Por: Luis Eduardo Celis
Con la agresión de Rusia a Ucrania se ha vuelto a avivar la pregunta sobre qué tan profunda es la presencia y los vínculos de Rusia con el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Pues bien, todo indica que son más los mitos que las realidades sobre lo que es esta dinámica entre Moscú y Caracas.
En una jugada de presión política, luego de iniciada la agresión contra Ucrania, estuvo de visita en Caracas el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, y luego de esta reunión el presidente Maduro manifestó a la prensa: "Hemos ratificado el camino de una poderosa cooperación militar entre Rusia y Venezuela para la defensa de la paz, de la soberanía, de la integridad territorial", y a continuación: "Vamos a incrementar todos los planes de preparación, entrenamiento y cooperación con una potencia militar del mundo como es Rusia".
Las declaraciones del presidente Maduro, recién inició la agresión de Rusia sobre Ucrania, fueron de abierto respaldo a la iniciativa del presidente Putin, las cuales fueron respondidas desde Moscú directamente por el mismo Putin, reafirmando que Venezuela es un “socio estratégico y confiable”, lo cual colocó a Caracas en un abierto respaldo de esta complicada operación militar, que tiene en vilo a toda Europa. Aún no se sabe si esta delicada situación va a encontrar un punto de acuerdo, o si, muy por el contrario, va a seguir escalando y ampliándose con consecuencias nefastas y de mayor impacto para la seguridad y la estabilidad de un orden que ya no existe y está por recomponer.
En este delicado ajedrez de geopolítica mundial, la presencia rusa en Venezuela tiene dos caras de la mayor importancia: los temas militares y los asuntos energéticos.
Sobre los temas militares, está documentado que luego de la negativa de los Estados Unidos de seguir proveyendo equipamiento militar a Venezuela, decisión tomada en 2007, Caracas optó por hacer compras de estos equipos militares en Moscú, al respecto en declaraciones a la DW, Andrei Serbin Pont, analista y Directos De la Coordinadora Regional de Investigaciones económicas y Sociales -CRIES-, detallo en que han consistido estas adquisiones: "En Venezuela se compró de todo porque, en ese momento, la idea era complementar y también reemplazar sistemas occidentales. Se compraron aviones de combate como los Sukhoi, más de 50 helicópteros de combate y de transporte pesado. Se compraron tanques, vehículos de combate de infantería sobre orugas, vehículos de combate de infantería sobre ruedas, artillería de tubo autopropulsada, artillería de cohetes de diferentes tipos", Además, Moscú y Caracas firmaron un contrato para la construcción de una fábrica de fusiles kaláshnikov en Maracay, que no consigue operar hasta hoy por diversos escándalos de corrupción. "Y se compró un muy completo sistema de defensa antiaéreo que incluía los famosos (misiles) S-300", agrega Serbin Pont.
Igualmente, Phil Gunson, analista del International Crisis Group, con asiento en Caracas y en declaraciones igualmente para la DW, dice que según cifras de Crisis Group, el Gobierno venezolano ha comprado armas rusas por un valor de más de 4.000 millones de dólares.
Es claro que sobre los temas militares lo sustancial ha sido la compra de armamento que ha colocada muy por encima la capacidad de la aviación militar venezolana, si se la compara con la colombiana, lo cual es un tema que ha preocupado enormemente a los militares colombianos y no deja de ser un tema muy sensible para la seguridad nacional colombiana cuando se atizan de lado y lado las amenazas de confrontación, escenario que por supuesto no se corresponde con una histórica relación de hermandad, pues la realidad es que son dos naciones que han convivido en paz y que deben recuperar el diálogo diplomático, la construcción de políticas compartidas sobre los temas de mutuo interés, y, sobre todo, respeto mutuo y acción de trabajo constructivo.
Sobre el segundo tema de la cooperación rusa en temas energéticos, hay que decir que esta existe para recuperar una deteriorada infraestructura petrolera pero no tiene las dimensiones ni económicas, ni de acción viable en una industria que se ha desarrollado en lo fundamental sobre tecnología de los Estados Unidos, así el esfuerzo del gobierno venezolano de la última década se enfocó en diversificar la procedencia de tecnología para su infraestructura petrolera, de la cual depende el 80% de sus ingresos.
Cuando se hable de la presencia rusa en Venezuela se debe tener presente que son más mitos y fantasmas de juegos políticos, que realidades que puedan hacer de la presencia rusa un tema de desequilibrio de los asuntos regionales, por ahora.
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