Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Desde la década de 1960 se creó en Colombia el Sistema de Parques Naturales Nacionales (SPNN), el cual está compuesto –entre áreas marinas y terrestres– por 17´613.381 hectáreas, es decir, el 12% del territorio nacional. Allí tiene presencia una de cada diez especies de fauna y flora del mundo, y se conserva el 64.5% de todos los ecosistemas del país.
Adicionalmente, la riqueza cultural que habita en estos territorios es amplia. En 30 de los 59 Parques Naturales Nacionales (PNN) que tiene el Sistema, habitan y conviven más de 40 resguardos indígenas y comunidades afrodescendientes. Y se cuenta con una población campesina que ronda los 22 mil habitantes que poseen 17.634 unidades productivas agrícolas[1].
Desafortunadamente, la segunda riqueza biológica y cultural más grande del mundo se encuentra en riesgo. Desde hace varias décadas los grupos armados organizados (GAO) que han hecho presencia en estas territorialidades vienen generando una destrucción sistemática de estos valiosos ecosistemas naturales y culturales del planeta.
Organizaciones como las reincorporadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las antiguas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y las actuales Bandas Criminales (Bacrim), ejercieron, durante muchos años, el poder y control sobre las diferentes actividades que se pueden realizar al interior del SPNN.
Estos lugares han sido utilizados, por más de medio siglo, como teatros de operaciones para la guerra, como corredores de tránsito y sitios de recuperación o de descanso de tropas y como lugares para el aprovisionamiento de alimentos y logística para la guerra. Pero, sobre todo, han servido como generador de recursos ilícitos con los que se aviva el conflicto y prolonga la violencia en el país.
En su interior, los armados ilegales han usado estos territorios para extraer de ellos los recursos financieros con lo que compran municiones, uniformes, armamento y todo aquello para sus actividades bélicas. Convirtiendo nuestros recursos de uso común (RUC) en territorios donde se siembra coca, se extraen metales preciosos, se talan nuestros árboles o se aprovecha la fauna para el mercado de animales exóticos.
De allí que en 2016, cuando se firmó el Acuerdo Final con las FARC, se pensó con esperanza que la situación de estos territorios iba a cambiar para bien. El país y las comunidades étnicas y campesinas que habitan los PNN pensaron que con la salida de este actor armado se lograría un control por parte de la fuerza pública de estos territorios y que reinaría la justicia estatal.
Sin embargo, tal situación no ha sido posible. Hasta la fecha lo que se observa en los territorios del SPNN es una destrucción desbordada de la naturaleza. En los seis años del pos acuerdo con las FARC se han multiplicado la deforestación, la minería ilegal, la ganadería criminal y la apertura de vías al interior de ellos –principalmente en la Amazonía, los parques del Pacífico y el Parque Nacional Natural Paramillo–.
El mundo ha visto durante estos años cómo las áreas, supuestamente protegidas, le han servido a los armados para protegerse, crecer y apropiarse de la riqueza natural y cultural de todos. Ahora vemos cómo muchos de los ríos que nacen o cruzan estos territorios están untados de mercurio con el que se busca extraer el oro; y los suelos se contaminan con los abundantes químicos que se usan para producir drogas ilegales.
Nos encontramos frente a una catástrofe ambiental, en la que el patrimonio universal está siendo contaminado, explotado, destruido y alienado por la codicia de los actores armados. Quienes, apoyados en algunos casos por colonos, tumban grandes áreas de bosques, los cuales son inicialmente aprovechados para extraer la madera, pero luego se convierten en áreas para la expansión de la frontera agrícola y ganadera.
De allí que el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez tiene, por lo menos, cuatro retos frente a estas territorialidades. El primero es seguir fortaleciendo la propuesta de convertir a Colombia en un aliado protector de la vida, tanto la humana como la natural. El SPNN debe ofrecerse al mundo como corredores biológicos que contribuyan a la estabilidad del clima global.
El segundo es que el Estado debe poner como prioridad el cuidado de los recursos naturales que se encuentran en el SPNN. Allí se encuentran la mayoría de los acuíferos donde nacen los ríos que nos suministran el agua para las ciudades. La contaminación que producen los ilegales está provocando daños que es necesario controlar para asegurar la sostenibilidad ambiental en las ciudades y en todos los territorios.
El tercer reto es que se debe avanzar en la implementación de la política pública de Paz Total, insistiendo en la necesidad que tiene el país y la obligación que tiene el Estado de negociar la salida del conflicto armado de todos los grupos armados organizados. Hay que trabajar en sacar a los actores de la guerra del SPNN, que el Estado adquiera el monopolio de las armas y el control de los territorios. De esta manera se logrará proteger con eficacia esta riqueza natural y cultural.
Finalmente, es necesario que en un Estado social de derecho la institucionalidad llegue a todos los lugares y poblaciones. El Gobierno debe tener acciones dirigidas a brindar tanto la seguridad pública como la humana. Esta debe ser la estrategia para aumentar la gobernabilidad, en especial, en los territorios donde el Estado debe ser garante de protección especial.
En síntesis, el Gobierno debe convertir al SPNN en una prioridad. Se requiere que ejerza control sobre una territorialidad que es estratégica para el mundo y para el país. No se puede dejar que los ilegales sigan explotando, ultrajando y destruyendo los recursos naturales y culturales. Estas tierras deben ser protegidas para que las comunidades étnicas y campesinas que las habitan, en compañía del Estado, puedan ejercer una gobernanza territorial que la haga sostenible para todos.
*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
[1] Alianza Parques Nacionales Cómo Vamos. (2022). Claves para gobernar los Parques Nacionales Naturales de Colombia. [En línea]. Tomado de: https://parquescomovamos.com/wp-content/uploads/2022/05/Guia-para-gobernar-los-PNN-2022.pdf
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