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Primera comunidad energética acompañada por Pares, una manera de resistir

Texto y fotos por: Isabela Puyana


Foto tomada por: Isabela Puyana


La comunidad Don Jaca en el norte de Santa Marta es un lugar conocido por ser una vereda de pescadores. Es una bahía a la que solían llegar millones de sardinas que nadaban hacia La Ciénaga Grande para hacer su fase de reproducción y los peces de la Guajira y de Venezuela las perseguían para alimentarse año a año, sin embargo, esta danza que le daba trabajo a cientos de pescadores en la zona ha comenzado a desaparecer. 


Los pescadores no tenían que alejarse más de 200 metros de la playa para lanzar las redes y atrapar la pesca del día. Según ellos, hoy este ciclo de procreación de peces de distintas especies se ha visto interrumpido, después de que dos puertos de carbón fueron instalados en el centro de la bahía . 



Puerto desde la bahía de Don Jaca


Las comunidades advierten que estos puertos, que pertenecen al grupo Prodeco y a la compañía Drummond y que tienen una extensión de más de 600 metros hacia el mar, han afectado la flora y fauna de la Ciénaga desde su instalación. Las personas que viven a sus alrededores nombran estas estructuras de acero como un cementerio de manglares, lugar donde antes se alimentaban los camarones y las aves de la zona y en donde ya no suelen encontrar ningún animal.


Jorge Maldonado, pescador de profesión desde hace 40 años afirma que el cambio de la pesca es traumático: “Ahora es imposible transitar por donde lo hacíamos, antes llegábamos cerquita de los puertos y tirábamos las redes, nos quedábamos dos o tres horas y con eso ya hacíamos la pesca del día. Ahora llegamos a los muelles y la seguridad nos rompe las redes, nos quita la pesca, creen que estamos llevando droga a esa zona, que somos delincuentes, ahora tenemos que ser expertos y pescar mar adentro, incluso pescar a 20 metros de profundidad, pero nosotros no tenemos esa facilidad ni los instrumentos necesarios para alcanzar el pescado a esas distancias y nos estamos quedando sin trabajo”. 


Jorge Maldonado, pescador de Don Jaca, ha vivido 40 años de la pesca y hoy considera que no es posible sobrevivir de este oficio


Jorge Luis Castro, presidente de la junta de acción de la comunidad de Don Jaca cuenta que han sido 37 puntos de pesca los que han cerrado en los últimos 10 años y que los pescadores que conocen los ciclos de vida de los peces han llevado esta situación al Congreso de la República para plantear el debate y darlo a conocer a nivel nacional, sin embargo, esto no ha tenido ninguna repercusión. 


Jorge Luis Castro cuenta que en los últimos años la Quebrada Don Jaca se ha secado por temporadas más extensas a raíz de la instalación de los puertos y del cambio climático


Un artículo de la Universidad Sergio Arboleda titulado como Desplazados del mar, el caso de los pescadores artesanales de Don Jaca en Santa Marta Colombia y publicado en el 2020, aborda el caso de la comunidad de pescadores marítimos artesanales desde 1992 y utiliza las denuncias de los pescadores para determinar el impacto que pudo haber generado la disminución de la pesca y cómo esta pudo afectar su identidad cultural. Los resultados demuestran que existen evidencias sobre los impactos en la pérdida de aspectos identitarios de la comunidad ligados a la afectación de la pesca. 


Ze Carlos Lugo, estudia derecho y tiene la ilusión de graduarse en dos años para defender los derechos de su comunidad


Ze Carlos Lugo cuenta que en 1960, con el recrudecimiento de la guerra, muchas familias consideraron a Don Jaca un paraíso donde podían habitar y escapar del desplazamiento. Por sus características únicas en donde se puede encontrar agua dulce y salada, montaña y playa sintieron que podía ser un espacio para sembrar, pescar, producir y progresar. Con los años Don Jaca se ha convertido en un territorio de conflicto por la formalización de tierras, las cuales, en su mayoría no aparecen con título de propiedad y por su ubicación ha sido epicentro de conflictos por narcotráfico. Esto ha recrudecido la pobreza y la falta de oportunidades de la comunidad. 


Ferrocarril zona de Don Jaca. Solía cargar banano en la época de la Industria bananera. Hoy carga carbón hacia los muelles


El joven y líder Ze Carlos es reconocido por su comunidad por reunirlos en torno a proyectos productivos y educativos. Está estudiando Derecho con la finalidad de ayudar a que consigan el derecho de propiedad de sus tierras y se ha propuesto transformar sus condiciones actuales de vida. A través de distintas actividades él ha buscado maneras de que las familias de la zona puedan acceder a la energía, pues muchos de los que viven en el barrio no tienen cómo conectarse dado al costo de las tarifas. 


Hoy se sabe que el Caribe es la zona del país que mas paga en las tarifas de energía y que Santa Marta es la 6° ciudad que más paga por consumo de energía según la valoración anual del IPC, dejando a comunidades como la de Don Jaca en condiciones aisladas e imposibilitando el acceso.


Una de las ideas de Ze Carlos, junto a la junta de acción comunal para mitigar las necesidades actuales de los pescadores de la zona y la falta de oportunidades de los jóvenes es la de generar proyectos productivos de turismo como una alternativa de vida que disminuya la violencia en la zona y los saque de la situación en la que se encuentran actualmente, donde no tienen más oportunidades que una pesca muy limitada.


Jóvenes de Pares escuchando las necesidades de la comunidad de Don Jaca


Para esto, creen que el primer paso debe ser tener acceso a la energía y buscaron ser parte del proyecto de comunidades energéticas con la ilusión de emprender un nuevo proyecto.  

Los jóvenes investigadores del Centro de Pensamiento de Transición Energética de Pares hicieron un acompañamiento para que sean una de las primeras comunidades energéticas en esta zona.


Ze Jorge contando las razones por las que la comunidad necesita hacer parte del proyecto


Hoy la comunidad espera tener resultados para acceder a la energía y comenzar a proyectarse hacia nuevas maneras de ser vistos, hacia otras economías y hacia un futuro en el que ya no se sientan aislados, porque, como dice Ze Jorge, conectarse no es sólo recibir energía, sino hacer parte de un todo, de eso que ellos nunca han podido pertenecer. 


Así puede inscribirse a una comunidad energética:












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