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Prodeco: El intento fallido de hacer una transición energética justa

Por Isabela Puyana



En 2022 el diario El Espectador entrevistó a varios trabajadores de la mina, entre ellos a Luis Fernando Ramírez, de La Jagua, de Prodeco, quien llevaba más de dos años sin entrar a la mina. Primero fue por la pandemia del coronavirus y, después, “porque nos enteramos, antes de que la empresa nos notificara, que renunciaron a tres títulos mineros”, comenta.

 

“Antes de salir, en marzo de 2020, nos habíamos reunido con la gerencia de la empresa porque escuchábamos que se hablaba del Acuerdo de París, sobre el cambio climático y la transición energética, y queríamos saber qué iba a pasar. Pero nos dijeron que no existían riesgos, que la operación iba a durar por muchos años más”. En septiembre de 2021, sin embargo, Prodeco renunció a las minas.

 

A partir de la renuncia de Prodeco los empleados de las minas han salido por dos modalidades: el despido masivo autorizado por el Ministerio de Trabajo del 5 % de la nómina y el plan de retiro voluntario que ha diseñado Prodeco, pero como lo relató el diario El Espectador, los empleados han sentimos que fue una trampa, porque quienes salieron voluntariamente se les dio una liquidación que estaba un 30 % por encima de la liquidación legal, entonces la gente la toma, pero eso no le da ninguna estabilidad financiera a futuro.

 

Paula Andrea Arias, investigadora de la Universidad Católica de Colombia cuenta en su publicación de la Revista Ambiente que a pesar de que las minas a las que renunció Prodeco tienen planes de manejo ambiental, puede que sus impactos perduren a largo plazo. En un ejercicio que hizo AIDA, por ejemplo, calculaban que una mina como Calenturitas, en la que se han intervenido más de 2.700 hectáreas y cuyo contrato inicial terminaba a 2035, sus impactos continuarán a perpetuidad, incluso más allá de 2090.

 

En el 2021, mediante un comunicado oficial, Senadores de ese momento como Ivan Cepeda, Victoria Sandino, Jesús Alberto Castilla, entre otros le solicitaron al entonces Gobierno Nacional de Iván Duque y al Ministerio de Trabajo en Particular, urgente atención tras el anuncio de renunciar a los títulos mineros de Las Jaguar y Calenturitas en el César, solicitud que dejaría sin ingresos a más de 4.000 familias de la región.




 Foto del Sindicato de Trabajadores de la Indistria del Carbón


Según lo confirmó La Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) a El Espectador en el 2022, el proceso de renuncia de minas ha sido inusual. “Es la primera vez que recibimos un caso de estos”, aseguró Ana Mercedes Casas, quien era la subdirectora de Seguimiento de Licencias Ambientales de la ANLA.

 

Nuestro director León Valencia participó en la entrega del Estudio Brújula Minera realizado por la Asociación Colombiana Minera, la ANDI y el Centro Nacional de Consultoría en el que fue invitado para hablar de la importancia de la Minería en la Transición Energética Justa y durante la charla se habló sobre Prodeco. “No solo es necesario comenzar a transitar a energías alternativas, teniendo en cuenta que el carbón es el principal contaminador para el cambio climático, pero para que se logre hacer una transición justa hay que hacerlo teniendo en cuenta a las comunidades y la huella que deja a largo plazo”, mencionó León.



Foto de: Isabela Puyana

 

Lo que ocurrió con Prodeco es una muestra de cómo no se hace una transición energética justa y este gobierno debe aprender y hacerle seguimiento a las empresas que pretenden guiar para que transite a energías renovables, agregó en medio de la jornada.

 

Según León Valencia, quien hace poco hizo anuncio de la aventura del Centro de Pensamiento de transición energética de la Fundación Pares aseguró que debemos empezar a hacernos preguntas sobre cómo hacer diálogos entre las empresas y el Gobierno para que la minería sea compatible con la transición energética, con un Gobierno justo, para que los minerales necesarios para la transición comiencen a explorarse y las minas que están contaminando comiencen a transitar sin que la economía ni el ecosistema de aquellos que allí habitan terminan por pagar.





 

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