Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Esta columna de opinión, que tiene aires de reseña de libro, está dedicada a presentar la antología de textos Un país por descifrar, publicado este año por el sello Editorial Universidad de Antioquia con apoyo del Instituto de Estudios Políticos de la misma universidad. El libro hace parte de la Colección Claves Maestras, con la que la editorial busca recoger las voces escritas y los pensamientos de las profesoras y los profesores más destacados e influyentes de esta alma mater, la misma que este año cumple 23 décadas de existencia.
En este se recogen 120 columnas de opinión que la maestra María Teresa Uribe de Hincapié publicó en el periódico El Colombiano entre 1985 y 1987. Son escritos en los que se analiza un momento crucial de la historia política del país: acoge hechos tan trágicos como la Toma del Palacio de Justicia, que dividió la historia del país y sirvió para contar, a partir de allí, las víctimas del conflicto armado; o el protagonismos que alcanzó el narcotráfico como combustible del motor de la guerra en el país.
La manera como está organizado el texto –en cuya división participaron varios profesores de la casa de estudios de la que hizo parte la maestra– tiene la virtud de mostrar la vigencia de su pensamiento. Pues proponen una división de temas que recoge asuntos de interés general, como los asociados al conflicto armado y las negociaciones de paz; al igual que asuntos de cultura política y ciudadana, vinculados a las transformaciones que durante ese tiempo se estaban dando en torno a la descentralización administrativa de Belisario Betancur y Virgilio Barco.
Igualmente, es un texto que tiene un interés para públicos más específicos: aquellos que buscan siempre, en los escritos de la maestra, sus grandes contribuciones al análisis del conflicto armado y la construcción del Estado nacional en Colombia. Las reflexiones que María Teresa realiza las hace en un momento histórico que le permitieron ahondar en sus intereses académicos, pues se estaba gestando la descentralización del poder y forjando otros relacionamientos regionales; además, las violencias y las guerras estaban generando transformaciones en las acciones colectivas y los derechos de la ciudadanía.
En síntesis, aunque son textos que están escritos para una coyuntura específica, llama la atención la actualidad del pensamiento de la columnista. Allí encontrarán asuntos casuísticos y aleatorios como “De volcanes, atentados y revelaciones” donde habla de la tragedia dejada por la erupción del Volcán Nevado del Ruíz en noviembre de 1985, que coincide con la alerta naranja que hoy estamos viviendo. También, como temas estructurales y no superados, asociados a las múltiples guerras que hoy persisten o al asesinato de líderes sociales y políticos, está “El tiempo del exterminio” sobre el genocidio de la UP.
Fueron cerca de tres años de continua reflexión que sirvieron a la profesora para presentar sus análisis en temas muy diversos. Quedando evidenciado su amplio saber de la realidad colombiana y también su habilidad para abordar los temas que deberían estar en la agenda pública. Por ejemplo, en sus artículos sobre Mujeres y Feminismo (pp. 237-252) habló de “El decenio de la mujer” y en el fortalecimiento del movimiento feminista en Colombia, además del “reto de consolidar y hacer cumplir las determinaciones adoptadas en el país durante el decenio” (p. 241).
Incluso, a la maestra le quedó tiempo, en aquellos años de turbulencia, para reflexionar sobre su amada alma mater y criticar “La soledad de la Universidad” y la violencia contra la comunidad académica, al igual que la necesidad de defenderla, pues en la primera semana de agosto de 1987, en la Universidad de Antioquia, “en menos de diez días habían muerto cinco estudiantes y dos profesores” (p. 355). Valiosas reflexiones in situ que le sirvieron a la profesora para que, una década después, la invitaran los directivos de la Universidad a reconstruir su historia, la cual en 2003 celebró sus primeros dos siglos de existencia.
Son escritos cuidadosamente elaborados, con títulos llamativos en los que se nota, en su trabajo, el esfuerzo por usar metáforas y analogías —como “El aprendiz de brujo” y “Las dos caras de Jano”—, o dichos populares —como “Contame más bien cuentos de vivos” o “En un bosque de la China…”— para llegar, con un lenguaje sencillo, a un público más amplio. Con lo que queda demostrado, una vez más, el compromiso de la profesora como intelectual con el país y con desarrollar una escritura “tranquila, clara y sumamente provocadora” (p. 16), como lo señala su compañera de trabajo y presentadora del libro, la profesora Liliana López.
Son 12 secciones y 120 columnas de opinión que, durante cerca de tres años, sirvieron a la profesora para hacer una mirada crítica del país. En Un país por descifrar nos encontramos con un texto que ayuda a descubrir los hilos del poder en Colombia y que debido a su potencia analítica muy bien podría haberse llamado “Descifrando un país”, título que la profesora no hubiese aceptado debido a que —como dice la profesora López— atesoraba “el valor de la humildad” y tenía un constante deseo de dejar planteadas hipótesis y no solución de casos.
En conclusión, este es un bello libro con el que la Editorial Universidad de Antioquia hace un homenaje a una profesora y líder intelectual, que abandonó su cuerpo en enero de 2019, pero que supo con sus palabras y reflexiones quedarse para siempre entre nosotros. Supo con su don de maestra ganarse el respeto de todos y convertirse en “la figura de intelectual que marcó el rumbo de los estudios politológicos en el país” (p. 13) y que hoy continúa guiando con su prosa rigurosa y pensamiento crítico la mente de muchos analistas que siguen sus trabajos.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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