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Sigue el silencio sobre los grafiteros que fueron asesinados en Bogotá en el 2024

Foto del escritor: Redacción Pares Redacción Pares

Por: Redacción Pares




Cinco meses después de su asesinato sigue el silencio por parte de la alcaldía y la justicia sobre el asesinato en agosto del 2024 de Camilo Hernández y Camila Espitia. Después de que en enero Federico Gutierrez censurara el mural de “Las cuchas tenían razón” en la capital personas como el líder uribista Josías Fiesco, promueven la repintada de estas obras con el argumento de que no es arte sino política. Hay que recordar este caso porque a la estigmatización se suma también la violencia.

 

Desde el 2021 Camila Espitia y Camilo Hernández habían manifestado amenazas y hostilidades contra ellos. En algunas partes de Bogotá, sobre todo en el Sur, está prohibido ser joven, pensar, exigir. Ser creativo. Ser. Ellos formaban parte de un colectivo llamado Distreestyle y de la Comunidad del Bicho. En Bosa los muchachos sabían quienes eran. Bogotá lo supo en el pasado festival Hip Hop al parque en donde hubo grupos que recordaron su valentía. Su rebeldía. Durante el evento se recordó el infame asesinato y el inaceptable silencio del alcalde Galán.

 

A Espitia y a Hernández los habían amenazado los propios policías del CAI del barrio el Porvenir. También los habían hostigados los jíbaros que libran una guerra por controlar el parque. Hicieron denuncias, advirtieron lo que iba a pasar pero nadie hizo nada. Ni este alcalde ni los otros, nadie.

 

Camilo era cantante de hip hop, le decían Mc Cub, Camila era artista. Al frente de la Universidad Distrital en Bosa, en el parque el Porvenir, se concentraban con otros jóvenes. Allí los mataron. Dos sicarios se bajaron de una moto y los asesinaron. Eran las 11:30 de la noche del jueves 15 de agosto. Los llevaron a un centro asistencial, intentaron salvarlos, pero era muy tarde. Nadie dijo nada. Nadie vio nada. No habían hecho otra cosa que expresar su inconformidad por medio del arte. Grafiteros consumados, frenteros.

 

En el parque tenían una huerta y una antena polinizadora. Germán Gómez, teniente coronel de la Policía metropolitana, dice que va a investigar, que ahora si harán justicia. El alcalde Carlos Fernando Galán no ha dicho nada. Fue otra noche más en Bogotá. Una noche donde los jóvenes mueren. ¿A quién le importa?

 

No es la primera vez que grafiteros, artistas, cantantes, han sido asesinados en Bogotá. El 19 de agosto del 2011 un joven llamado Diego Felipe Becerra, fue asesinado por un policía, a sangre fría, mientras pintaba un grafiti en el puente de la carrera 116 con avenida Boyacá. El patrullero que disparó se llama Wilmer Antonio Alarcón. Había crecido en un país en donde todo joven rebelde era tildado de vándalo. Sólo hasta abril del 2022 el patrullero Alarcón fue condenado a 20 años y cinco meses de prisión. En el 2023 el estado pidió perdón. Durante todo ese tiempo los compañeros del policía asesino intentaron desviar la investigación. Se consiguieron testigos falsos, calumniaron la memoria de Diego, la ensuciaron. Los testigos falsos afirmaban que el muchacho estaba armado, que quería asaltar un bus. Todo eran mentiras.

 

El perdón no sirvió para nada. Durante el estallido social 78 jóvenes colombianos que protestaban en las calles perdieron un ojo por culpa de las balas del ESMAD. Según Rutas del Conflicto, 80 muchachos fueron asesinados durante las protestas de lo que se conoció como el estallido social. Hace un mes, el 18 de julio del 2024, un joven grafitero fue abaleado en el barrio de las Huertas en Ciudad Bolívar por estar pintando un grafiti. Otra vez nadie vio nada, nadie dijo nada. Los jóvenes mueren asesinados en las calles de Bogotá.

 

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