Por: Juan Manuel Torres, Coordinador de la Estrategia Pares-Pacífico. Fotografía: Lorna Alomía.
Desde mediados de diciembre del año pasado, una nueva disputa interna entre facciones de ‘La Local’ desató una ola de violencia que postró la capacidad de respuesta institucional para atender la situación humanitaria y de seguridad en las comunas 7, 10, 11 y 12 y el corregimiento 8, vulnerando los derechos de más de la mitad de los habitantes del Distrito, según la Alerta Temprana N°. 003 de la Defensoría del Pueblo, y esparciendo el miedo en casi la totalidad de los hogares de Buenaventura con una lluvia de balas.
Son seis semanas en las que en promedio han asesinado una persona por día. Todas las noches y hasta a plena luz del día han ocurrido balaceras en las calles de los barrios. También son constantes los patrullajes de hombres con armas largas intimidando la población, se ha presentado el fenómeno de ocupación por parte de los bandidos de viviendas de las familias que salen huyendo, hay sectores confinados y dejados a la suerte del negacionismo de las autoridades, la imagen de los desplazamientos intraurbanos ha sido recurrente y también está ocurriendo un desplazamiento silencioso de líderes y lideresas sociales.
La realidad es dramática y en el relato se busca hacia atrás en el tiempo, comparando la coyuntura actual con los años en los que se vivió lo peor del conflicto expresando un temor creciente, casi que desesperanzador. Ante esta situación es la juventud la que ha convocado a toda la sociedad exigiendo paz, una vida tranquila, no más violencia y dejando claro que no se van a dejar vencer por el miedo. Imagen: Cortesía Lorna Alomía.
Se está marcando un punto de quiebre
Así el alcalde y varios analistas insistan en decir que lo que está pasando es más de lo mismo y por lo mismo, lo cierto es que ocurrió un punto de quiebre en la seguridad local y en la esperanza de los pobladores, lo segundo con impactos sociales inesperados y que minan el sustento moral para poder avanzar en la lucha para vencer el miedo.
En tal sentido, la representatividad del Comité del Paro Cívico y el Gobierno de la Dignidad se han agotado dejando espacios que, a buena hora, han sido llenados por los diferentes procesos juveniles, y hasta espontáneos, que han planteado la agenda de lucha para no dejarse vencer por el miedo. El llamado es a unir fuerzas y a que desde la administración local en cabeza de Víctor Hugo Vidal se conecten más con las realidades, en especial las de la juventud.
Más allá de las cifras crecientes en los delitos de alto impacto y en las nuevas victimizaciones por las peleas entre Shotas y Espartanos, el quiebre se hace palpable es en las expresiones y en los testimonios de las personas de los barrios más afectados con las que he tenido la oportunidad de conversar por estos días en Buenaventura o en Cali, a donde han llegado muchos de los liderazgos desplazados. Son historias llenas de dolor y desesperanza con señalamientos recurrentes hacia la administración local, que es la del pueblo, la del proceso, pero que luce sin respuestas, desconectada y a la defensiva.
Para superar el desengaño, a Vidal le tocará dar un giro en su propuesta política y conectar con las exigencias de la juventud y ganar el respaldo que necesita para tomar las medidas dentro de la administración distrital. A nivel regional y nacional el llamado es a que los reclamos liderados por la juventud sean escuchados y que demuestren voluntad para superar las diferencias entre sociedad y Estado, por supuesto que la voluntad pasa por la financiación masiva de política pública. Con el presidente Duque no hay ninguna garantía pues su gobierno está llevando al país al fracaso económico, sanitario y social.
¿Es un problema estructural o de dinámica?
En apariencia la situación de Buenaventura está sobre diagnosticada, incluso por estos días de posicionamiento en lo mediático del #SOSBuenaventura saltan expertos y expertas a lanzar análisis genéricos propios del sentido común que exageran los problemas estructurales o que se quedan en el detalle de los hechos. Aunque hay un llamado inmediato a la solidaridad y que se dirijan las miradas hacia Buenaventura, en términos analíticos sí vale la pena ahondar en el juego de lo estructural, lo estructurante y lo estructurado.
Hay un acuerdo en varios puntos estructurales: deuda histórica, racismo institucional, pobreza y marginalidad, riqueza portuaria, visiones encontradas de desarrollo, extractivismo e impactos ambientales, apropiación cultural, poblamientos ancestrales, impactos del conflicto, narcotráfico, entre otras.
En los análisis de la violencia ya se encuentran algunos matices respecto a que es una violencia importada en los últimos 25 años y que por lo tanto la de ahora en una violencia heredada que encontró un caldo de cultivo en la situación de pobreza y de condiciones de vida para perpetuarse, lo anterior con impactos enormes sobre la tranquilidad y el anhelo de paz.
Mientras tanto, nadie se detiene a pensar en lo cotidiano, en cómo se vive la pobreza, la falta de oportunidades, el andar contracorriente, la estigmatización de la juventud, el acceso a la justicia, la movilidad, el pagar la comida más cara del país, por qué expresan el dolor con arte y la palabra, pocos saben lo que es padecer la extorsión por cada acción y emprendimiento productivo, las dificultades para el diálogo con las instituciones, el negacionismo de realidades y el no tener unas voces que generen confianza.
Así que no basta decir que la violencia es importada, heredada y que encontró el mejor caldo de cultivo en Buenaventura, hay que comprender es la manera en que se reproduce y cómo se cuela en la vida cotidiana: las raíces de esta complejidad son muy profundas y se enmarañan más con cada desencanto. No es solo que los bandidos hacen en el mandado de poderosos intereses, sino que hay formas de vida que pasan por el accionar violento y que ese espacio se lo disputan los referentes juveniles que aman su territorio y están dispuestos a cambiar el futuro del mismo sin más violencia.
La juventud es la protagonista de la NO repetición
El reciente movimiento de activistas de las redes sociales que posicionó en #SOSBuenaventura en la agenda mediática del país hay que leerlo en clave juvenil. Que se sumen los que quieran, pero nadie va a borrar la historia de que fueron las juventudes las que no se dejaron vencer por el miedo que causan las lluvias de balas sobre sus casas de madera en los terrenos ganados al mar.
Este llamado de atención debe llegar hasta el Comité de Paro Cívico que se había configurado como el abanderado de la lucha popular, pero no tanto para que llenen el espacio político perdido, sino para que apoyen la renovación de las exigencias impetuosas de la juventud, que es la protagonista de esta lucha y que se debe reconocer como la protagonista de la NO repetición. Imagen: Pares.
De pedir la implementación del “Acuerdo Final para la terminación del conflicto y una paz estable y duradera”, se pasó a la gestión del “Acuerdo del Paro Cívico de Buenaventura para vivir con dignidad y en paz en el territorio” y ahora se grita en las calles que se haga un pacto por Buenaventura que lleve a establecer un acuerdo complementario de carácter humanitario.
Sobre el actuar de la alcaldía de Vidal y el Comité de Paro Cívico todavía, en lo profundo, se confía en que van a recomponer el camino y que van a volver a hacer el gobierno del pueblo, el que derrotó a las maquinarias electoreras, el que le quitó el poder a los grupos criminales que disponían de los recursos públicos. La crítica ha sido fuerte porque el anhelo de cambio también es muy fuerte, además que para llegar a la alcaldía movilizó algo que no existía en Buenaventura y es el voto de opinión, un sector que también se indigna y que está vigilante.
La mayoría de personas asesinadas han sido jóvenes y tampoco hay que negar que las armas fueron disparadas por otros jóvenes: “nos estamos matando entre nosotros mismos” es algo que se repite, así que las víctimas y los victimarios son de este grupo poblacional, pero es con la juventud con la que se debe ir de la mano para cambiar este estado de cosas: deben ser el centro de la política pública para que no sigan siendo usados, instrumentalizados y reclutados, para que no sigan sufriendo hambre y falta de oportunidades.
Si algo he descubierto en estos más de dos años de trabajo en Buenaventura, y gracias a que en PARES somos acompañantes de la Mesa Intersectorial Uramba por la Juventud de Buenaventura, es que la juventud tiene la energía y las respuestas, solo falta que la escuchen como ha pasado por estos días en que las palabras de nombres como Leonard, Brayan, Karen, Lorna, Yessid, Jonathan, Yurany, Nia, Cristian, Álvaro y muchos más, están retumbando en redes y en medios de comunicación nacional dando lecciones de dignidad a todo el país.
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