Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Entre los santos, San Precario es uno de los menos conocidos en Colombia. Lo más probable es que la mayoría de las personas que lean está columna no saben de su existencia y mucho menos de los milagros que puede realizar. Pero es bueno que en esta época de fin de año, lo tengan en el panorama de los santos, sobre todo, aquellos que tienen condiciones precarias —es decir, casi todos en el país— y desean obtener una ayuda adicional de los seres divinos.
Una de las razones por las cuales San Precario es poco conocido en Colombia es que su ingreso al mundo de los santos es reciente. Su aparición se dio el 29 de febrero de 2004, en un supermercado cooperativo de la periferia norte de la ciudad de Milán en Italia —de allí que se consagre este día bisiesto como fecha precaria por excelencia—. Luego, comenzó a aparecer en otras partes de Europa, incluso, en 2015 se le vio de nuevo en Milán, en la Exposición Universal, donde quedó claro su presencia cercana y terrenal.
Como bien sabemos, todo santo tiene su historia y seguidores. Nuestro santo comenzó a abrirse camino a finales del siglo veinte, cuando un grupo de ciudadanos llamado el “Collettivo di Via dei Transiti”, quienes lideraban la causa de reducir la precariedad del trabajo en Italia, lo eligieron como su santo patrono. La petición que este colectivo le hizo a San Precario fue que no se aprobara en el congreso una ley que reglamentara el trabajo temporal en aquel país.
En 1997, Romano Prodi, quien se desempeñaba como ministro de Trabajo y Seguridad Social, quiso introducir una reforma laboral que permitiera a los empleadores realizar contratos laborales a término fijo y además les permitiera la flexibilización laboral. A esta ley aprobada se le llamó Co.Co.Co —por las iniciales del nombre completo de la norma “Contratto di collaborazione coordinata e continuativa”—.
Está ley afectó seriamente las condiciones de la clase trabajadora y perjudicó enormemente la calidad de vida, al permitir la privatización del acceso al trabajo y el desmantelamiento de los centros públicos de empleo. De allí que la reacción del Collettivo fue encomendar sus oraciones a San Precario, en lugar de presionar a los políticos que nunca los escuchaban.
Este antecedente sirvió para que años después, en enero de 2004, la idea de San Precario se materializara. Se tomó prestada una imagen que el artista canadiense Chris Woods había hecho para ambientar un restaurante de comida rápida y que había sido publicada en la revista canadiense Adbusters para inaugurar la figura del nuevo santo.
A partir de ese momento la popularidad de San Precario en Italia y Europa ha sido exponencial. Su imagen se ha convertido en una forma de comunicar e imaginar la ayuda divina en el mundo precario terrenal. Además cuenta con una oración fácil de aprender y directa —que al final se las dejo— y que ha posibilitado que a San Precario se le piense como patrono. A él le piden continuidad de los ingresos, una vivienda, el acceso a los servicios, al conocimiento y al transporte, que son los derechos de los cinco ejes de la precariedad que piden sus seguidores.
San Precario ha contado con la suerte de llegar en un momento de la historia donde las reformas económicas en contra de la clase trabajadora han sido recurrentes. El modelo neoliberal o de mercado ha permitido la implementación de grandes cambios que han llevado a que por todas partes se necesite la ayuda de lo divino. Además, asuntos como la sindemia de la Covid-19 han permitido que el problema de los precarios aumente.
Hoy, como dice su oración, y ante la mirada indiferente de los políticos que no escuchan a la ciudadanía, pues tienen otros amos a los cuales les hacen caso, se requiere de un nuevo protector, de un santo que nos ayude ante la indiferencia de los políticos, para que nos proteja de los efectos de la privatización o venta de empresas del Estado, del desmantelamiento del Estado de bienestar, de la liberalización de los mercados, de la reducción de los subsidios para el empleo y del aumento de las horas de trabajo en las empresas y en horarios extremos.
Un santo que ayude a los trabajadores, en especial, a los temporales y atípicos que son los más precarios, para que tengan un trabajo digno y un ingreso justo; a los usuarios de la salud, para que los atiendan en una cita médica o les aprueben un medicamento; a los jóvenes, para que consigan un empleo o un puesto en las universidades públicas; a los padres de familia, para que tengan acceso a una vivienda digna; o las millones de personas que se acuestan sin comer para que les permita tener una comida al siguiente día.
He aquí la oración completa, úsenla con devoción cuando se esté aprobando próximamente el incremento del salario mínimo para 2025:
La oración de San Precario
¡Oh San Precario, nuestro protector!
Protector de los trabajadores precarios de la tierra,
danos hoy el permiso de maternidad remunerado,
protege a los empleados de las cadenas comerciales
a los ángeles de los call centers,
a los autónomos y a los trabajadores a tiempo parcial que penden de un hilo.
Concede a los precarios vacaciones y cotizaciones para la jubilación,
ingresos y servicios gratuitos
y sálvalos de los despidos funestos.
San Precario, que nos proteges con tu red,
ruega por nosotros, trabajadores temporales y cognitivos,
intercede por nosotros ante Pedro, Santiago, Pablo y ante todos los Santos
y preséntales nuestra humilde súplica.
Acuérdate de las almas, cuyos contratos vencen,
torturadas por las deidades paganas
del libre mercado y de la flexibilidad,
que vagan inciertas sin futuro ni hogar,
sin pensiones ni dignidad.
Ilumina con esperanza a los trabajadores en negro.
Dales alegría y gloria
Por los siglos de los siglos.
Amén
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
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