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Me reuní con el procurador para hablar de paz

Foto de PGN


Después de Uribe el procurador Alejandro Ordóñez ha sido el mayor crítico de las negociaciones de paz que adelanta el gobierno nacional con las FARC. Incisivo. Punzante. Cada semana carga contra las conversaciones de La Habana. Acudió incluso a La Haya, a la Corte Penal Internacional, para advertir de un posible pacto de impunidad en esas negociaciones. Lo ha hecho desde la alta investidura de jefe del Ministerio Público. Lo ha hecho a sabiendas del gran impacto de sus palabras en importantes sectores de la opinión nacional.


Por eso acepté sin pensarlo la invitación a su despacho para hablar de un ‘pacto para la paz’. Una idea que ha expuesto en varios foros en las últimas semanas. Quería saber los detalles de la propuesta. Quería comprender el cambio de actitud del procurador. Quería mirar la posibilidad de ayudar para que este ‘pacto’ salga adelante. Me dijo cosas muy interesantes y valiosas, les cuento algunas a los lectores:


–La firma del acuerdo con las FARC es ahora irreversible.


–Pero firmar un acuerdo de terminación del conflicto es menos difícil que lograr la reconciliación. ¿Cuántas veces en nuestros 200 años de vida republicana se ha convenido el final de las hostilidades? Muchas veces y muchas veces se han vuelto a tomar las armas para reanudar la violencia.


–Si se va a firmar un acuerdo con las FARC se debe aprender de las experiencias del pasado.


–Se requiere que lo que se acuerde se cumpla.


–Se necesita además que la paz quede bien hecha, esto es, que sea sostenible en el plano jurídico y en lo político. Solo así será una paz estable y duradera.


–Lo que le dará sostenibilidad política al acuerdo que se llegue con las FARC es que los diferentes sectores sociales y políticos concurran libre y conscientemente a un gran Pacto para la Paz.


–El presidente Santos no puede arrasar a los críticos del proceso de paz, no puede tacharlos de enemigos de la paz, eso era entendible en la campaña electoral, ahora no, ahora él es el mandatario de todos los colombianos.


–Pero quienes critican las negociaciones con las FARC deben abrirse a estudiar los acuerdos, a valorar lo convenido de manera racional.


–La convergencia en un Pacto para la Paz de críticos y partidarios de las conversaciones de La Habana será lo que convierta la paz en una verdadera política de Estado.


–El Pacto por la Paz implica en primer lugar el acercamiento y el acuerdo entre el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Es la hora de hacer a un lado las pasiones y actuar de manera racional y ponderada.


Escuché con atención todo lo que dijo el procurador, especialmente su preocupación por una reglamentación del marco jurídico para la paz que le cierre las puertas a la impunidad y un plan de desarme y desmovilización que garantice el fin de la violencia de las guerrillas. Comprendí que en esos puntos hay diferencias muy grandes pero no insalvables con el gobierno y con la marcha de las conversaciones.


Vi al jefe del Ministerio Público en una nueva actitud. Lo vi en la posición de ir hacia adentro del proceso de paz para influir desde allí en el resultado final, para trabajar en la reconciliación. Lo vi en la disposición de buscar el acercamiento del expresidente Uribe a las negociaciones de La Habana y a unas eventuales negociaciones con el ELN. También en la decisión de conversar con otros sectores críticos para allanar el camino hacia el Pacto para la Paz.


No será fácil. La polarización ha sido severa. Tejer el acuerdo será un trabajo largo y paciente. Pero es una magnífica oportunidad, dada la persona que ha tomado la iniciativa. El procurador Ordóñez tiene una alta representatividad en la sociedad y en el Estado y se ha ganado la confianza plena de los críticos del proceso. Tiene ascendencia en el Partido Conservador y en el Centro Democrático. Es el depositario de muchas de las inquietudes de Uribe.


Tampoco será fácil vender la idea del Pacto para la Paz entre la variada gama de fuerzas que son protagonistas de las negociaciones o que respaldan el proceso. En el gobierno, en los partidos de la Unidad Nacional, en las guerrillas, en la izquierda y en las organizaciones de derechos humanos. Porque al hablar de reconciliación nacional y de paz duradera es obligatorio pensar en los militares, en los políticos y en los empresarios implicados en temas graves del conflicto. Ellos son la otra cara de la moneda. Ellos necesitan una salida digna en la justicia transicional y en el pacto político. En todo caso el procurador cuenta con mi modesto apoyo en esta tarea.


Columna de opinión publicada en Semana.com


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