Por: Redacción Pares
Hoy en día es imposible reconocer a Juan Carlos Ramírez Abadía. Justo en el día en el que una película como Emilia Reyes acaba de obtener 10 nominaciones a los Globos de Oro, el narco Ramírez Abadía acaba de salir libre. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? La película francesa cuenta la historia de un narco mexicano que debe desaparecer y, para hacerlo, se debe hacer una serie de operaciones estéticas para convertirse en mujer. Ramírez, a quien le decían Chupeta, se sometió a doce intervenciones quirúrgicas para convertirse en otra persona. Y así se fugó al Brasil para vivir otra vida. Pero allí lo atraparon.
No, al contrario de la mayoría de malos él nació en cuna de oro. Fue el menor de cinco hermanos de una familia pudiente de Palmira. Incluso su apodo no tenía nada de malo, le decían Chupeta porque era un tipo dulce. Sin embargo para hacer negocios era un tipo temible. Tanto que desde joven, por allá en la época de los noventa, acumuló un imperio que se hizo visible para los gringos. Así le llegó su primera condena. De la mano de sus mentores, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, acumuló una fortuna de 1.800 millones de dólares. Era 1994, Pablo Escobar había caído y él era uno de los enemigos del capo del Cartel de Medellín que se apoderó de sus rutas. En 1996 lo condenaron a 30 años de cárcel pero sólo pagó cuatro.
Cuando quedó libre se fue a Brasil, transformó su rostro y literalmente desapareció. Comparen dos fotos y veánla. No lo reconocerán. La quijada es más ancha. El mentón está partido. Los pómulos más salidos. En un periodo de veinte años llenó Estados Unidos de coca: 10 mil toneladas. Fue uno de los hombres más buscados del mundo. Si no lo capturaron antes fue por su capacidad de corromper toda la estructura de poder, desde congresistas hasta agentes de la DEA. Entre sus contactos estaban mexicanos que crecían a la sombra de los grandes capos. Uno de ellos fue nada más y nada menos que el Chapo Guzmán.
Pero la dulzura que supuestamente tenía Chupeta se deshizo con el fragor de su ambición y la guerra. Se le atribuyen 300 muertes, entre ellas la devastación de la familia de su enemigo, el narco Victor Patiño Fomeque, a quien le mató 35 familiares sólo por llevar su sangre.
Lo atraparon en Sao Paulo, el 7 de agosto del 2007. Estaba en su mansión en Morada do Lagos, un exclusivo sector de esa ciudad. Tenía, en efectivo, en el momento de su captura, 300 mil dólares. Lo delataron sus excesos. Tenía, nada más en Sao Paulo, 16 empresas y 28 mansiones. En Cali le encontraron caletas donde llegó a guardar hasta 28 millones de dólares en efectivo. Los gorgojos alcanzaron a comerse dos millones de dólares. En Cali esta cantidad de dinero encontrado lo convirtió en un mito. Todos buscaban tesoros en los lugares más insospechados de Cali.
El testimonio de Chupeta fue fundamental para condenar al Chapo Guzmán, quien fue su socio y discipulo. En agosto del 2023 la corte de Brooklyn en Nueva York lo condenó a veinte años de cárcel. Estos empezaban a contar en el 2008. Así que, con las rebajas de penas, le dio para ser puesto en libertad el pasado nueve de diciembre. No se sabe si Chupeta regresará por sus caletas de oro y dólares a Cali. Lo cierto es que, a pesar de su prontuario, pagó demasiado poco. Al final se salió con la suya.
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