Por: Redacción Pares

El 21 de octubre del 2024 el expresidente de Alvaro Uribe estaba dando una charla en la universidad Sergio Arboleda de Santa Marta. Ese día la Cámara de Representantes había aprobado la Reforma Laboral. Luego esta reforma se estancaría después en el senado. Pero en ese momento los protectores de los poderosos tenían las alarmas encendidas, por eso Uribe no se guardó nada. Los asistentes afirmaban que el presidente parecía dolido, como si algo le taladrara el corazón. Lo que más le molestaba era el pago de las horas extras a partir de las 7 p.m “la reforma laboral no puede ser para destruir, diciendo que se va a favorecer a los pobres. Esta destrucción le hace daño a los ricos, a los inversionistas y sobre todo a los pobres”.
La excusa de Uribe es que la reforma laboral acabaría con la mediana y la microempresa. Sin embargo no recordaba que la microempresa había sufrido un duro golpe por culpa de César Gaviria quien desde que llegó a la presidencia en 1990 aprobó la apertura económica que dejó desprotegido al empresariado colombiano, expuesto a competir con productor norteamericanos con aranceles bajos. Y que el mismo gobierno Uribe terminó por darle la estocada final a los trabajadores. Desde 1950 en el país se estableció la jornada diurna iba desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Uribe extendió esa jornada diurna hasta las 10 de la noche. Acababa de un tajo con el derecho a las horas extras.
Este 18 de marzo del 2024 algunos alcaldes afirmaron que era un acto de amor a la patria no salir a marchar. Así lo dijo Dumek Turbay, por ejemplo. El acalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, quien nos tiene en un incomprensible racionamiento de agua a pesar de las intensas lluvias que azotan la capital.
Los ricos, que son los dueños de las grandes empresas del país, necesitan ayudar a solucionar los problemas que se tienen de informalidad, según el DANE la tasa de informalidad es del 58%. El indice de Gini sitúa a Colombia como uno de los países más desiguales de América Latina. Las mujeres ganan un 13.5% menos en su salario que un hombre. La refoma daría mayor estabilidad laboral, el contrato mínimo firmado por el dueño de una empresa sería de 4 años, algo que no sucede con los contratos OPS que es la modalidad en la que la mayoría de los colombianos está contratada. Las jornadas laboral serían más justas, habría una igualdad salarial, se fortalecería la seguridad social, y se daría un impulso a la economía.
Por el capricho de ocho senadores -que además están cuestionados- propusieron hundir la reforma laboral sin ni siquiera haya un debate en el Congreso. Está claro que detrás de ellos están las manos de los poderosos, la misma sangre que se opuso a la reforma agraria de Lleras, que saboteó el proceso de paz de Santos y que no ha dejado que un presidente reformista como Petro pueda realizar con libertad su programa de gobierno.
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