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Megacarretera en la Amazonía protegida: ¿coherente con la descarbonización y la COP30?

 Por: Centro de Pensamiento para la Transición Energética






En las últimas semanas, ha tomado relevancia una noticia proveniente de la región amazónica cercana a Belém, donde se construye una carretera de 13 kilómetros con cuatro carriles que atraviesa un sector de selva protegida. Según reportes del diario brasileño O Globo (c2025), la obra forma parte de los treinta proyectos “sostenibles” anunciados por el gobierno para modernizar la ciudad de Belém de cara a la Conferencia de las Partes (COP30), prevista para 2025 en Brasil. No obstante, la iniciativa ha encendido las alarmas de comunidades locales y organizaciones ambientales, quienes cuestionan la coherencia de este megaproyecto con los esfuerzos de descarbonización y protección del Amazonas promovidos en el mismo foro internacional.


Una vía de “modernización” rodeada de controversia


 El gobierno local ha justificado la construcción de esta megacarretera como una medida destinada a aliviar el tráfico y a dar acceso a nuevos desarrollos urbanos en la zona. Bajo la etiqueta de “proyecto sostenible”, se prometen carriles para bicicletas, pasos especiales para las especies nativas y un sistema de iluminación solar para todo el trayecto. Sin embargo, informes de la emisora Rede Amazônica (2025) confirman que se han deforestado decenas de hectáreas de selva protegida para dar paso a la obra. El impacto en la biodiversidad local es innegable y contrasta con el discurso oficial que ensalza los beneficios del proyecto.


Algunos analistas y ONG consultados por El País (Brasil) han remarcado que, si bien la zona de Belém requiere modernización en infraestructura, la intervención directa en áreas protegidas no es compatible con los compromisos internacionales de reducir la deforestación y de frenar la pérdida de hábitats. Con la COP30 en el horizonte, y tomando en cuenta que Brasil ha reiterado sus metas de reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero y la deforestación del Amazonas, surgen preguntas sobre la coherencia de una carretera que acelera la fragmentación de la selva.


Pérdida de hábitats y amenazas a la conservación


 Las comunidades locales han manifestado su preocupación de que la vía intensifique la presión sobre la biodiversidad y aumente la posibilidad de invasión de áreas selváticas. Una organización ambiental —cuyo nombre no fue revelado en la prensa pero que aparece mencionada en una investigación de la revista Ecoa Amazônia— denunció que se había preparado para liberar especies rescatadas en esa zona, un plan que ahora queda suspendido por la construcción de la carretera y la pérdida de un corredor natural esencial para la fauna. Adicionalmente, agricultores de açaí han reportado la destrucción de árboles frutales en el trazado de la obra, lo que afecta tanto su sustento económico como la seguridad alimentaria en algunas veredas aledañas.


La deforestación, aunque sea de “pequeñas” extensiones en comparación con el área total del Amazonas, actúa como un catalizador de desequilibrios ambientales mayores. Un estudio de la Universidade Federal do Pará (2024) destaca que incluso abrir caminos en la selva facilita la ocupación ilegal y la expansión de cultivos ilícitos o minería informal, multiplicando los impactos negativos para las comunidades tradicionales. En este sentido, el proyecto de 13 kilómetros de largo y cuatro carriles puede convertirse en un llamado de atención a futuro sobre la forma de concebir la “modernización” en la Amazonía.


¿Modernización vs. Descarbonización?


 La iniciativa se promueve en un contexto de “descarbonización del Amazonas”, un objetivo en boga durante los últimos tres años, impulsado por países latinoamericanos y actores globales para preservar el papel de la selva como sumidero de carbono. El proyecto de carretera, dicen sus promotores, usará energía solar en la iluminación y tendrá infraestructuras verdes para mitigar el impacto ambiental. Sin embargo, ONGs como Greenpeace Brasil y el Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM) han cuestionado la efectividad real de dichas medidas si no se tiene en cuenta el costo ecológico completo del desmonte de bosques y la fragmentación de corredores ecológicos.


Asimismo, se menciona la creación de carriles para bicicletas y pasos elevados para fauna silvestre como un aporte a la movilidad sostenible, pero existen dudas sobre si esos elementos son suficientes para compensar la afectación directa sobre especies endémicas y el riesgo de aumentos de caza furtiva o atropellamientos de animales en la vía.


El factor social y la legitimidad local


 Uno de los puntos más sensibles radica en la pregunta: ¿qué tanto se ha consultado a las comunidades? Voceros de asociaciones campesinas y pobladores indígenas, entrevistados por Rede Amazônica, afirman que el proceso de consulta previa fue mínimo o inexistente, lo que genera roces y desconfianza. La promesa de “progreso” y desarrollo económico a menudo choca con el día a día de quienes viven de la agricultura local y dependen de la selva para su subsistencia cultural y alimentaria. Los agricultores de açaí, por ejemplo, han perdido una porción significativa de sus palmeras y no han recibido compensaciones claras por los daños.


Reflexiones en el marco de la COP30


 La Conferencia de las Partes, que se prepara para discutir la crisis climática y la necesidad de acciones más enérgicas para proteger el Amazonas, se ve empañada por estas señales contradictorias. Mientras se acuerdan planes globales de reducción de emisiones y de financiación para la conservación de bosques tropicales, en el terreno se construye una infraestructura que demanda deforestación en zonas con estatus de protección.

El gobierno de Brasil ha insistido en que el proyecto es parte de un paquete de obras “sostenibles” que garantizarán empleos y modernización de la zona metropolitana de Belém. Sin embargo, expertos en conservación citados por la Sociedad Brasileña de Ecología enfatizan la falta de estudios de impacto ambiental integrales y la urgencia de evaluar si la supuesta infraestructura verde (energía solar, pasos de fauna, etc.) bastará para equilibrar la balanza ecológica y social.


En definitiva, el caso de esta megacarretera de 13 kilómetros en el corazón de la Amazonía protegida expone la tensión entre un discurso de descarbonización y preservación ambiental, y los planes de desarrollo que ignoran la complejidad de los ecosistemas y las comunidades locales. El interrogante central persiste: ¿es coherente avanzar con este tipo de megaproyectos —que destruyen coberturas vegetales y generan nuevas presiones— justo en el marco de una COP que pretende salvar el Amazonas? Para muchos habitantes y organizaciones de la región, la respuesta pasa por reevaluar la noción de sostenibilidad y priorizar la protección de la selva como acto inaplazable para enfrentar la crisis climática global.

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