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Sin Noruega sería muy difícil conseguir la paz en Colombia

Por: Redacción Pares





El 4 de septiembre del 2012, ante la incredulidad general, el entonces presidente Juan Manuel Santos anunciaba que Oslo sería la sede de los diálogos de paz entre su gobierno y la guerrilla de las FARC. Había incredulidad porque previamente se habían intentado tres acercamientos que se convirtieron en un naufragio. El primero de ellos fue durante el gobierno de Belisario Betancur. Los diálogos de la Uribe llegaron a acuerdos importantes, uno de ellos el de crear una fuerza política que le demostrara a las FARC que la lucha armada no era la única salida a los cambios. Por eso se fundó la Unión Patriótica. La parte más extrema de la derecha colombiana, junto al repudio que le generaba el comunismo a generales retardatarios como el ex ministro de defensa Fernando Landazabal, quien ayudó a generar un estigma dentro de la sociedad colombiana, además de la organización de grupos de Autodefensas liderados, entre otros, por los hermanos Fidel y Carlos Castaño, terminaron con el asesinato de más de cinco mil miembros de esta organización. El bombardeo a Casa Verde, cerró cualquier tipo de posibilidad de paz. Se esperó hasta 1999 para instalar otra mesa de negociación.


Fue durante el gobierno de Andrés Pastrana cuando se intenta montar otra mesa de negociación, esta vez en San Vicente del Caguán. En este punto de la historia aparece por primera vez Noruega como uno de los países amigos de la paz en Colombia. Desde los años noventa este país de 5.3 millones de habitantes ha sido facilitador en procesos de paz en Asia, Africa, Medio Oriente y la propia América Latina.


La tradición empieza en 1993 con los llamados Acuerdos de Oslo en los que el gobierno de Israel y la OLP, Organización para la Liberación de Palestina, intentando encontrar una salida negociada al conflicto. En ese momento el ministro de relaciones exteriores de Israel Shimon Perez y el representante de la OLP se comprometieron a negociar durante cinco años un acuerdo permanente y durante ese período, el gobierno israelí se mantendría como el único responsable de los asuntos exteriores, la defensa nacional y las fronteras. En este sentido, Israel seguiría siendo responsable de la seguridad en las fronteras internacionales y los puntos de cruce con Egipto y Jordania. Israel también conservaría la responsabilidad de la seguridad de los israelíes en Cisjordania y la Franja de Gaza, los asentamientos israelíes en esas zonas y la libertad de movimiento en las carreteras.


Fue un acuerdo histórico que abría la esperanza a la ansiada paz y el final hubiera sido muy diferente a lo que estamos viendo en este momento, los refugiados palestinos desesperados huyendo entre las bombas israelitas después de la respuesta exagerada del gobierno de Netanyahu a los ataques de octubre de Hamás si el primer ministro israelita Yitzjack Rabin no hubiera sido asesinado en 1995, un año después de haber recibido el Nobel de paz.


Desde entonces Noruega se ha comprometido de lleno a ser un país garante de paz a todo aquel que quiera tocar su puerta. Esto está asegurado por el convencimiento dentro de su política interna, un consenso nacional sobre el apoyo que se le debe brindar a cualquier proceso de paz ya que, en una aldea global, un conflicto exterior puede desencadenar una serie de hechos que afecten a todo el planeta. Su neutralidad también ha sido demostrada y respetada. Noruega podría ser en cualquier momento un puente entre Estados Unidos y Rusia.


Tienen una autoridad moral ganada históricamente: jamás han tenido colonias. Al ser un país rico -es el segundo, detrás de Suiza, con más ingreso per capita- puede respaldar este tipo de acuerdos. Como dijo en su momento Kristian Berg Harpviken, director del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, a la BBC "El compromiso pacífico le da notoriedad a Noruega y lo vuelve interesante para los líderes más influyentes del mundo".


Además de los históricos acuerdos de Oslo, Noruega fue facilitador en Guatemala y los diálogos llegaron a buen puerto con la firma de los acuerdos de paz en 1996. En Sudán y Sudán del Sur consiguieron detener con una firma de paz la cruda guerra que se vivía en esos países en el 2015. Su contribución de paz también se ha sentido en procesos de paz en países como Filipinas, Somalia y Afganistan.


La colaboración por la paz con Colombia nace en los frustrados diálogos de paz del gobierno de Andrés Pastrana con la guerrilla de las FARC. Noruega fue uno de los países amigos durante ese proceso. Incluso miembros de las FARC y del gobierno Pastrana viajaron en el año 2000 a Oslo a montar avances de ese proceso.


En 1999, durante los diálogos del Caguán, Jan Egeland, quien sería en el 2014 el secretario general del Consejo Noruego para los refugiados, visitó esa zona enviado directamente por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan. Egeland ya había participado en los acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina y también en la firma de paz en Guatemala. Fue uno de los pocos diplomáticos que tuvo acceso al impenetrable entorno de Manuel Marulanda Vélez y al de alias Gabino, máximo jefe del ELN. Se fue del país en el 2002 después de que el proceso con las FARC volviera a naufragar. El país que dejaba era el de los desplazamientos, el de la masacres paramilitares, y el de los desplazamientos: desde los años ochenta Colombia registraba 6 millones de desplazados y más de 400 mil refugiados.


El 9 de diciembre del 2014 Egeland visitó el país, en donde sus zonas más golpeadas por la violencia, Jambaló en el Cauca y Tumaco, Nariño y veía como en medio de los diálogos entre Santos y Timochenko la guerra se recrudecía, algo que era absolutamente normal en un proceso de negociación.


Ser facilitador de paz no ha sido fácil para Noruega. Un sector de la oposición al proceso de paz con las FARC tildó de terrorista en su momento a ese país por otorgarle legitimidad a las FARC. Es imposible no hacerlo si se busca sentar en una mesa de negociación a dos partes. Para eso es muy importante que todas las partes involucradas muestren un deseo genuino de negociar. Lo vital para Noruega es creer.


Y creyó en el proceso de paz con Santos y las FARC. En octubre del 2016 incluso le otorgan en Oslo el premio Nobel al presidente Santos. Fue un espaldarazo a la negociación que había sufrido un duro revés el 3 de octubre del 2016 cuando en el plebiscito por la paz el No ganó la consulta. El galardón servía para respaldar el proceso y no muriera tras el fracaso del referendo.

Sin Noruega es muy difícil haber llegado a buen puerto estos diálogos con las FARC. Noruega anunció en noviembre del 2016 que apoyaría la fase de implementación del acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno Santos. En noviembre del 2022 el entonces Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, y la ministra de relaciones exteriores de Noruega, Anniken Huitfeldt, confirmaron el apoyo a la Paz Total de Gustavo Petro. El compromiso de la paz no sólo en Colombia, sino en el mundo, sigue siendo inquebrantable para este país nórdico.

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