierten en espacios de planeación del desarrollo regional y territorial y que brindarán las bases para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, pero luego dejará instalada la infraestructura social y política para vincular a la sociedad colombiana al proyecto de Paz Total. Convirtiendo así a este actor en el doliente principal de la paz, el cual nuevamente ayudará a superar los problemas estructurales de la nación.
Lo más seguro es que a este grupo amplio de amigos visibles de la paz se le unirán rápidamente otros actores. Se complementará por parte del Estado con otros agentes como la Fuerza Pública, el conjunto del Congreso y los poderes autónomos. Igualmente, se le unirán más países amigos en calidad de garantes y acompañantes del proceso, como Chile y España. Y comenzarán a unirse las diversas organizaciones de la sociedad civil, como los sindicatos y las asociaciones de universidades y defensores y defensoras de los derechos humanos.
Serán muy pocos los que desearán quedarse fuera de esta magnífica oportunidad de apoyar la construcción del rompecabezas de la paz. Un proyecto nacional con el que se busca que todas las partes participen y que todas, al mismo tiempo, ganen. Un momento lúdico para ponerle fin a un largo conflicto armado –que en poco cumplirá las seis décadas– y que ha provocado la presencia constante de la llamada por José Barros “maldita violencia” y que ha interpretado magníficamente Leonor González Mina, nuestra Negra Grande de Colombia y que invito a escuchar:
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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