Por: Sergio Saavedra, Redacción Pares
“La ciudad que amo se parece demasiado a mi vida; nos unen el cansancio y el tedio de la convivencia”, escribía en un poema María Mercedes Carranza sobre Bogotá. Mucho de esto se vivió en el grito de rechazo sobre las violencias basadas en género en la movilización que partió del Parque de los Hippies y transitó por la Séptima hasta el Parque Nacional.
El pasado domingo 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres. Justamente este día, pero en 1960, fueron asesinadas las hermanas Mirabal en República Dominicana. Patria, Minerva y María Teresa, conocidas como ‘Las Mariposas’, adelantaban una lucha contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo que se postergó 31 años. Las hermanas Mirabal fueron torturadas y asesinadas. Su lucha fue fundamental para derrocar al dictador dominicano.
Para Girlandrey Sandoval Acosta —licenciada en Historia de la Universidad del Valle, maestra en Sociología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Ecuador y candidata a especialista en Estudios Feministas y de Género de la Universidad Nacional— la importancia del 25N, para muchas mujeres, responde a su sentido histórico.
Para la historiadora, la movilización tiene especial importancia ya que permite que se “vaya juntando más rebeldía, más indignación, más rabia, más propuestas creativas de organización y de movilización”. Además, permiten “crear un sentido común que lleve a las mujeres a identificarse en los lugares que no sean la desigualdad y que, además, lleve a los hombres a interpelarse desde la oposición al orden de género establecido en la actualidad”.
Sin embargo, estas luchas también son mediáticas, pues, para la historiadora, “hay una estrategia mediática muy fuerte —susceptible de sospecha para muchas de nosotras— dado que no es inocente la exposición pública, constante y sistemática”. Para Sandoval, los casos que están visibilizando los medios de comunicación “son los que ellos eligen relacionándolos con la capacidad de audiencia”.
En ese sentido, existe una invisibilización que con “los casos de mujeres empobrecidas mestizas, afro, indígenas y campesinas”, según Sandoval. Sin embargo, expone que casos como el de Yuliana Samboní fueron especialmente mediáticos porque “hay un posicionamiento de aquellas violencias que son las más crueles, como lo son las físicas, las sexuales y el feminicidio. Pareciera que se pone en el centro de la violencia estas tres situaciones desconociendo las razones estructurales”.
Hay que tener en cuenta que en Colombia, según el Observatorio de la Policía Nacional se han registrado en 2018, a corte de 31 de octubre, 22. 913 casos de delito sexual contra mujeres y 63.259 casos de violencia intrafamiliar. Además, según las cifras de Medicina legal, entre 2004 y 2016 se registran 225.390 casos de presunto delito sexual contra las mujeres en Colombia.
Finalmente, la historiadora señala que temas como la violencia de género ejercida en el marco de la implementación del Acuerdo de Paz están siendo absolutamente desconocidos, aun cuando el Acuerdo tiene un enfoque de género que debe ser puesto en práctica en los territorios.
Por ejemplo, asociaciones de mujeres campesinas, en el marco de la constitución de las zonas de reserva campesina, están exigiendo que se asocie el tema de la violencia basada en género con el despojo de tierras, y han denunciado la imposibilidad de la creación de planes de desarrollo comunitario con equidad de género.
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