Por: Redacción Pares
Treinta y cinco años después de su asesinato dentro de un avión comercial, el estado colombiano reconoció su participación en la muerte del líder máximo del M-19 Carlos Pizarro. Para llegar a esta conclusión la Agencia de Defensa Jurídica del Estado, ANDJE, realizó una exhaustiva investigación que permitió esclarecer el papel que jugaba el DAS para ubicar y asesinar a miembro de la oposición al gobierno. El DAS fue desmantelado en el gobierno de Uribe debido al capítulo de las chuzadas a la oposición.
María José Pizarro, hija del comandante, ha sido uno de los personajes que más ha presionado para que se llegue a la verdad. Ve con preocupación como la lentitud de la Fiscalía en estos 34 años ha tomado la investigación del asesinato de su padre. Ella recuerda que la última vez que vio a su papá fue en un restaurante en el norte de la capital, en donde lo encontró con el mismo humor descarnado y negro de siempre. Los asistentes a la cena le reprochaban a Pizarro el hecho de no llevar chaleco antibalas a pesar de tener sobre él el duro yunque de las amenazas. La respuesta dejó helados a todo el mundo: “ a mi, si me matan, me van a disparar en la cabeza”. Esa noche dejó claro que era consciente del riesgo que corría pero reafirmaba su intención de que el M-19 continuara con el proyecto de la paz.
El M-19, desde su creación en 1975, había demostrado una imaginación y una capacidad de comunicación que ningún grupo guerrillero ha tenido en el país. Esto se debía a los golpes que hicieron, todos con una considerable carga simbólica, como la recuperación de la espada de Bolívar, el robo de armas del Cantón Norte, o la toma de la embajada de la república dominicana, en las tres el ejército, la fuerza pública quedaron en ridículo. Por eso los uniformados tenían sangre en el ojo y querían venganza. Así lo hicieron. Uno a uno fueron desapareciendo los personajes claves, los comandantes más queridos. Jaime Bateman cayó misteriosamente en una avioneta, Iván Marino Ospina fue sorprendido en una emboscada en el sur de Bogotá en donde resistió como un héroe. Y luego vendría la toma del Palacio de Justicia en donde el ejército claramente le tendió una celada a esa guerrilla usando como cebo a los 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
María José Pizarro afirma que la verdad apenas se está sabiendo, que la investigación apenas está empezando y que se necesita celeridad en los órdenes de control ya que muchos de los testigos están muriendo. Esto sucedió en abril de 1990 mientras el comandante Pizarro, quien se había acogido al proceso de paz y envolvió su arma en la bandera de Colombia, empezó a creer en el proceso democrático y se lanzó como candidato a la presidencia de la república. La Casa Castaño fue la autora del asesinato pero si metió a un asesino dentro del avión lo hizo con la complicidad de agentes del Estado que lo ejecutaron disparándole en la cabeza, como tenía la certeza Pizarro.
El colectivo de abogados José Alvear y la Comisión Colombiana de Juristas después que el estado reconociera la responsabilidad en el asesinato de Pizarro están pendientes de llegar a un acuerdo de reparación y cerrar por fin uno de los capítulos más escabrosos de colaboración entre miembros del paramilitarismo y el Estado para asesinar a un opositor.
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