Por: Línea Convivencia y Seguridad Ciudadana
La extorsión no es un delito aislado. Afecta la estabilidad y la convivencia de las comunidades donde se presenta. Es un desafío al poder del Estado. El ciudadano empieza a perder la fe en la protección que sus gobernantes pueden darles. Allí donde hay extorsión también existen grupos armados, desplazamiento, tráfico de drogas, despojos y asesinatos. La extorsión es un delito transversal a estas actividades. En Colombia la extorsión creció entre el 2022 y el 2023 un 7.9%. Pasó de 9.791 a 10.560 casos en un solo año. El modo predilecto para efectuarlo es a través de la llamada telefónica con 4.513 casos, los cobros directos con un 26% y las redes sociales con un 14.3% completan las modalidades de extorsión. Cabe resaltar que el 40% de las extorsiones se realizan en el país desde centros carcelarios.
Los departamentos de Colombia en donde más se presenta este delito son, en su orden, Antioquia con un total de 1.797, seguido de Bogotá D.C con 1.626, Atlántico con 1.303, Valle del Cauca con 1.100 y Norte de Santander con 549 casos, resaltando también departamentos con un número importante de denuncias, como lo son Meta (501), Cauca (405) y Chocó (369). En el área metropolitana de Bogotá el municipio donde ocurren mayor número de extorsiones es Soacha con 72 casos.
Bogotá está azotada por la extorsión. En el 2023 aumentó más que en todo el país, un 22%. La presencia de estructuras delincuenciales como El tren de Aragua que opera en localidades del centro, suroriente y suroccidente de la ciudad, donde han intentado establecer zonas de control territorial para asegurar el mercado del microtráfico, así como de la extorsión, generando disputas con otras organizaciones. Otras de las bandas que están generando alertas entre los comerciantes son la que se conoce como Satanás que, aunque hasta hace muy poco operaba principalmente en el suroccidente y suroriente de Bogotá ya ha ampliado su área de influencia a localidades del norte como Usaquén y Barrios Unidos. Las principales víctimas de esta banda son bicitaxistas, trabajadoras sexuales y comerciantes a quienes, incluso, han llegado a torturar. Los cobros que les hacen van desde cobros semanales de $250.000 a $300.000, hasta sumas que llegan a los 300 millones de pesos. Hay otras bandas que operan en la capital como Los Camilos, Los Paisas, Los Maracuchos y Los Lobos.
Según las cifras de SIEDCO, las localidades con mayor número de casos reportados de extorsión en 2023 fueron Los Mártires, Usaquén, Santa Fe, Kennedy, Bosa y Suba.
Medellín es la segunda ciudad de Colombia con más casos de extorsión con 884. La ciudad heredó un problema de seguridad que se desató con el auge del narcotráfico de los años ochenta. La Oficina es el cuerpo colegiado que articula las actividades criminales de la mayoría de los grandes grupos delincuenciales organizados del Valle de Aburrá, entre las cuáles se encuentran Los Chatas, La Terraza, Los Pesebreros y Caicedo, así como algunas con las que mantienen relaciones conflictivas, pero aun así se articulan con esta, como Los Pachelly y El Mesa. Estas organizaciones se encuentran en el espectro de grupo que entrarían a negociar en la probable Paz Urbana de la Paz Total propuesta por este gobierno.
Cali ha presentado un incremento en la extorsión del 34% en el último año. Aunque hay grupos como La 40, El Platanal, Los del Hueco, África o El Parche, no existe una gran estructura criminal que lleve los hilos de la extorsión. En esta ciudad todo está más atomizado. En Buenaventura, aunque el gobierno logró sentar en una mesa de negociación a los Shottas y a los Espartanos, y se logró bajar los índices de homicidios, la extorsión sigue campante en el puerto. En municipios como Tuluá la presencia y poder de grupos como la Inmaculada, que causaron una violenta asonada el pasado 10 de febrero, es absoluta.
En Barranquilla la extorsión subió un 101% en el 2023 con 834 casos. En esta área metropolitana se ha podido identificar la consolidación de estructuras como Los Costeños u Oficina de la Costa, Los Rastrojos Costeños, y Los Pepes. Uno de los líderes de los Rastrojos Costeños, el Negro Ober, no tiene empacho en amenazar de muerte a los comerciantes barranquilleros desde su celda. La situación es tan crítica que cada vez son más los negocios que cierran sus puertas debido a la presión de los delincuentes.
En ciudades como Cúcuta la presencia constante en el Catatumbo del ELN, o los rezagos del holocausto paramilitar que sembró el horror en Norte de Santander entre los años 1997 y 2005, son caldo de cultivo para la extorsión. En el 2023 se registraron 284 casos presentando un incremento del 49% con respecto a las cifras del 2022.
Entre los principales grupos delincuenciales que operan en la zona, y están involucrados en las dinámicas extorsivas, se puede identificar al grupo AK 47, al mando de alias ‘Saúl’, que funcionaría como la extensión del Tren de Aragua en Cúcuta; los Pelusos, disidencia del extinto grupo armado EPL; los Rastrojos, proveniente de estructuras paramilitares; Los Porras o Familia P, con un origen de clan familiar criminal.
Si bien las grandes ciudades constituyen el foco principal de la extorsión, la presencia del ELN, las disidencias FARC y el Clan del Golfo han implementado esta práctica delincuencial en ciudades intermedias.
Este informe de la Línea de Convivencia y Seguridad Ciudadana se convierte en la radiografía de uno de los peores problemas de seguridad que azota al país:
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