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Periodismo clasista y violencia feminicida


Por: Ghina Castrillón Torres

Politóloga feminista


La violencia patriarcal es una pandemia

global que pide nuestra atención a gritos

Salomé Gómez, Feminista por Accidente


El lunes, mientras escuchaba Caracol Radio, quedé supremamente indignada por la forma clasista en la que Vanessa de la Torre reportaba el feminicidio de la joven Ana María Serrano.


Cuando la periodista se refiere a Alan Gil Romero, el feminicida, lo hace con evidente sorpresa, diciendo frases como “un muchacho educado, de buenas maneras”, insistiendo en “educado, de buenos modales”, “educado, que tiene todo en la vida, termina siendo un feminicida”. Más allá de las palabras que utiliza, lo que resulta verdaderamente inquietante es lo que no se dice explícitamente: ¿se está insinuando que la violencia de género es característica de aquellos que carecen de educación o de oportunidades en la vida?


Contextualicemos el caso en mención. Ana María Serrano era una joven de 18 años, sobrina del exministro de Hacienda colombiano José Manuel Restrepo, fue asesinada en México, aparentemente a manos de su exnovio, Alan Gil Romero. Este individuo manipuló la escena del crimen para que pareciera un suicidio y además venía acosándola desde hace unos meses, cuando terminaron su relación sentimental, según reportan los medios.


Es fundamental reconocer que el feminicidio no es un fenómeno aislado. En el primer semestre de 2023, se registraron al menos 320 casos en Colombia y 426 en México de asesinatos de mujeres que están siendo investigados como feminicidios. Pero más allá de hablar de la dolorosa cantidad de casos, quiero traer la reflexión sobre la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en el abordaje de estas violencias, porque revictimiza y profundiza los estereotipos en los que se sustentan muchas de dichas violencias.


Irresponsablemente este periodismo pregunta sobre si se pudieron previamente “ver las señales”, frente a lo cual la docente Mónica Godoy resalta que: “el feminicidio de Ana María nos ayuda a romper con el sentido común acerca de estos crímenes. No todos presentan violencia explícita previa; algunos son cometidos por hombres que no muestran ninguna agresividad”.


Además, las violencias de género corresponden a un sistema patriarcal que supera clases sociales, de ahí que existan victimarios “educados y no educados”. No es un problema exclusivo de las clases sociales más desfavorecidas ni de los barrios marginales, y la forma cómo se expresa Vanessa de la Torre profundiza el encubrimiento de este tipo de violencias en las clases altas.


Al respecto, la licenciada en historia, experta en temas de género, Carolain Hung, resalta que "creer que solamente en los sectores empobrecidos o populares es donde se vive la violencia basada en género es clasista". Añade que en muchos de los casos de estas violencias en las clases privilegiadas, las víctimas evitan denunciar por el “qué dirán” o afectaciones a “su imagen”, además de los otros tipos de violencias que pueden atravesar, como la violencia económica o psicológica.


Pero adicionalmente, Hung introduce un tema muy importante sobre los feminicidios como respuesta al ejercicio de autonomía de las mujeres: “es imposible que nosotras podamos tener decisiones autónomas sobre nuestra vida, como es en este caso que ella decide no estar en una relación, pero él decide que si terminaron pues la puede asesinar. Entonces, también colocar la discusión de cómo los feminicidios son una forma de disciplinamiento. Hay un disciplinamiento porque nos estamos jugando la autonomía de nuestra vida, de nuestros cuerpos”.


Teniendo en cuenta que lo que nos disputamos a diario es nuestra autonomía, rechazo de forma contundente la cobertura mediática de la violencia feminicida que está teñida de prejuicios sexistas y clasistas. Este enfoque sesgado es peligroso y contribuye al estigma social. Es crucial examinar críticamente estos aspectos y confrontar las nociones equivocadas que los y las periodistas promueven directa o indirectamente.


Las feministas vamos a seguir insistiendo sobre cómo debe mejorar el abordaje mediático de la violencia patriarcal. Pero lo preocupante es que, ante tantos llamados, continúen siendo indiferentes. Preocupa también que, así como Vanessa de la Torre, encontramos a Claudia Palacios, Camila Zuluaga (recordemos el caso de Luz Mery Tristán) y muchas otras personas que creen que estas violencias son un problema de "otros", de aquellos que “no lo tienen todo en la vida”, de los “no educados”.


Pero, ¿por qué los y las periodistas deben prestar atención y especializarse en este tema? Pues justamente porque desempeñan un papel fundamental en la formación de la opinión pública y con su pésimo abordaje de la estas violencias nos ponen en riesgo.


Cada feminicidio es una tragedia que debe ser contada con responsabilidad.


 

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