Por: María Victoria Ramírez
Piangüita de los raiceros
yo te quiero sacá
pa’ comprame un vestido
pa’ la noche de navidá.
Con diez docenas de piangua
que yo pueda sacá
la negrita tiene su pinta
pa’ la noche de navidá.
Piangüita de los manglares
que en los raiceros está
no te me pongas difícil
y dejate pescá.
A los negritos del puerto
el niño Dios les llegará
si sudan sacando piangua
en los raiceros del manglar.
Piangüita de los raiceros
por Dios dejate sacá
que me mata la tristeza
si no estreno en navidá.
Mary Grueso Romero[1], Ese otro yo que sí soy yo
En un pequeño archipiélago, a una hora y media en lancha de Buenaventura, se encuentra la Asociación Comunitaria de Mujeres Piangüeras de Bahía Málaga, una organización conformada por 28 afrocolombianas, que adelanta iniciativas de capacitación y fortalecimiento con las 114 mujeres que en esa zona se dedican a la recolección del molusco como actividad económica. En su página de Facebook expresan que la Asociación “da a conocer los procesos de conservación que se vienen realizando en el territorio mediante el monitoreo del manglar y el molusco piangua”.
La Asociación está encabezada por Matilde Mosquera, una mujer de 26 años, estudiante de sociología de la Universidad de Pacífico, que cuenta con el apoyo de las mujeres de la comunidad que reconocen en ella liderazgo y capacidad técnica. Las mujeres de la Asociación han recibido capacitación y se han certificado como monitoras de piangua y manglar, esto las autoriza para velar porque la explotación de la piangua se haga con apego a las normas ambientales que determinan un límite mínimo en el tamaño de la piangua que se extraiga. Ellas son las que vigilan los manglares y prohíben la extracción de pianguas de menos de 5 centímetros; también velan por que no se talen los manglares y ponen los manglares en periodos de descanso y reproducción, para ello realizan actividades de concientización con la comunidad en general del archipiélago. Ser monitora de manglar las dota de la autoridad para sacar de su territorio a quienes infrinjan las normas sobre explotación de los recursos naturales que están encargadas de cuidar.
Según Matilde, la asociación cuenta con recursos para la compra de piangua, mediante un proyecto piloto que les ha permitido comercializar y realizar convenios con otras organizaciones para eliminar intermediarios en la cadena de distribución. Hace alrededor de un año crearon un fondo rotatorio para ayudar a sus asociadas a atender emergencias de salud, entre otras necesidades. Han logrado que el 54% de ellas se haya beneficiado del fondo.
¿Pero cómo es el oficio de pianguar?
Así lo describe el artículo El oficio de las mujeres piangüeras, una tradición del pacífico colombiano: “cuando la marea ha bajado en los manglares y las raíces de los árboles adaptados a las aguas saladas quedan al total descubierto, las mujeres salen en grupo, en lanchas, van hacia las raiceras, van armadas con sus baldes y canastos. Algunas mujeres llevan gorra, pues el sol es totalmente abrasador. Algunas van en vestidos, otras en camisa y pesqueros, pero todas van trepando entre el marañal de raíces, haciendo equilibrio y balanceándose entre los árboles, para después enterrar sus pies en suelo lodoso y salado. Escarban en aquel barro por horas. Mientras buscan y miden las pianguas hablan entre ellas, se cuentan chismes y cantan. Aman cantar”.
María Mercedes Jaramillo, del Fitchburg State College, escribe en 2005 sobre la obra de Mary Grueso, a propósito de la relación del pueblo del Pacífico con su entorno:
El rico y complejo legado cultural de origen africano de las gentes del Litoral Pacífico aflora en diversos aspectos de la vida cotidiana; así, cantos, actitudes, ritos, danzas, creencias, tradiciones se nutren en esa memoria. Con estos elementos se organiza el quehacer existencial y se nutren comportamientos y sistemas de socialización que les han permitido a los afrocolombianos sobrevivir las duras condiciones de la esclavitud y de la marginación. Sin duda alguna, Grueso Romero es consciente de la importancia de conservar esa memoria y por eso, recoge rimas, refranes, giros, mitos, cantos, y “juegos fonéticos y lingüísticos” característicos de la región (Alaix, 183). En su obra se plantea su destino personal insertado en el destino de la comunidad y afianzado en el entorno del paisaje marino.
El canto acompaña el inicio de la faena ardua en el que las mujeres piangueras se entierran en el lodo del manglar durante extensas jornadas para extraer el molusco. Ese recurso que hoy se encuentra en peligro por la contaminación y tala del manglar, además de la extracción indiscriminada del molusco, encuentra en la Asociación Comunitaria de Mujeres Piangüeras de Bahía Málaga una fuerza colectiva dispuesta a proteger el ecosistema. Estas mujeres negras, enterradas en el lodo negro, para extraer el molusco negro con que alimentan a su comunidad, que pese a las condiciones difíciles que entraña su trabajo, son conscientes de que su labor es estratégica, que está conectada con la supervivencia de su comunidad y conservación del oxígeno vital para la perpetuación de la vida en todas sus manifestaciones.
[1] Mary Grueso Romero (Guapi, 1947) inició sus estudios en el Litoral y obtuvo su título de Maestra Bachiller en la Universidad del Quindío, luego se especializó en gestión de proyectos culturales y en lúdica en la Universidad los Libertadores de Bogotá. Trabaja en recreación y desarrollo cultural y es una de las participantes del grupo de poetisas del Museo Rayo en Roldanillo.
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