Por: Walter Aldana
Político social alternativo
Cierto es que la situación cotidiana donde se vive el machismo exacerbado, las tensiones y estrés por la falta de oportunidades de ingresos para atender a sus familias en las mínimas condiciones de vivienda, alimentación y salud, circunstancias acrecentadas por la pandemia y por un Gobierno insensible frente a, por ejemplo, las propuestas reales de matrícula cero de manera definitiva y no por un semestre, como igualmente, entre otros temas, el de la renta básica para 9 millones de familias… decía que es real que estas situaciones matan más colombianos y colombianas que el conflicto armado.
Del 15 al 18 de octubre se presentaron una serie de asesinatos en el Cauca, iniciando por el del dirigente social indígena, defensor del agua en el municipio de la Vega, Luis Alfonso Narváez; cinco más entre Buenos Aires y Caldono; en Argelia fue asesinado Efrén España, uno de los fundadores de Ascamta. En total, 20 Caucanos en esas 72 horas. Además de la muerte de Sheilen Mariana, una menor de 3 años, en Puerto Tejada, al norte de nuestro departamento, en un presunto enfrentamiento de pandillas.
Para el ministro de Defensa, de acuerdo a sus declaraciones, “la muerte de líderes sociales nos duele, pero aquí el enemigo de los líderes sociales es el narcotráfico que se ha enraizado en el Cauca”. Miente el ministro Diego Molano (como es su costumbre): el suroccidente colombiano está abandonado del tutelaje del Gobierno nacional. Somos invisibilizados; solo servimos en el Cauca para reafirmar el discurso institucional de la estigmatización como narcotraficantes.
Nos pasan cuenta de cobro por haber votado diferente a Duque. “Nos subieron los vidrios del carro”, me dijo un exgobernador. No reconocen la deuda social que, desde el Gobierno central, existe con esta región; la falta de oportunidades que ha llevado a pequeñas y pequeños productores a sembrar hoja de coca, marihuana y amapola.
Y la orfandad es también respecto al “gobierno” departamental: ante los asesinatos, ni una iniciativa, ni un pendón que enluzca el edificio de la Gobernación rechazando los crímenes; ni un concierto, ni una marcha, en fin, solo ofrecimiento de obras civiles “apropiadas a la época democrática electoral”.
Ante esta realidad, solo nos queda hacer un S.O.S. a la comunidad internacional. Vengan, acompañen a los procesos y a las personas líderes de manera permanente, no de paso. Por Dios, que ustedes sean el ángel de la guarda que nos proteja.
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