Por: Redacción Pares
En la noche del 20 de noviembre un artefacto estalló frente a instalaciones del Inpec, en la calle 26 con carrera 27. Aunque el general Gualdrón, comandante de la policía de Bogotá, afirma que el atentado no fue contra el Inpec si es bueno recordar cifras, cifras aterradoras, por cierto, es que en dos años han matado a 44 trabajadores del INPEC.
Semanas antes de que asesinaran al director de La Modelo, el coronel retirado Elmer Fernández, en mayo del 2024, empleados del Inpec le habían expresado al entonces ministro de justicia, Nestor Osuna, la necesidad de hacer una reforma dentro de la entidad. La corrupción, la desprotección y la falta de confianza hacia los guardias -el director del INPEC siempre es un policía, jamás alguien que sea cercano a los que cuidan a los presos- minaban la moral de sus miembros. Además estaban las amenazas. En los días previos al asesinato de Fernández la situación estaba caldeada. En Tuluá, por ejemplo, miembros de la Inmaculada se habían tomado la ciudad y habían generado un motín en esa cárcel. En otros penales circulaba incluso un panfleto en donde se amenazaba al director de la Modelo con el asesinato por haberse atrevido a trasladar de un patio a un preso. En sólo dos años funcionarios del INPEC han recibido 550 amenazas.
A comienzos de octubre fue asaltado un camión que transportaba personal del INPEC en Cauca, allí murieron dos miembros de la insititución y este domingo, en Teusaquillo, atentaron contra un dragoniante que se disponía a desayunar. Por eso la semana pasada se reunieron con la nueva ministra Angela María Buitrago. El cambio no le ha servido al INPEC. A la ministra le ha faltado voluntad. Desde el ministerio han sido incapaces de aterrizar las propuestas que le han dado los trabajadores, los proyectos de ley, las reformas, simplemente no han cuajado. Hace falta voluntad.
Johan Pardo, dragoniante y lider sindical de INPEC ha afirmado lo siguiente: “Hay una espece de exceso de burocracia frente a las personas que nombran en viceministerios. Pueden saber mucho de política criminal pero definitivamente están alejados del tema carcelario”. Las voces son cada vez más contundentes: al ministerio de justicia se le quedó corto el INPEC. Cuando llegan a la cartera los funcionarios lo hacen al principio con energía, recorren el país, demuestran algún tipo de voluntad de cambio pero luego van languideciendo.
El tema grave es la dirección del INPEC. Hay que recordar que, por ejemplo, en junio del 2022, destituyeron al entonces director de la institución, el general de la policía Mariano Botero Coy, por las continuas salidas que hacía el empresario Carlos Mattos quien pagaba su condena en la cárcel La Picota pero varias veces a la semana salía a su oficina en el norte de Bogotá. Mattos, quien purgaba una condena por haber sobornado a funcionarios judiciales para que lo favorecieran con decisiones en el sonado caso Hyundai, no sólo salió en repetidas oportunidades de La Picota sino que lo hizo en una camioneta del INPEC. Los casos de corrupción dentro de las cárceles de Colombia son múltiples y de varios niveles. En septiembre del 2024 se supo que el director de la cárcel de Cúcuta ´le estaría exigiendo coimas a los contratistas que están haciendole reformas al penal. Incluso la Procuraduría, en julio de este año, le abrió investigación al director del INPEC, Daniel Fernando Gutierrez, y al director de custodia, Rolando Antonio Ramírez, por la aparente omisión de garantizar la seguridad del director de la cárcel Modelo, Elmer Fernández Velasco.
El dragoneante Pardo nos recuerda que aunque los escándalos han sido graves “no se ve la acción. Además no entendemos porque escogen a un policía para que nos den las órdenes y no a un guardián, que sabe como es el día a día nuestro que tiene más empatía con nosotros. La policía tiene otro tipo de formación”. Ser guardián de cárceles en cualquier lugar del mundo y sobre todo en Colombia es uno de los trabajos más difíciles y peligrosos que existen.
Se esperaba que con la presidente de Gustavo Petro el panorama para los funcionarios del INPEC cambiara pero no ha sido así. Se necesita una reforma y poner al frente a expertos en el tema carcelario. Lo que se exige dentro del sindicato es que se le de prioridad al INPEC dentro de la reforma a la justicia. Es cada vez más evidente el peligro que se corre al portar un uniforme del INPEC. Los guardias deben ser entrenados, depurados -que sólo queden los mejores- y protegidos. Como lo ha dado conocer esta fundación, la gran mayoría de delitos de extorsión ocurren dentro de las cárceles del país. Cuidar a los guardias es cuidar a todos los colombianos.
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