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Partido de la U: La liquidación de una poderosa fábrica de avales

Por: Daniela Garzón Investigadora nacional Línea de Democracia y Gobernabilidad – Pares


El Partido Social de Unidad Nacional o Partido de la U fue fundado en 2005 como soporte a la campaña de reelección presidencial de Álvaro Uribe Vélez. Surgió después de la reforma política de 2003, que intentó corregir la diáspora partidista impulsada por la Constitución política de 1991 como forma de romper el bipartidismo. Uribe Vélez fue el primer presidente elegido por fuera de los partidos tradicionales, bajo el movimiento ‘Primero Colombia’, y fue quien implosionó definitivamente la hegemonía de estos partidos. Desde entonces, ni liberales ni conservadores han logrado poner una candidatura propia en la Casa de Nariño.


La U no solamente acompañó a Uribe en su campaña reeleccionista e impulsó con entusiasmo el referendo, sino que fue el partido con el que Juan Manuel Santos ─su fundador─ llegó a la presidencia en 2010 y en 2014, cuando ocurrió la ruptura definitiva con Uribe por cuenta del proceso de paz que Santos puso en marcha con las FARC-EP. A raíz de esto, Uribe decidió crear el Centro Democrático.

Así, el Gobierno estuvo influenciado por Uribe y su partido durante doce años consecutivos (2002-2014). Luego del proceso de paz y la ruptura con Santos, en 2014, en las elecciones de 2018 Uribe le apostó a Duque.


La ruptura con el expresidente Uribe dejó claro que La U no era su partido, sino el de las y los congresistas. Para el 2014, el partido tenía en sus toldas a la mayoría de caciques electorales poderosos del país: cinco de los once congresistas que en ese momento tenían más de cien mil votos pertenecían a La U.

El partido, sin embargo, nunca ha tenido un contenido programático sólido, sino que ha sido más bien una confederación de grandes caudales electorales cuya principal motivación es el apetito burocrático. Ello no deja de hacer sorprendente el poder que acumularon durante los doce años en que vivieron las mieles del Gobierno. Pese a esto, hoy están en caída libre.


Más clanes que propuestas


Durante tres periodos legislativos consecutivos (2006-2018), el partido fue la primera fuerza en el Congreso de la República. En el 2006 se hizo a veinte escaños en el Senado; en el 2010, a veintiocho ─su mejor momento de la mano de figuras como Musa Besaile y Bernardo Elías, que hoy tienen líos con la justicia─; en el 2014, a veintiuno; y la vuelta de tuerca ocurrió en 2018, cuando se redujo a catorce curules.


Hoy, a La U solo le alcanza para ser la cuarta fuerza en el Congreso con trece curules en Senado ─perdió una por la renuncia de Eduardo Pulgar─ y veinticinco en la Cámara de Representantes: sin duda, ya no es la esplendorosa fuerza que movía las locomotoras del expresidente Santos. A la vez, mientras eligió a Uribe en su segundo mandato y a Santos dos veces como presidente, en el 2018 ni siquiera tuvo candidatura presidencial propia, se quedó por fuera de la segunda vuelta y le tocó refugiarse, de nuevo, en el uribismo y en su candidato: Iván Duque.


El declive del partido ha respondido a un sinfín de cuestiones, dentro de las cuales las más importantes podrían ser: su falta de consistencia ideológica y su dependencia de los caudales electorales de personalidades políticas que están en la contienda electoral desde antes de que el partido se constituyera ─como los Name─ y que pueden irse, en cualquier momento, con otro mejor postor. A esto se suman los muchos cuestionamientos que han recaído sobre sus personas avaladas.


Entre sus toldas han militado tantas personas cuestionadas que contarlas no resulta una tarea fácil. El último fue Eduardo Pulgar, quien renunció a su curul mientras era investigado por la Corte Suprema de Justicia por tráfico de influencias, y quien fue condenado a 58 meses y 25 días por ese delito en junio de este año.


Entre la corrupción y la parapolítica


Muchas personalidades políticas del partido se han visto envueltas en escándalos que van desde la corrupción hasta la parapolítica. Su directora actual, Dilian Francisca Toro, baronesa electoral, tiene aspiraciones presidenciales después de ser la gobernadora del Valle del Cauca y de haber dejado como su heredera a Clara Luz Roldán.


Toro fue elegida senadora para los periodos entre 2002 y 2014. En 2010 obtuvo más de 150.000 votos, pero renunció en 2013 a su curul porque estaba siendo investigada por la Corte Suprema de Justicia (por presuntos nexos con paramilitares) y por la Fiscalía (por lavado de activos). Aunque ambas investigaciones se cerraron en favor de Toro y la Procuraduría también cerró una investigación disciplinaria que le había abierto por una presunta nómina paralela en la Gobernación del Valle, para el 2019 tenía al menos otras catorce investigaciones abiertas en esa entidad.


Además, según investigaciones de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) reportadas en el libro “Herederos del Mal”,su poder ha servido para tener una amplia participación en el sector salud. Asimismo, su red política fue señalada, en su momento, de haberse apoderado de la contratación de Palmira a través del entonces alcalde Raúl Arboleda (de su grupo político), que habría suprimido la planta de cargos y creado una nueva con sus cuotas entre 2007 y 2008.


Dilian Francisca se ha reunido con otros exgobernadores que tienen aspiraciones electorales para 2022, y es probable que se arme una gran coalición entre estas personalidades para que elijan una de las candidaturas de la derecha para las elecciones presidenciales.


Otros cuestionados que militaron en la U fueron los excongresistas Musa Besaile y Bernardo Elías. Besaile fue congresista desde 2002, cuando llegó a la Cámara de Representantes bajo el aval del liberalismo. En esa ocasión, tuvo el apoyo de Juan Manuel López Cabrales, quien fue congresista entre 1994 y 2007, y quien resultó condenado por parapolítica en 2008. En 2006, Besaile fue reelegido en Cámara con la mayor votación de Córdoba a esa corporación, y en 2010 decidió migrar al Partido de la U y lanzarse al Senado. Resultó electo como senador durante dos periodos, sacando la mayor votación del partido y la segunda al Congreso en 2014.


Este fenómeno político del Caribe empezó a caer en desgracia cuando la Corte Suprema de Justicia decidió investigarlo, primero por parapolítica y después por presuntas irregularidades en el manejo de recursos para la salud en Córdoba, departamento del que fue gobernador su hermano, Edwin Besaile, entre 2016 y 2019.


Por irregularidades en el manejo de recursos para la salud, Edwin Besaile fue destituido e inhabilitado diez años por la Procuraduría para ejercer cargos públicos, y sigue la investigación en su contra en la Fiscalía.

En octubre de 2017, Musa fue enviado a la cárcel debido a que la Corte Suprema de Justicia lo acusó de pagar un soborno para evitar que saliera adelante una orden de captura en su contra (esto en medio del proceso que enfrentaba por parapolítica). Aunque en 2020 se acogió a la Justicia Especial para la Paz (JEP), en julio de 2021 esta corporación decidió expulsarlo de la jurisdicción, pues, a su jucio, sus aportes a la verdad “no son relevantes y denotan falta de seriedad y de compromiso”.


La caída de Musa Besaile no ha impedido que su clan político siga vivo: hoy en el Senado está su hermano Jhon Moisés Besaile, y en la Cámara se encuentra Erasmo Zuleta Bechara, el heredero de uno de sus aliados políticos.


Por su parte, Bernardo ‘El Ñoño’ Elías, oriundo de Sahagún, Córdoba, consolidó un gran poder en su departamento antes de su condena por estar involucrado en el escándalo de Odebrecht, en el que la empresa brasilera fue acusada de pagar sobornos para quedarse con contratos de infraestructura en la Ruta del Sol II. Su tío, el exsenador Jorge Ramón Elías Nader, fue condenado por el proceso 8000 y de él heredó buena parte de su caudal político. ‘El Ñoño’ también es familiar de Mario Salomón Nader Muskus, condenado por parapolítica.


Al igual que Musa, Elías arrancó su carrera política en la Cámara de Representantes en 2006, siendo la fórmula de la exsenadora Zulema Jattin, también condenada por parapolítica. En 2010 dio el salto al Senado, y en 2014 ya era el segundo elector de su partido y el tercero en Colombia. Su poder político se condensaba en torno a su imagen y al movimiento de la ‘Ñoñomanía’, con el que inauguraba obras públicas acompañado del entonces presidente Santos, y con el que alcanzó concejos, alcaldías, asambleas departamentales, gobernaciones y puestos en la Cámara de Representantes.


El golpe vino en 2017: la Corte Suprema de Justicia ordenó su captura por haber recibido sobornos de Odebrecht. Hoy tiene vigentes dos condenas: una de seis años y ocho meses de prisión, proferida en 2018 por cohecho y tráfico de influencias, y la otra de ocho años y cuatro meses, y una multa de 15.008 salarios mínimos, proferida en 2021 por concierto para delinquir agravado y lavado de activos. Su fórmula en la Cámara, Eduardo José Tous de la Ossa, se quemó en las elecciones de 2018, pero el clan político espera recuperar su poder con la postulación Julio Elías, hermano de Bernardo, al Senado el próximo año.


José Alfredo Gnecco Zuleta es uno de los congresistas activos de La U que también tiene serios cuestionamientos. Es hijo del exgobernador del Cesar, Lucas Gnecco Cerchar, sobre quien pesan cuatro condenas (la más grave de ellas de 24 años de prisión y la última proferida en abril de este año). Empezó su carrera política en la Cámara de Representantes en 2010 y, posteriormente, saltó al Senado, donde lleva dos periodos haciéndose elegir con votaciones impresionantes, de más de ochenta mil votos, a pesar de ser un ausentista consagrado.


Su primo, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, gobernador del Cesar que pasó por el liberalismo, La U y actualmente está en Cambio Radical, acaba de ser imputado porla Fiscalía debido a presuntas irregularidades en un contrato de alimentación escolar.


El exfiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, condenado en medio del escándalo del Cartel de la Toga, dijo en 2018, antes de ser extraditado, que recibió 150 millones de pesos por parte de Gnecco Zuleta para dilatar un caso que se había abierto en la Corte Suprema de Justicia en contra de su padre, Lucas Gnecco.


José Alfredo Gnecco Zuleta buscará su reelección el próximo año para mantener el poder del clan político de su familia, liderado por Cielo Gnecco, madre de Monsalvo Gnecco, tía de Gnecco Zuleta y prima del exgobernador de La Guajira, Francisco ‘Kiko’ Gómez, quien paga una condena por homicidio.


Sara Piedrahita Lyons y Andrés Felipe Zuccardi son otros de los congresistas de La U con familiares cuestionados y con presuntas alianzas non sanctas. Piedrahita arrancó su carrera política en 2014 en la Cámara de Representantes, y es innegable el apoyo que ha recibido de su primo: el condenado y pedido en extradiciónAlejandro Lyons, exgobernador de Córdoba. Ingresó a la Cámara siendo la fórmula en Córdoba del senador Martín Morales Díaz, quien fue condenado en 2018 por narcotráfico y quien, presuntamente, también habría tenido nexos con grupos paramilitares. Piedrahita quiere dar el salto al Senado en el 2022.


Por su parte, Andrés Felipe García Zuccardi ha sido senador desde 2014. Es hijo de Juan José García, exsenador condenado por peculado y apropiación ilegal de recursos quien murió este año a causa del covid-19, y de Piedad Zuccardi, también exsenadora en juicio por parapolítica. El tío de Andrés Felipe es el exsenador condenado por la masacre de Macayepo, Álvaro ‘el Gordo’ García Romero.


Además de esta lista, el Partido de la U cuenta en su historia con una serie de personas condenadas por parapolítica, algunas de los cuales ya han sido mencionados anteriormente. Según relata Javier Duque Daza, ocho de los congresistas de la U pasaron de las curules a la cárcel: cuatro que fueron elegidos en 2002 por otros movimientos y posteriormente ingresaron al partido (Mauricio Pimiento, Zulema Jattin, Jairo Merlano y Miguel Ángel Rangel) y otros cuatro elegidos o reelegidos en 2006 (Odín Sánchez, Marco Alirio Cortes, Fuad Emilio Rapag y Jorge Visbal Martelo, este último también expresidente de la Federación de Ganaderos y condenado en 2018).


El escándalo de Odebrecht, en el que se vieron involucrados no solo congresistas y ministros, sino que también salpicó a las campañas presidenciales de Juan Manuel Santos, es sin duda el más grande que ha tenido que enfrentar el Partido y sus miembros, pues esta situación diezmó sus fuerzas electorales debido a la salida de ‘El Ñoño’ y de Besaile. En ese caso aún se encuentran involucrados Armando Benedetti, Sandra Villadiego y Martín Morales. Cabe resaltar que Benedetti, al igual que su copartidario Roy Barreras, decidió renunciar al Partido de la U en un giro por apoyar a Petro y la Colombia Humana en 2022.


De cara a 2022


Al estar del lado del Gobierno, el partido ha gozado de las mieles de la burocracia durante los años que lleva fundado. Desde entonces, ha sido fundamental para que se aprueben diversos proyectos presentados por el Ejecutivo ─como el acuerdo de La Habana─, pero hoy se encuentra en cuidados intensivos por las deudas de muchos de sus grandes representantes con la justicia, y haciendo malabares para armar sus listas de cara a las elecciones de 2022.


El partido quedó huérfano tras la salida de Juan Manuel Santos de la Presidencia con su sobrada impopularidad, y eso quedó demostrado en la pérdida de votos que sufrió en las elecciones legislativas de 2018, en las que pasó de tener más de 2’260.000 votos a tener menos de 1’900.000.


También ha golpeado al partido la salida de dos de sus figuras más notables en la agenda pública, Roy Barreras y Armando Benedetti, que decidieron renunciar al colectivo (por la disparidad de sus posiciones alrededor del Acuerdo con las antiguas FARC-EP) y sumarse al ‘Pacto Histórico’, la coalición de Gustavo Petro. Este hecho, junto con el hueco de los senadores Roosvelt Rodríguez, José Ritter López y Jimmy Chamorro, que no se harán reelegir, podría significar, según los cálculos electorales para el próximo año, un déficit de más de medio millón de votos.


El partido intentó cambiar las reglas de juego para que se les permitiera a los partidos más grandes ─que juntos sumaran más del 15% de los votos en Senado─ hacer coaliciones y montar listas conjuntas para el Congreso del próximo año, pero el proyecto se hundió. La U optó, entonces, por buscar sus candidatos y candidatas en redes sociales, y anunció hace poco que tenía más de 1.200 aspirantes, ¿saldrán de ahí listas suficientemente potentes para mantenerse con una bancada importante?


Y aunque en estas elecciones podrían tener candidata propia a las presidenciales con Dilian Francisca Toro y encontrar en ella una fuente de la unidad que solo llevan en el nombre, la exgobernadora del Valle del Cauca aún no aparece en las pocas encuestas electorales que se han realizado, y no está claro si participaría o no en una consulta interpartidista con otros precandidatos como Alejandro Char, Federico Gutiérrez o la persona candidata del uribismo.


Toro, por ahora, impulsa una alianza regional con otros exgobernadores y anda de correría por el país. Pasarán los meses y veremos si el Partido de la U desaparece, en una dispersión de sus personalidades políticas hacia otros movimientos y partidos, o si estas logran mantener la bandera bajo la cual han encontrado abrigo… y puestos.

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