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Putumayo bajo la sombra de la coca: informe de la UNODC revela aumento de cultivos en la región

Por: Katerin Erazo, Periodista


Fotos Tomadas de: El Tiempo


Este lunes 11 de septiembre, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) presentó su informe anual titulado ā€œMonitoreo de territorios con presencia de cultivos de coca en Colombia 2022ā€, que revela cifras alarmantes sobre el auge del cultivo de coca en el paĆ­s. (Ver: 230.000 hectĆ”reas de coca: gobierno responde con nueva polĆ­tica de drogas) SegĆŗn el informe, Colombia ha superado nuevamente cifras rĆ©cord en el cultivo de coca. En el aƱo 2022, se registraron un total de 230,000 hectĆ”reas sembradas con coca, lo que representa un incremento del 12.7% en comparación con el aƱo anterior y un impresionante 43% mĆ”s que en 2020. Este aumento desproporcionado plantea preocupaciones significativas sobre la seguridad y el control institucional en las regiones afectadas.


Según el informe, Colombia ha superado nuevamente cifras récord en el cultivo de coca. En el año 2022, se registraron un total de 230,000 hectÔreas sembradas con coca, lo que representa un incremento del 12.7% en comparación con el año anterior y un impresionante 43% mÔs que en 2020. Este aumento desproporcionado plantea preocupaciones significativas sobre la seguridad y el control institucional en las regiones afectadas.


Uno de los datos mÔs destacados del informe es la distribución no uniforme del aumento de cultivos de coca en todo el país. Las zonas fronterizas experimentaron un aumento del 21% en el Ôrea sembrada, mientras que en las regiones a 10 kilómetros de la frontera, se concentró cerca del 50% del incremento neto. Esto resalta la necesidad de una atención especial en estas Ôreas donde los cultivos de coca siguen floreciendo.


AdemÔs, la producción potencial de clorhidrato de cocaína también aumentó en un 24% en comparación con el año 2021, alcanzando un total de 1,738 toneladas. El informe identificó que el 65% de los cultivos de coca se concentran en Nariño, Norte de Santander y Putumayo.

Sin embargo, es en Putumayo donde se encuentra el dato mÔs impactante. El 77% del aumento de hectÔreas de coca en todo el país se registró en esta región. En 2021, Putumayo albergaba 204,000 hectÔreas de cultivo de coca, mientras que en 2022 esta cifra se disparó a 230,000 hectÔreas, de las cuales 20,000 estÔn ubicadas en el mismo Putumayo. Esto significa un aumento del 13% entre 2021 y 2022 en esta región, mientras que si excluimos a Putumayo, el aumento a nivel nacional fue del 3%.


La proliferación de cultivos de coca en Putumayo se presenta en un contexto complejo, donde diversos actores, desde bandas locales, prestadoras de servicios hasta grupos armados organizados y organizaciones criminales transnacionales, tienen presencia en las Ôreas de concentración de hectÔreas de coca.


AdemƔs de Putumayo, otras regiones que le siguen de cerca en el aumento del Ɣrea de cultivos de coca son Tumaco en NariƱo y Puerto Asƭs en Putumayo, quienes en conjunto incrementaron su Ɣrea con coca en mƔs de 6,500 hectƔreas con respecto al aƱo 2021.

Según Mauricio Valencia, investigador nacional de la Línea Paz, Posconflicto y Derechos Humanos de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), este aumento se ha notado principalmente en municipios como Puerto Asís, con un total de 6,000 hectÔreas afectadas. AdemÔs, identificó a los grupos armados involucrados en la región, como el Frente Carolina Ramírez, parte del Estado Mayor Central, y los comandos bolivarianos de frontera pertenecientes a la Segunda Marquetalia.


Valencia destacó que existe una disputa entre ambas disidencias a partir de estas subestructuras que tienen copado todo el departamento, y tienen prÔcticamente presencia en todos los municipios de Putumayo.


La situación planteada por el informe de la UNODC refleja la urgente necesidad de abordar el problema de los cultivos de coca en Colombia, especialmente en regiones como Putumayo, donde el aumento ha sido exponencial y amenaza la seguridad y el desarrollo de la comunidad. Las autoridades nacionales y locales enfrentan un reto significativo en la lucha contra el narcotrÔfico y la consolidación de la paz en estas Ôreas.


Este alarmante aumento de los cultivos de coca en Colombia no solo tiene implicaciones locales, sino que también afecta a nivel internacional. La producción de cocaína en Colombia abastece el mercado global de esta droga, lo que contribuye a la propagación de la violencia y el crimen en diversas partes del mundo.


Mauricio Valencia sugirió que el incremento de cultivos en el departamento de Putumayo estÔ estrechamente vinculado a la aparición del fentanilo y la baja compra, así como los bajos precios en la compra de coca. Esto ha llevado a la implementación de nuevas rutas hacia otras zonas del continente, especialmente hacia el sur.


El informe de la UNODC también destaca la necesidad de un enfoque integral para abordar este problema. No se trata solo de erradicar los cultivos, sino también de abordar las causas subyacentes que impulsan a los agricultores a participar en el cultivo de coca. Esto incluye proporcionar alternativas económicas viables, mejorar la infraestructura en estas Ôreas y fortalecer la presencia del Estado para garantizar la seguridad y el desarrollo sostenible.

El Gobierno ha estado trabajando en estrategias para combatir este problema, pero queda claro que se requiere una acción mÔs coordinada y sostenida. La comunidad internacional también desempeña un papel crucial en la lucha contra el narcotrÔfico, brindando apoyo técnico y financiero para abordar esta compleja crisis.


En este contexto, es fundamental que las autoridades locales y nacionales trabajen en estrecha colaboración con la UNODC y otros organismos internacionales para implementar estrategias efectivas de control de cultivos de coca y reducción de la producción de cocaína. Es importante involucrar a la sociedad civil y a las comunidades afectadas en la búsqueda de soluciones a largo plazo.


Perfil de los grupos armados presentes en Putumayo


En la actualidad, dos grupos armados estĆ”n inmersos en un conflicto en el departamento de Putumayo: el Grupo Armado Post-FARC (GAPF), tambiĆ©n conocido como la disidencia Frente Carolina RamĆ­rez (FCR), afiliada a la lĆ­nea disidente liderada por alias ā€œGentil Duarte,ā€ y los Comandos Bolivarianos de la Frontera (CDF), que se identifican con la ā€œSegunda Marquetalia.ā€ Su presencia en el territorio putumayense ha resultado en un aumento de la violencia contra la población civil, incluyendo homicidios. (Ver: Coca, violencia y resistencia: los flujos del conflicto en el Putumayo 2016 – 2022)


Frente Carolina RamĆ­rez (FCR)


El Frente Carolina RamĆ­rez, un componente del GAPF, ha consolidado su presencia en el sur del paĆ­s desde la firma del Acuerdo de Paz. Bajo la influencia de alias ā€œGentil Duarte,ā€ este grupo se estableció en Putumayo en 2017, inicialmente en municipios como Puerto AsĆ­s y Puerto LeguĆ­zamo, para luego expandirse gradualmente a Puerto GuzmĆ”n, Orito, Valle del Guamuez, Puerto Caicedo y San Miguel. La DefensorĆ­a del Pueblo en Putumayo informó de la presencia de este grupo armado en Puerto AsĆ­s desde 2019, marcando su expansión hacia Puerto LeguĆ­zamo en medio de una disputa territorial con el entonces grupo conocido como ā€œLa Mafia.ā€ Desde ese aƱo, se observó cómo el Frente Carolina RamĆ­rez estaba implementando estrategias de control territorial, como la distribución de manuales de convivencia, restricciones a la movilidad y reuniones frecuentes con las comunidades, prĆ”cticas que persisten hasta hoy y estĆ”n relacionadas con su interĆ©s en el control de la producción de hoja de coca.


Para 2020, su presencia en Puerto LeguĆ­zamo era evidente, fortalecida por alianzas con grupos vinculados al narcotrĆ”fico en PerĆŗ, Ecuador e incluso los Balcanes. AdemĆ”s, en el contexto de su disputa territorial con grupos como La Mafia y La Constru, el FCR se involucró en homicidios de personas protegidas, detenciones ilegales y otras afectaciones a la población en Putumayo. Desde entonces, ā€œDanilo AlvizĆŗā€ y ā€œAlonso 45ā€ fueron identificados como los lĆ­deres del FCR. Sus intereses se centran en el control de la cadena de producción y procesamiento de la hoja de coca en Putumayo, lo que tambiĆ©n ha generado riesgos para lĆ­deres comunitarios debido a la interferencia del grupo armado en las decisiones locales.


Comandos de la Frontera (CDF)


En el otro lado del conflicto en Putumayo se encuentran los Comandos Bolivarianos de la Frontera (CDF), un grupo armado que ha ganado presencia en el departamento en los Ćŗltimos 4 aƱos. A diferencia del FCR, los CDF son mĆ”s heterogĆ©neos en su composición y resultan de alianzas entre diversas organizaciones criminales que se unieron en Putumayo despuĆ©s de la firma del Acuerdo de Paz. Los CDF operan en los municipios de Puerto AsĆ­s, Puerto LeguĆ­zamo, San Miguel, Orito y Valle del Guamuez, lo que indica una presencia territorial casi igual a la del FCR. A partir de 2021, tambiĆ©n se sabe que estĆ”n presentes en Piamonte (Cauca), seƱalando su expansión en el suroccidente del paĆ­s. Este grupo tuvo sus inicios con un intento de reclutamiento fallido por parte de alias ā€œRodrigo Cadeteā€ de exguerrilleros del antiguo bloque sur de las FARC-EP en Putumayo. La falta de reconocimiento de la lĆ­nea disidente liderada por ā€œGentil Duarteā€ e ā€œIvĆ”n Mordiscoā€ condujo a la formación de grupos armados no alineados con ellos en Putumayo, que mĆ”s tarde se agruparon bajo la denominación CDF.


Esta denominación ha sido Ćŗtil para evitar la presión de las fuerzas de seguridad en el departamento. Los grupos que conforman los CDF, como La Constru, La Empresa, La Mafia Sinaloa y exmiembros del Frente 48 de las FARC-EP, se identifican con la ā€œSegunda Marquetaliaā€ y rivalizan con el FCR en Putumayo, disputĆ”ndose el legado de las FARC-EP en la región. Al igual que el FCR, los CDF buscan controlar las actividades relacionadas con la hoja de coca en la AmazonĆ­a, aprovechando su potencial para establecer rutas hacia paĆ­ses como Ecuador, PerĆŗ y Brasil. Los beneficios económicos del narcotrĆ”fico han permitido a los CDF reclutar nuevos miembros, incluyendo niƱos, hombres y mujeres, ofreciendo salarios mensuales y proporcionando motocicletas y fusiles como incentivos iniciales. Esta prĆ”ctica contrasta con la del FCR, que acumula los recursos económicos entre un pequeƱo grupo.


AdemÔs, los CDF implementan estrategias de control social y territorial similares a las del FCR en los municipios del bajo Putumayo, organizando reuniones y ejerciendo control sobre la población civil.





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