Titiribí Antioquia, el pueblo que trata a las mulas como animales sagrados
- Redacción Pares
- hace 2 días
- 3 Min. de lectura
Por: Redacción Pares

En las grandes ciudades mula es alguien que no entiende nada, una tapia intelectual incapaz de recibir y adaptar un dato. Para los viejos antioqueños ser una mula era recibir algo parecido a un elogio. Ser una mula significaba tener una capacidad de trabajo inusitada, no cansarse jamás, darlo todo. En uno de estos municipios durante el siglo XIX, en Titiribí, las mulas empezaron a mover una economía que transformaría a Antioquia en el siglo XX, le darían su riqueza y su empuje. La explotación de la mina El Zancudo fue el parte aguas donde se forjó el esplendor de este departamento. Y esto se dio gracias al trabajo de las mulas.
La modernidad le ha quitado a la mula su importancia. Olvidamos que los romanos, gracias a las mulas, forjaron su imperio. En el sur de Europa las mulas era el principal medio de transporte. Cuando los españoles nos descubrieron se usaron de ellas y de los burros de carga para ir fundando ciudades o en la búsqueda incesante del oro y los tesoros que guardan estas tierras. Se estima que afinales de la colonia había en el continente unas 200 mil mulas. Ellas movieron la economía, desde el café, la panela y pasando por el oro. Cuando ustedes viajan por una carretera no ven camiones sino tractomulas. Mulas, les decimos. En el inconsciente vemos en estas máquinas una versión evolucionada del animal de carga.
En Titiribí se le sigue honrando a la mula. Aunque no quede una sola persona viva desde el cierre de la mina el zancudo en 1927, queda una memoria ancestral y por eso es que en esta parte de Antioquia se le agradece a la mula el haber podido hacer realidad que buena parte de esta población se nutriera de lo que salía de esta mina cuyo máximo esplendor vivió en el último cuarto del siglo XIX.
Y a pesar de la revolución industrial la mula sigue siendo esencial en lugares como Titiribí. Con ella se abren caminos, se lleva alimento a lugares inconmensurables de Antioquia. Sigue siendo un elemento fundamental de trabajo. Pero algunos caballistas, desde los años ochenta, empezaron a hacerle un homenaje a este animal trabajador como cualquier paisa. Entonces surgió la mula de silla. Tal y como lo reseña El Espectador en un artículo del 2023 hay criaderos, como el de Don Ovidio Osorio, en Girardote que están cambiando la genética de las mulas de generación en generación hasta crear un animal que deslumbra en las exposiciones equinas y, sobre todo, en la época de la feria de las flores, la mula de paso fino.
En Titiribí, como símbolo del trabajo inagotable de un pueblo que conoció su esplendor sacándole la riqueza a la montaña, se volvió a crear Asmulares, una asociación que cuenta ya con mil miembros y que ha hecho como una especie de decálogo para preservar, cuidar y respetar a la mula de silla. Montados en ellas se puede conocer en este pueblo una parte de su pasado, cuando alguna vez la mina El Zancudo manejó riquezas de las que buena parte del departamento disfrutó, desde donde arrancaron proyectos como la industria ferroviaria, la facultad de minas y hasta tuvieron un banco con billetes propios.
La mula y el progreso están amarrados en Titiribí. En el municipio no sólo hay nostalgia por tiempos mejores sino que tienen la certeza de que pronto podrán regresar los vientos del progreso. Y cuando vuelva la mula está allí, como lo ha estado desde el imperio romano, dispuesta a caminar durante kilómetros con paciencia, sin chistar, rumiendo tranquilas el pasto seco.
Comments