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Michelle Obama destruye a Donald Trump en un discurso histórico

Por: Redacción Pares




Poderoso, deslumbrante, profundo. Estos han sido los calificativos que se han ganado los esposos Barack y Michelle Obama después de su intervención en la convención Demócrata. En broma, especialistas políticos afirman que es increíble que Barack no sea el mejor orador de la familia. Porque si bien el expresidente estuvo a la altura de las expectativas, Michelle tuvo una noche mágica. La convención fue en Chicago en donde los demócratas tuvieron una noche más que positiva y electrificaron y emocionaron a sus electores. Despertaron la misma fiebre que caracterizó la campaña que los llevó a la presidencia en el 2008. El centro del discurso de Michelle estuvo no sólo en su apoyo incondicional a Kamala Harris, que será cada vez más importante, sino que también sacó un momento para desquitarse por fin de los insultos que ha recibido durante años por parte del candidato republicano Donald Trump.


La ex primera dama jugó de local. Chicago es la casa de los Obama. Allí volvió a demostrar que, en caso de que se hubiera lanzado a la presidencia le habría dado vuelta y media a Trump. Contra este ex presidente Michelle afirmó que “ve el poder nada más que como un medio para sus fines”. A sus 60 años la historia de Michelle Obama ha servido para inspirar a millones de mujeres en los Estados Unidos.


En el 2009 un estudio de su árbol genealógico hecho por el New York Times, concluyó que era descendiente de una esclava nacida en Carolina del Norte de nombre Melvinia. Mientras fue estudiante de la Universidad de Princeton sufrió de discriminación por racismo. En su introducción a su tesis de licenciatura escribió lo siguiente: "No importa cuán liberales y abiertos sean mis profesores y compañeros blancos en su trato conmigo, a veces me siento como una visitante en el campus". A pesar de esto se graduó cum laude en Sociología.

Al principio, cuando su esposo mostró sus intenciones de lanzarse a la presidencia de los Estados Unidos, ella se opuso. Sus razones fueron las experiencias que sufrieron junto con su familia mientras Barack Obama fue senador del estado de Illinois. Sus viajes constantes a Washington fueron una verdadera tortura para la familia.


Pero ella siempre fue mucho más que una primera dama. Es una líder de peso, fresca, maravillosa. Alguien más cercano a la cultura pop que a los anquilosados archivadores políticos. Esa vigencia quedó expuesta este martes 20 de agosto. Michelle se quejó de todo lo que significa Trump. Su propuesta migratoria, que ha despertado el odio a los Estados Unidos en toda la frontera sur. Insistir en un muro para proteger a “América” es una agresión a todos los pueblos de Latinoamérica y atacar la esencia que efectivamente llegó a “hacer grande” a ese país. El racismo de los seguidores de Trump y del mismo ex presidente estuvo presente en el discurso de Michelle  "Durante años, Donald Trump hizo todo lo que estuvo en su mano para intentar que la gente nos temiera", dijo. "Su limitada y estrecha visión del mundo le hizo sentirse amenazado por la existencia de dos personas trabajadoras, altamente educadas y exitosas - que resultan ser negras".


La misoginia de Trump obviamente no pasó inadvertida para la exprimera dama y lanzó frases como esta: "Y no parece que le importe que las mujeres pierdan sus libertades reproductivas, ya que eso no afecta a su vida". Lo remató con esta frase que le habrá entrado en la piel al expresidente como una daga, porque para ella Trump está presentando "la misma estafa de siempre, redoblando sus feas mentiras misóginas y racistas como sustituto de ideas y soluciones reales que realmente mejoren la vida de la gente".


Eso sí, su apoyo será total para Kamala Harris. Para asegurar una victoria que hace un mes parecía una utopía, los demócratas deben votar en masa. Con un vestido negro, sencillo y a la vez imperial, Michelle es una presencia capaz de eclipsar a uno de los mejores oradores de todos los tiempos, Barack Obama, quien puede ser profundo y divertido en una sola frase. Imitando el gesto típico de Trump, de abrir los brazos como si fuera un acordeón y se mofó de los tamaños desmesurados de los eventos que programa el candidato republicano “¿Será un complejo?” se preguntó, afirmando, el Barack socarrón, y el público demócrata estalló en una sola carcajada.


Fueron dos días maravillosos para los demócratas y dejan la puerta abierta a un posible triunfo. Ahora, a partir de este 22 de agosto, le tocará a Trump ser protagonista en la convención republicana. La victoria, que parecía segura, ahora, podría ser esquiva.

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