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Los músicos que se enfrentaron con sus canciones a las más feroces dictaduras

Por: Iván Gallo - Editor de Contenido




Unas horas después de que las bombas cayeran sobre la Casa de la Moneda y quedara instalada en Chile la bota militar, Victor Jara fue detenido, sometido a tortura y asesinado a mansalva en el Estadio Nacional de Chile. Le arrancaron las manos. Una dictadura es tan frágil que un poeta puede ser alguien peligroso. En Chile Neruda se murió de pena moral, arrinconado en su casa en Isla Negra. En Argentina un militar le dijo a León Gieco que la próxima vez que cantara “Sólo le pido a Dios” ese himno que escribió a los 22 años, le pegaría un tiro en la cabeza. Se exiliaron. Algunos se quedaron. Los detenían en la calle por mechudos, por llevar los jeanes sucios, por porreros, por comunistas, por ser jóvenes y vivir y cantar.

 

El 24 de marzo de 1976 los militares derrocaron a María Estela Martínez de Perón. Empezaba la dictadura. Por los menos 30 mil personas fueron desaparecidas entre ese año y 1984, cuando regresaba la democracia de la mano de Alfonsín. La cultura fue uno de los blancos sobre los que se cebaron los militares. Libros, revistas, películas, pero sobre todo canciones, se censuraron. Se quería reescribir la historia. Sergio Pujol, reconocido escritor, dio esta declaración en su momento al diario Página 12: “No bastaba con secuestrar y desaparecer gente ni con eliminar la vida política argentina, la dictadura necesitaba un consenso en la sociedad, “En el caso de la música, se creía que el efecto sobre la subjetividad de los jóvenes argentinos era mayor porque la vivían intensamente y compartían la escucha en hogares y recitales”.

 

En esa época empezaban a salir los grandes del rock argentino, Pappo, Spinetta, Charly García, Los abuelos de la nada. Charly García tuvo una gran idea al lanzar una canción sobre la extinción de los dinosaurios que era una clara metáfora de las desapariciones: “Los amigos del parque, van a desaparecer, la persona que amas, puede desaparecer”.

 

Los militares primero fueron por los cantantes folcloricos, los que se paraban duro como la gran Mercedes Sosa. Pusieron en la lista negra el Movimiento del Nuevo Cancionero del Folclore. En Brasil cantantes poetas como Gilberto Gil, Caetano Veloso y Chico Buarque también dejaron todo y se exiliaron por la dictadura. Los acusaron en 1968 de burlarse del himno nacional. Una estupidez. Así pasó en Uruguay con Alfredo Zitarrosa.

 

En la Argentina fueron censuradas 200 canciones. Prohibidas para ser escuchada en la radio y el que tuviera alguno de estos discos era considerado un subersivo. Algunas de estas canciones, por si quieren armar una lista en Sporify, fueron: Marcha de la bronca de Pedro y Pablo, Como la cigarra de Mercedes Sosa, La cultura es la sonrisa, de León Gieco, Ayer Nomás de Moris y Pipo Lernoud, Me gusta ese tajo, de Pescado rabioso, Viernes 3AM de Serú Girán, El twist del Mono Liso de María Elena Walsh y Guerrillera de Horacio Guaraní.

Ha pasado el tiempo y ya no hay dictaduras militares en América Latina. Y si hubiera no censurarían nada. A los milicos les encanta el reggetón.

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