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Tasajera: una tragedia para no olvidar

Por: Isaac Morales Pérez. Coordinador de la línea de seguridad urbana y crimen organizado, Pares.


Un mes se cumple hoy de la trágica mañana que golpeó al corregimiento de Tasajera en Pueblo Viejo – Magdalena. Por Tasajera he pasado unas cuantas veces, desde pequeño y al ser de origen caribe y vivir buena parte de mi vida en la Costa, transitaba la Troncal del Caribe entre Barranquilla y Santa Marta y siempre me impresionaba el hecho de que una carretera de dos carriles haya dividido la armonía del manglar y el mar, que tienen sus propias barreras naturales borradas por las manos del hombre, me impresionaba también ver las casas en condiciones muy precarias, hechas con palos y bolsas plásticas.


La mañana del 6 de julio, mi WhatsApp se llenó de fotos y videos de personas con quemaduras muy graves en el cuerpo que corrían desesperadamente por una carretera y vi a otros montados en ambulancias improvisadas, no entendía por qué mis amigos de Barranquilla, Montería y Magdalena me las compartían.


Al poco tiempo me enteré del trágico desenlace de un volcamiento de un camión cisterna sobre la troncal del caribe a la altura de Tasajera, que los pobladores del pueblito habían ido a saquear el combustible para después revenderlo. Lo que no esperaban era contar con la desdicha del abrazo de la muerte ardiente que a hoy deja 45 hombres fallecidos y casi 50 heridos; los habitantes de Tasajera por el afán de conseguir un poco de gasolina que sería una forma de supervivir el día, que para muchos iniciaba sin un centavo en el bolsillo, no contaban con el desenlace tan macabro que vivieron.


Este episodio nos deja varios puntos para tener en cuenta y no olvidar. Nos recordó la tragedia que vivió también un municipio de Magdalena, Fundación, donde en 2014 se vio morir a 33 niños y niñas incinerados en un bus, nos recordó la precariedad del sistema de salud y las deficiente capacidad de respuesta del mismo, los heridos de tasajera resultaron en varios centros hospitalarios de varias partes de la Costa, incluso al pabellón de quemados del Hospital Simón Bolívar en Bogotá llegaron varios.


Nos recordó la herencia de una tradición corrupta que el Clan Cotes sembró en las tierras del Magdalena, esta corruptela que había estado enquistada hasta el 31 de diciembre del 2019 había sido cómplice y provocador de la pobreza que en general el departamento del Magdalena vive y que hoy ve una luz de cambio con su nuevo Gobernador Caicedo; un clan que le quitó al pueblo la salud, la educación y hasta el agua potable.


Tasajera le recordó a Colombia esa pobreza estructural que vive gran parte de su población, sobre todo la rural, esa Colombia profunda que se despierta con más incertidumbres que con las que se acuesta.


Los habitantes de Tasajera dejaron ver también una modalidad de saqueo común en estas carreteras: la provocada por el hambre, como ocurrió al inicio de la pandemia en carreteras del Cesar donde se hurtaron alimentos de un camión de abastos, demostró que la necesidad supera el sentido común de la salvaguarda propia de la vida, que pende de un hilo con la chispa de una batería en una nube de gas inflamable. Develó también la calaña de muchos connacionales que con comentarios regionalistas e incluso clasistas nos atacaron a nosotros los costeños como brutos, pero claro, desde la comodidad de un hogar sin preocupaciones.


Muchos también dijeron que esto es una práctica recurrente en este sector de Pueblo Viejo, que en el tinto mezclan escopolamina y esto provoca el volcamiento de camiones para saquear su contenido, y si es así no será pues por las mismas condiciones de inseguridad del corregimiento, no solo de seguridad en términos estrictos, sino de la seguridad humana que incluye también el bienestar de las personas, si esto es así, las autoridades locales deberían acompañar a esta comunidad y adelantar acciones de prevención que anticipen estos hechos.


Hoy, seguramente este episodio del 2020 tan trágico ya quedó en el olvido para muchos, pero el sufrimiento de esas familias no cesará tan fácilmente; Colombia no puede olvidar el trasfondo de este hecho, no puede desconocer la corresponsabilidad que se tiene al momento de elegir mal a gobiernos indolentes de espalda a las realidades que son múltiples en este país, no podemos dejar de hacer presión para que se escuche los gritos de esa pobreza estructural, de esa desigualdad ahora más marcada por el Covid-19, debemos hablar de una renta básica que podría salvar vidas, hablar de oportunidades reales en zonas alejadas y sumidas en la pobreza.

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