Por: Redacción Pares
En Chile y en Colombia existen nostálgicos de la dictadura. Algunos dicen que si uno no se metía con los militares ellos no te hacían nada. Que Allende estaba llevando al desbarrancadero al país. Que se iban a volver como Cuba. Que Pinochet, si bien cometió algunos errores y excesos, fue un héroe. Por más de que se muestren cifras, los entusiastas de la dictadura de Chile van a seguir con sus ideas completamente fijas, inmutables.
Desde que el 11 de septiembre de 1973 sacaran a Allende del Palacio de la Moneda a bombardeo limpio, el régimen de Pinochet se caracterizó por su brutalidad. La tortura, la censura y la desaparición fueron su impronta. La Comisión Nacional Sobre Prisión Política entrevistaron a cerca de 35 mil personas para tener el universo más claro del nivel de salvajismo que había tenido la dictadura en las casi dos décadas en las que mandó. Los resultados se dieron a conocer en el 2011 y estas reportaron un número de víctimas superior a las 40 mil personas.
Los artistas se fueron, los que tenían voz propia. Algunos fueron torturados y masacrados como el gran Victor Jara. A mediados de los ochenta surgió en Chile una generación de valientes que, agotados de la dictadura, empezaron a moverse. Pinochet, con humo en la cabeza, creía que todavía conservaba las mayorías. Por eso aceptó medirse en un plebiscito. Le preguntaron a los chilenos si querían seguir respaldando a Pinochet. Ganó el No. El país había cambiado. El éxito sin precedentes de Los Prisioneros así lo corroboraba.
Nacieron en 1983. Habían bebido de las fuentes de Violeta Parra, Victor Jara, los Jaivas. La formación estaba compuesta por Jorge González, que era el cantante y compositor, un tipo duro que decía las cosas sin filtro, Claudio Narea y Miguel Tapia. En Colombia sus discos empezaron a llegar en 1987 y fue la locura. Acá nos preguntábamos ¿Cómo era posible que una banda desde Chile, desafiando a la dictadura, no le diera miedo desmantelar la burbuja chileno que hablaba de Milagros Económicos, respaldadas por la Escuela de Chicago, haciendo una canción tan dura sobre el desempleo como El baile de los que sobran? ¿Cómo podían ser tan directos contra la dictadura -y a la vez tan poéitcos- con canciones como ¿Quién mató a Marilyn? En 1988, en plena campaña por el No, en un concierto en Viña del Mar, Jorge Gonzalez no pudo ser más directo a dedicarle a Augusto,el general, el estribillo ¿Por qué no te vas, no te vas del país?
Gonzales y Tapia son los Lennon y McCartney chilenos, se conocieron en 1978 cuando tenían 14 años e iban al mismo curso. Sin importarles la represión estos muchachos en 1983 ya se llamaban Los Prisioneros pero sólo dos años después pudieron lanzar su primer disco. Sufrieron la represión, fueron censurados pero tuvieron la valentía de lanzar su Tren al sur en las barbas del monstruo. Era un rock supremamente comercial, todos lo consumían, pero era música revolucionaria, contestaría. Osea, Nerea y Gonzalez de verdad corrían riesgos al interpretar sus canciones. En Colombia cada vez que vinieron ha sido una sensación. Incluso cuando los egos de Gonzalez y Tapia hicieron irrespirable el ambiente y tuvieron que separarse.
En Chile aún se siguen burlando de Pinochet. Su cineasta más destacado, Pablo Larraín hizo en el 2023 la sátira maravillosa llamada El Conde, en donde mostraba a Augusto y a su familia como seres de más de 250 años que vivían eternamente gracias a sus condiciones de vampiros. El filme, aunque le trajo aplausos internacionales, fue visto como un agravio por mucha gente en Chile que, lamentablemente, anhela la feroz dictadura. La extrema derecha renace en todo el continente. Por eso hay que recordar siempre a grupos como Los Prisioneros, que consideraban que era un deber que tenían, como artistas y figuras públicas, decir la verdad y oponerse a un poder tan violento como el que ejercía Pinochet.
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