Por: Katerin Erazo, Periodista
El presidente, Gustavo Petro, ha planteado una propuesta para la crisis política que atraviesa Venezuela, sugiriendo un modelo similar al Frente Nacional colombiano como una solución transitoria que permita avanzar hacia la estabilidad.
En un mensaje publicado en su cuenta de X, Petro señaló que una experiencia de alternancia en el poder entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición podría ayudar a lograr la paz y prosperidad en el país vecino. Esta idea surge en un contexto de creciente tensión luego de las elecciones presidenciales del 28 de julio, cuyos resultados no han sido verificados de manera independiente, generando dudas tanto dentro como fuera de Venezuela.
El Frente Nacional colombiano, propuesto por Petro como referencia, fue un acuerdo entre los partidos Liberal y Conservador que rigió en Colombia entre 1958 y 1974. Este pacto surgió como respuesta a la violencia bipartidista que había azotado al país durante décadas y la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. La alternancia en el poder y la distribución equitativa de los cargos públicos entre los dos partidos tradicionales permitió restablecer la estabilidad democrática en Colombia, aunque a costa de la exclusión de otros movimientos políticos, lo que a la larga contribuyó al surgimiento de nuevos conflictos armados.
El contexto venezolano, sin embargo, presenta particularidades complejas. Desde el pasado 28 de julio, las elecciones presidenciales han sido objeto de controversia, ya que el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el gobierno de Maduro, no ha presentado las actas que permitan corroborar la victoria proclamada del mandatario. Esta falta de transparencia ha llevado a la oposición y a la comunidad internacional a cuestionar la legitimidad del proceso. En respuesta, Petro y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, han mantenido conversaciones para tratar de intermediar en la crisis y explorar posibles soluciones.
La propuesta de Petro, en esencia, sugiere la formación de un gobierno de coalición en Venezuela, donde tanto sectores del chavismo como de la oposición puedan participar en la administración, similar a lo que ocurrió en Colombia con el Frente Nacional. Este enfoque coincide con la sugerencia de Lula, quien recientemente planteó la posibilidad de que ambas facciones políticas compartan el poder como una medida temporal para desescalar las tensiones. Lula también ha insistido en la importancia de que se publiquen los resultados electorales y se permita una auditoría independiente, algo que hasta ahora no ha ocurrido.
En medio de este panorama, los cancilleres de Colombia, Luis Gilberto Murillo, y de Brasil, Mauro Vieira, se reunirán en Bogotá para abordar la crisis venezolana como tema central de sus discusiones. Este encuentro se da en un momento crítico, ya que la comunidad internacional sigue presionando por una solución que respete la voluntad popular en Venezuela, sin desestabilizar aún más la región.
Mientras tanto, la situación en Venezuela continúa deteriorándose. Informes elaborados por la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) y la Alianza Rebelde Investiga revelan un preocupante patrón de violencia política que ha afectado principalmente a la oposición. Según estos informes, más del 90% de los actos de violencia registrados durante el periodo electoral fueron perpetrados por organismos del Estado, como la Policía Nacional Bolivariana, que ha sido señalada como la principal ejecutora de agresiones, intimidaciones y detenciones arbitrarias. Estos actos incluyen ataques directos a figuras de la oposición, como el atentado contra la candidata inhabilitada María Corina Machado en Barquisimeto, donde vehículos de su comitiva fueron vandalizados.
La violencia no solo se ha limitado a ataques físicos, sino que también se han reportado desapariciones, amenazas de grupos armados y deportaciones de observadores internacionales. En regiones como el estado Táchira, durante la jornada de verificación ciudadana para la auditoría de votos, una persona fue asesinada por disparos de un grupo de civiles armados, mientras que en Maturín, una mujer resultó herida en un incidente similar. Estos hechos subrayan la gravedad de la situación y la urgencia de encontrar una salida que permita restaurar la paz y la confianza en las instituciones venezolanas.
Según Alejandro Chala, investigador de la Línea Democracia y Gobernabilidad de la Fundación Pares, la propuesta de un Frente Nacional en Venezuela planteada por Petro no parece viable por varias razones. En primer lugar, señala que el sistema político venezolano actualmente no lo permite. En segundo lugar, destaca la existencia de una estructura cívico-militar que sostiene al Estado venezolano y que posee dinámicas de legitimidad robustas, difíciles de desafiar. Chala argumenta que la oposición no representa una amenaza significativa al poder en Venezuela, ya que carece de influencia sobre el Ejército y otras subdivisiones clave de la unión cívico-militar, así como en otros sectores políticos.
El investigador subraya además que el Partido Socialista Unido de Venezuela ha consolidado su hegemonía y presencia en todo el territorio nacional, debilitando la organización territorial de la oposición. Comparando con el contexto histórico del Frente Nacional en Colombia, Chala indica que este surgió en un momento de disputa entre un tercer poder, facilitando un acuerdo entre el Partido Liberal y el Partido Conservador para gestionar el país y reducir la violencia. En contraste, en Venezuela, no existe un tercero en disputa y Nicolás Maduro, quien detenta el poder, no muestra voluntad ni capacidad para abrir el escenario político a otros actores, a menos que enfrentara una amenaza internacional significativa.
En conclusión, Alejandro Chala considera que la propuesta teórica de un Frente Nacional en Venezuela es interesante, pero poco factible sin un ejercicio real de presión que ponga en riesgo el poder de Maduro y su régimen, lo cual es visto como altamente improbable en el contexto actual.
En Venezuela, donde la polarización es profunda y los sectores políticos enfrentados tienen visiones irreconciliables, lograr un consenso para implementar un modelo de gobierno compartido requeriría un esfuerzo extraordinario de mediación y garantías de parte de actores internacionales.
A medida que se acercan las movilizaciones convocadas por la oposición venezolana para protestar contra los resultados electorales, la presión sobre el gobierno de Maduro aumenta. Las protestas, que se esperan también en varias ciudades de Colombia, podrían marcar un punto de inflexión en la crisis, especialmente si se produce una represión violenta o si el CNE decide finalmente divulgar las actas que hasta ahora han mantenido en secreto.
En definitiva, la propuesta de Gustavo Petro, aunque audaz, no deja de ser un recordatorio de los complejos desafíos que enfrenta la región en la búsqueda de soluciones pacíficas y democráticas. La historia del Frente Nacional colombiano ofrece lecciones tanto de éxito como de advertencia, y su aplicación en el caso venezolano podría abrir un camino hacia la reconciliación o, por el contrario, profundizar las divisiones. Lo que está claro es que la situación en Venezuela requiere respuestas urgentes y coordinadas, tanto a nivel interno como internacional.
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