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¿Petro o Trump?

Foto del escritor: León ValenciaLeón Valencia

Por León Valencia




La oposición política, los medios de comunicación, el establecimiento económico y los líderes de opinión del país están en pleno derecho de criticar la línea de actuación y las actitudes del presidente Petro frente a Donald Trump; incluso, saltando por encima de preceptos éticos y periodísticos, pueden especular sobre el estado en que Petro tomó la decisión de rechazar el aterrizaje de dos aviones militares que traían a migrantes colombianos encadenados en la madrugada del pasado domingo y hablar de la enajenación del presidente por el alcohol o las drogas; pero ignorar que Donald Trump es quien ha tomado la iniciativa de romper las reglas de juego de la diplomacia y está destruyendo sin miramiento alguno líneas de cooperación claves con América Latina y el mundo,  es algo que se sale de todas las proporciones, algo que da cuenta de una verdadera enajenación de la conciencia de las élites políticas y económicas colombianas por el sólo hecho de que llegó un gobierno de izquierda a la presidencia del país.

 

Pasan por encima del insólito discurso de Trump el día de su posesión presidencial donde se lanzó contra los presidentes que le antecedieron señalándolos de traidores a la nación; le declaró la guerra a los migrantes; fustigó la diversidad sexual y los inalienables derechos de las minorías; agredió a México a propósito del emblemático nombre del golfo; habló de recuperar el canal de Panamá y comprar Groenlandia, o, incluso, anexar Canadá; esgrimió nuevamente el látigo contra Cuba; amenazó con  elevar los aranceles y desatar una guerra comercial con los países que no concuerden con sus políticas;  se desligó de las acciones para enfrentar el cambio climático; anunció su retiro de importantes organismos internacionales; y habló de cambios en la lucha contra los carteles de la droga poniendo en remojo los acuerdos establecidos con países de la región.

 

La racha de declaraciones de dirigentes claves de nuestro país en todos los medios de prensa y en todas las redes sociales, dando como legítima la retaliación de Donald Trump y Marco Rubio contra Colombia por el rechazo al aterrizaje de los dos aviones, dice mucho de como se ha nublado el discernimiento de la derecha en este momento de transición política que vive Colombia.

 

No puede ser que la actuación de Petro por desafortunada que sea, justifique ante los ojos de las élites del país el congelamiento de la expedición de visas para los colombianos que legalmente quieren viajar a Estados Unidos y el alza de los aranceles a un 25% a todos los productos colombianos, con la anotación que en poco tiempo subirían al 50%, si las autoridades colombianas no cedían a las pretensiones de los Estados Unidos.

 

No puede ser que la dirigencia tradicional del país se muestre especialmente comprensiva con la decisión de Estados Unidos de congelar la asistencia financiera y los recursos de cooperación para Colombia,  pasando por alto el hecho de que es la demanda de drogas alucinógenas y sicoactivas de los ciudadanos estadounidenses y la incapacidad o la tolerancia de las autoridades de ese país para detener el tráfico y la distribución en su territorio de ese mercado, lo que potenciado la violencia y la grave afectación a la seguridad, a la democracia y  a los derechos humanos en nuestro país.  Esta cooperación en vez de un regalo es una obligación, a no ser que cambie la política antidrogas y entremos en un proceso de regularización. El impacto que tendrá esta medida sobre el ecosistema de las organizaciones no gubernamentales, las regiones y las comunidades será especialmente doloroso, pero esto no lo verán ni la derecha ni los medios.

 

Es comprensible que las élites tradicionales del país estén particularmente irritadas con la llegada de la izquierda a la presidencia, que no les guste Petro y su estilo, que tengan mil errores para criticar y pocos o ningún acierto para reconocer, pero tomar partido por Trump y sus temerarias decisiones, es algo que tiene muy poco de racional y nada de generoso con el país.

 

Por fortuna la crisis diplomática se solucionó temporalmente con un acuerdo sobre la manera en que van a retornar los migrantes colombianos expulsados con no pocas arbitrariedades de Estados Unidos; pero el incidente ha dejado al desnudo tanto las ligerezas del presidente  como la enorme mezquindad y ceguera de las viejas élites del país.

 

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