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Sin las comunidades nada: la problemática intervención de la SDA en la Serranía del Zuque en Bogotá

Por: Yesica Cortés

Docente universitaria, filósofa y activista feminista


“La tierra para quien la trabaja”, así como la máxima zapatista lo reclama, las organizaciones sociales y ambientales de la localidad San Cristóbal, en el suroriente de Bogotá, reclaman su legítimo derecho a decidir cómo habitar e intervenir el territorio de la serranía del Zuque, en donde por años han establecido procesos de apropiación, restauración y cuidado comunitario que han permitido consolidar espacios físicos como la Ecoaula Ambiental del Zuque o la Casa de la Lluvia de las Ideas en el Alto Fucha. En estos escenarios también se ha promovido la formación de una ciudadanía activa y la de decenas de líderes y lideresas que han continuado un legado de trabajo ambiental, pedagógico, artístico y político que no solo ha involucrado a esta localidad, sino que ha tenido un impacto en la ciudad.


La preocupación de la comunidad del suroriente de Bogotá, y específicamente la que habita en los bordes de los cerros orientales, surge a partir del incumplimiento de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) en la intervención para la adecuación de un parque ecológico de alta montaña en la Serranía del Zuque, área que hace parte del Páramo Cruz Verde y que está protegida desde 1977 como reserva forestal de carácter nacional. Esta intervención tiene lugar en el contrato 1977 del 2022 firmado por la SDA que cuenta con un rubro de 10 mil millones de pesos, de los cuales el 80% se destinó para el endurecimiento del suelo y tan solo 500 millones se destinaron para las obras urgentes de mitigación de riesgos en las franjas de adecuación.


Debido al crecimiento de la ciudad, y en un contexto de conflicto y desplazamiento forzado, las poblaciones se asentaron hace décadas en los bordes de la reserva o franjas de adecuación, en donde ahora se encuentran cientos de barrios y veredas autoconformadas. A pesar de la protección de esta zona, hasta los años noventa se otorgaron títulos mineros para la extracción de arena y piedra para la construcción de calles y avenidas, lo que ocasionó una avalancha en el 94, que dejó decenas de muertos y heridos. A partir de estos hechos, el Estado cuenta con una deuda histórica con lxs habitantes de estos territorios.


En el plan distrital de desarrollo de Claudia López (2020-2024) se coloca como logro: “implementar estrategias de mantenimiento, recuperación, rehabilitación o restauración de la estructura ecológica principal y demás áreas de interés ambiental en la Bogotá – Región”. En el marco de esta promesa se destinaron dieciséis aulas ambientales para la Serranía el Zuque y la adecuación de esta como parque ecológico. Se instauraron mesas de diálogo con la comunidad; no obstante, las organizaciones sociales afirman que sus propuestas y preocupaciones fueron invisibilizadas y se actuó a espaldas de lo acordado en esos encuentros. La comunidad estuvo de acuerdo con la restauración del ecosistema, pero respetando las dinámicas y saberes comunitarios que se han consolidado en la cotidianidad de quienes habitan y trabajan por esta reserva, por eso, una de las propuestas determinantes sería que los materiales para la adecuación no provocaran un daño ambiental.


Una de las preguntas puntuales que se aborda en conversación con Iván Murcia, de la Juntanza Zuque-Fucha, es: ¿por qué endurecer una zona de los cerros orientales siendo esta una zona de protección ambiental? Una hipótesis que tienen las comunidades es que se está endureciendo el suelo de esta parte de los cerros para cumplir rápidamente con los objetivos del Plan Distrital de Desarrollo (PDD), así los presupuestos que debían ser para las franjas de adecuación —es decir para los barrios aledaños— serían invertidos en la sustracción de la reserva cambiando el uso del suelo. Lo anterior no solo estaría en contra de la normativa ambiental, se haría también con el objetivo de instaurar un turismo que es ajeno a las necesidades territoriales y que promueve una idea, de nuevo, extractivista, en este caso recreativa, de los “recursos” naturales. Sea o no la razón de esta intervención, el proceder de la institución desconoce y atropella a las comunidades.


La actual directora de la SDA, Carolina Urrutia Vásquez, respondiendo a un tuit de Ati Quigua, enuncia lo siguiente: “Concejala @AtiQuigua Serranía El zuque era una cantera y planta de asfalto ya endurecida. Hoy desde @ambientebogota trabajamos para restaurar el ecosistema, mitigar el riesgo y dar acceso a la comunidad, como en otras antiguas canteras –Mirador de los Nevados y Soratama”.


“La propuesta cumple con el PMA de Cerros y su zonificación. Hemos hecho ocho sesiones de diálogo con la comunidad. Hicimos una invitación a los grupos interesados para conocer Soratama y tener una discusión con mayor información. La respuesta fue negativa”.


El pronunciamiento de la directora de la SDA puede resultar problemático por varias razones. En primer lugar, se puede interpretar que es la Secretaría Distrital de Ambiente quien ha restaurado el ecosistema, mitigado el riesgo y ha dado acceso a la comunidad a la Serranía Zuque; esta narrativa coloca a la institución como la “salvadora”, desconoce por supuesto las acciones históricas de intervención ecológica, pedagógica y social sobre la reserva forestal protectora del bosque oriental que han hecho las comunidades aledañas a la Serranía, así como de las organizaciones que llevan décadas trabajando allí.


En segundo lugar, se tiene el vicio colonial de imponer formas de habitabilidad de los territorios aludiendo a que en otros escenarios funciona y, por tanto, su réplica es legítima; es decir, la funcionaria Carolina Urrutia toma el ejemplo de Soratama y el Mirador de los Nevados para justificar no solo su accionar, sino también su discurso displicente frente a la intervención de la Serranía del Zuque, y deja a un lado la necesidad de pensar situadamente y de entender que cada territorio tiene dinámicas diferentes y que son las instituciones las que deben atender y adecuarse a estas lógicas, y no al revés. Las instituciones trabajan para la ciudadanía y más cuando hay procesos de agenciamiento de las comunidades en sus territorios. Lo anterior da paso a la tercera problemática del enunciado; las comunidades no le deben agradecimientos a las instituciones, pues mitigar, restaurar y adecuar los espacios públicos de la ciudad no es un favor que le hacen a la ciudadanía: “las obras de mitigación en la franja de adecuación es una deuda histórica que tiene el distrito con los barrios populares, especialmente aquellos que han sido afectados por fenómenos de deslizamiento de tierra y avalanchas, barrios en territorios denominados como de alto riesgo”.[1]


Para que los ecosistemas se puedan recuperar y preservar, es preciso que las medidas que se tomen estén por encima del turismo. Los cerros orientales no solo hacen parte del paisaje y de la georreferenciación de quienes habitan la ciudad, sino que tienen una función para el ecosistema, sostienen la ciudad, la proveen de agua. Ahora, la pregunta que nos queda en conversación con Iván, de la Juntanza Zuque-Fucha, es: ¿Bogotá seguirá creciendo a espalda de los cerros? Se nos invita a pensarnos con los ecosistemas, a cuestionarnos la relación humanidad/naturaleza y transformar estas viejas dicotomías que nos sitúan como sujetos y a los ecosistemas como recursos. Podemos aprender de las iniciativas, luchas y procesos que en diferentes escenarios de Bogotá se promueven, podemos priorizar una vida compartida con otras especies y con la naturaleza; cambiar el paradigma extractivista del capitalismo salvaje y volver a mirar a los cerros.


Hasta el momento, el fruto de la organización y de la movilización social frente a la problemática del Zuque ha logrado que el Ministerio de Ambiente ratifique que la intervención hecha por la SDA en la Serranía se encuentra efectivamente en Reserva Forestal, así mismo esta entidad validó las cartografías comunitarias reconociendo el trabajo realizado por las organizaciones ambientales. Se nos invita acompañar las diferentes movilizaciones y tomas culturales que se están realizando para evidenciar esta problemática y evitar un daño ambiental significativo para la ciudad.


También se está promoviendo el hashtag #“S.O.S Cerro Zuque”, así como una Vaki para recolectar fondos y apoyar las acciones de juntanza de estas comunidades.


[1] Esta referencia se extrae de una infografía de difusión que realizó la Juntaza Zuque-Fucha.

 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.


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