Por: Redacción Pares
En días pasados la página de la fundación Pares recordó la infamia del Pacto de Chicoral, en donde terratenientes y políticos se amangualan, bajo la égida de Misael Pastrana, en ese entonces presidente, para sabotear los intentos de Reforma Agraria promovidos a comienzos de la década del setenta por el presidente Lleras. Entre las reacciones que despertó el artículo nos llamó profundamente la atencíon esta introducción al texto que hace el historiador Javier Guerrero y que remarcan una administración nefasta e inmoral ya que, hay que recordar -siempre hay que estar recordando en Colombia- obtuvo las elecciones de manera ilícita en el tristemente célebre fraude de 1970 en donde se vio perjudicada la ANAPO y que fue la excusa para que surgiera otra guerrilla en Colombia, la del M-19. Además sus medidas ayudaron a que la violencia en el país se profundizara. Es muy interesante como los grandes medios han intentado “tapar” el desastre que significó el cuatrenio de Pastrana.
Pastrana, creador además del UPAC, destruyó la ilusión de que el país aspirara a tener una clase media sólida. Nos pareció tan valiosa la reflexión del historiador guerrero que trasladamos acá sus palabras:
“Misael Pastrana había llegado por un escandaloso fraude electoral a la presidencia en 1970. En 1971 el país estaba incendiado con las universidades cerradas y una escandalosa masacre de estudiantes en Cali. Luego agenció uno de los grandes retrocesos que tuvo durante el siglo XX, el camino hacia una reforma agraria: el pacto de Chicoral. En 1961 había sido creado el INCORA y Carlos Lleras había impulsado la ANUC para defender esta reforma casi inocua consistente en titulación de baldíos y algunas compras de tierras incomodas para sus dueños, pero al fin y al cabo Reforma.
En adelante la violencia fue ascendiendo, las tomas de tierras fueron recurrentes y la violencia terrateniente contra los campesinos se hizo normal. La curva de crecimiento de todas las guerrillas también fue creciente, la muerte de líderes de ANUC y de líderes campesinos se hizo normal y empezó el segundo ciclo de la guerra civil más larga de América Latina que aún no termina porque el narcotráfico se alió con sectores del Estado, el empresariado, las fuerzas armadas y con partidos políticos para aniquilar a la ANUC, el partido Unión Patriótica y llevarse por delante el sindicalismo y a todo tipo de oposición.
Los años 90 fueron la destorcida al crecimiento de las guerrillas que se empezaron a financiar con actividades ilegales, especialmente el narcotráfico y el secuestro, dando comienzo a un ciclo de mercenarios y paramilitares que agudizó el problema y destruyó las instituciones permeándolas por las mafias regionales de los señores de la guerra. En estos tiempos de guerra civil se transformó en mercados locales de violencia que controlan la política en las zonas de guerra porque de alguna forma controlan muchas alcaldías y algunas gobernaciones desde donde controlan el congreso. Por eso vale la pena comprender cual fue el aporte de 1970 a este desorden nacional y a esta guerra que no termina”.
Treinta años después su hijo, Andrés Pastrana, terminaría de ponerle los clavos al país con otra administración desastrosa. Pero eso es tema para otro artículo.
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